Blogia
criticamedicina

la belleza de lo esencial

La belleza de lo esencial

Estamos en el subte. Es tarde. Vuelvo de un lugar. Tal vez del trabajo o de
un cine o de ningún lugar.
Tomo ese vagón de subte. Semivacío a esa hora. Casi todo igual de rutinario.
Algunos seres van o vuelven de sus obligaciones. Otros, de comprar cosas.
Enfrente mío están ellos.
El es menor, mucho mas que el.
El lo abraza. Lo mima. Le habla. Tiene su brazo grueso y viejo sobre sus
doblados hombros.
Le habla , mirándolo. Le cuenta algo.
Lo hace pasándole su boca y sus labios sobre su cuello, arriba de los
hombros.
El se ríe. Tiene la mirada perdida, desarmada. Sus ojos están desviados.
O son diferentes. Eso, son distintos a los otros. A los míos. A los de los
demás viajantes de ese vagón.
Esos ojos dispersos cambian al sentir la presencia del contacto del otro. Al
ser tocado por el viejo.
Adquieren otra expresión. Algo que falta en ese viaje.
Algo que perdimos en ese vagón.
Esos ojos no miran a nadie. Se pasean llevados, acompañados por el contacto
del otro. El que es gordo, viejo, feo. Un ser común a los demás. Nada
especial. Salvo en ese momento. En que es diferente a nosotros. En que logra
que el otro cambie de expresión. Que su rostro adquiera una dimensión que
nosotros no poseemos.
Ellos son extraños. Feos, raros, distintos.
Uno viejo y gordo. El otro mas joven y diferente. Están cerca. Muy cerca.
Demasiado cerca. Uno del otro.
Aislados de nosotros que nos alejamos cada vez mas.
El viejo lo acaricia impunemente. Con una enorme alegría. El joven lo
festeja. Se alegra. Parecen revivir unos momentos cómplices, especiales.
Cada vez están mas lejos. De nuestra soledad e indiferencia.
Ellos partieron de ese vagón. Dejaron sus cuerpos feos y especiales y
viajan. Van a otro lugar. Donde nosotros no podemos ir. No sabemos el
camino.
Ellos son felices pues lo conocen. Descubrieron el secreto. Gozan el tesoro
perdido. El que nosotros olvidamos al vivir.
Padre e hijo se aman descaradamente. Sin importarles el Mundo. Sin
interesarles nuestra presencia. Están llenos de amor y lo disfrutan. En ese
momento. Delante de nuestra levedad. A pesar de ella.
Ellos viven otra vida. Se diferencian. Ahí, en ese viaje y vagón. Frente a
nosotros, los otros.
El joven se ríe y festeja el amor de su padre.
El viejo tiene unos sesenta y pico de años de dolor. Y sufrimiento.
El joven: tal vez unos treinta y pico de haber nacido discapacitado. De
padecer el síndrome de Down. La mutación del par 21.De ser diferente a
nosotros. Retardado mental, discapacitado motor.
Pero ser en el amor de un padre a su hijo. Ser siendo amado.
Ahí, frente a nosotros. Descaradamente.
Ellos, tan llenos de vida. Tanta belleza. Pura esencia. Ahí, frente a
nosotros. Tan vacíos.

0 comentarios