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Historia es Memoria

" Quien controla el pasado
controla el futuro,
quien controla el presente
controla el pasado"
George Orwell

Historia es Memoria

Quien intenta conocer historia argentina no encuentra buenos libros.
La mayoría de los autores son cómplices, directa o indirectamente, del
pasado.
Por error u omisión, suelen desconocer la complejidad de los hechos y
ocultar la realidad.
La historia la escribe los que ganan...los que gobiernan los pueblos
sometidos y manipulados por los políticos, los militares, los clérigos, los
empresarios y terratenientes, los dueños de los medios de comunicación.
Hay una nueva generación de historiadores que tratan de rescatar las luchas
de seres comunes que apostaron al bienestar general.

Entre ellos se destaca Felipe Pigna.
Una escritura sencilla, amena, despojada y reflexiva.

Sus libros " Los mitos argentinos" y su espacio web
www.elhistoriador.com.ar
son parte de un movimiento incipiente de renovación cultural.

Escuchemos al historiador:
" La construcción de un pasado como justificación del presente"

y en la voz de un escritor asesinado:
Rodolfo Walsh:

" La experiencia colectiva se pierde,
las lecciones se olvidan.
La historia parece así como una
propiedad privada
cuyos dueños
son los dueños de todas las otras cosas"

Busquemos estos textos y compartamoslos con los conocidos.
Los indoamericanos debemos reconstruir nuestra historia,
agregar la MEMORIA que hemos perdido
para ayudarnos a cambiar nuestro futuro.

Otros autores de excelencia son:
Osvaldo Bayer,
Norberto Galasso.

Dr.Alejandro Wajner
www.criticamedicina.blogia.com

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Simón Radowitzky

¿ Por qué reivindicar a Simón:
por ser uno de los éticos de nuestra historia indo americana.
Por vivir como se piensa y contra la corriente.
Por ser sensible y rebelde.
Por "tener los huevos bien puestos"

Un día antes de matar a Falcón , le envió una carta explicando los motivos
para matar al tirano, que figura en el Museo Policial Argentino.

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Simón Radowitzky

Autor: Osvaldo Bayer

"Mil y mil veces maldita, tierra aborrecida del crimen, del sufrimiento y
del sicario. Bajo el azote helado de tus huracanes gime el hombre; la
angustia roe las almas de las víctimas; los abnegados, los Radowitzky,
agonizan, mártires de la chusma del máuser, y, sobre el hórrido concierto de
sollozos se oye siniestra la carcajada del verdugo."
Así comenzaba un volante del diario anarquista La Protesta, para el 1º de
Mayo de 1918, el Día de los Trabajadores. Estoy en Ushuaia, en el edificio
del antiguo penal, y hablo sobre Simón Radowitzky ante una concurrencia
formada principalmente por gente joven. Nunca hubiera soñado antes que iba a
tener esa posibilidad. En los años setenta publiqué un libro que se titulaba
Simón Radowitzky, ¿mártir o asesino?, que fue a parar a la hoguera de la
dictadura de los Videla y Massera. ¿Quién era ese Simón Radowitzky que había
sido una figura legendaria del movimiento obrero en las tres primeras
décadas de este siglo y que había pasado veintiún años de su vida en la
cárcel, la mayoría de ellos en el penal de Ushuaia, una de las páginas más
negras de la historia penal del género humano de la cual tendríamos que
avergonzarnos los argentinos? Y que se mantuvo no sólo durante el gobierno
de los conservadores liberales sino también durante los tres gobiernos
primeros del radicalismo. Los que más cantaron a Simón Radowitzky, llamado
el "mártir de Ushuaia" fueron los payadores criollos en los mitines y
asambleas obreras.

"Traigo aquí para Simón

este manojo de flores,

del jardín de los dolores

del alma y del corazón:

traigo para aquel varón

valiente y decidido,

este manojo que ha sido

hecho con fibras del alma,

en un momento sin calma

de rebelde convencido."

Así cantaba el payador Manlio por la década del veinte.

Es que Simón había corporizado la violencia de abajo al matar de un preciso
bombazo al jefe de policía coronel Ramón L. Falcón después que éste reprimió
brutalmente la manifestación obrera del 1º de Mayo de 1909. Ese día ocurrirá
la más grande tragedia obrera hasta ese momento de nuestra historia social.
La policía montada al mando del comisario Jolly Medrano, después de que
sonara el clarinazo de ataque ordenado por el propio coronel Falcón, se
lanza sobre las columnas obreras en la Plaza Lorea. Parece una estampa de la
Rusia imperial cuando los cosacos atacaban concentraciones de famélicos
proletarios en San Petersburgo o en Moscú. En la historia de las represiones
obreras, la del coronel Falcón quedó como una de las más cobardes y
alevosas. En un primer momento se cuentan treinta y seis charcos de sangre.
Para explicar el drama, el militar traerá el argumento que todavía hoy se
emplea en la Argentina: le echa la culpa a los "agitadores". Seguirán días
de paro general proclamado por la FORA que tendrá un desarrollo muy
violento. Esos días continuará la brutal represión y se seguirán sumando los
muertos. Los obreros no se rinden porque:

"Los tiempos ya terminaron

en que hubo feudales bravos

que agarraban a los esclavos

y fiero los azotaron

¡Hoy no! Ya se rebelaron,

Y ese hombre hoy, febril y ardiente

cuando ve que un prepotente

burgués quiere maltratarlo:

cara a cara ha de mirarlo,

cuerpo a cuerpo y frente a frente!"

Así fue. Ese joven judío de apenas 18 años, obrero metalúrgico, esperará al
coronel Falcón y pondrá fin a la vida del orgulloso militar que era todo un
símbolo para los hombres de uniforme: Falcón había sido el cadete número uno
recibido en el Colegio Militar creado por Sarmiento. Simón trata de
suicidarse pero es capturado, condenado a muerte y luego, como es menor de
edad, a prisión perpetua a cumplir en el penal de Ushuaia, con el agravante
de que cada año, en oportunidad de cumplirse cada aniversario de su atentado
contra Falcón "deberá ser llevado a reclusión solitaria a pan y agua durante
veinte días", como dirá la sentencia.

En la prisión, sólo comparable con la de la Isla del Diablo, Radowitzky se
convertirá en el "mártir de la anarquía". Será un místico de la resistencia
y del altruismo con los demás presos. Protagonizará una huida legendaria a
través de los canales fueguinos hasta que es capturado por un buque de
guerra chileno y entregado a los carceleros argentinos. Todos los castigos
inimaginables serán entonces para él. Aunque enfermo de tuberculosis, el
clima del extremo sur y el aislamiento no lo amedrentan y sigue siendo el
defensor de los demás presos para quienes Simón es una personalidad mística
y al que admiran casi con respeto religioso.

Sus compañeros de ideas de todo el país no lo abandonaron en ningún momento.
Miles de mitines y su nombre siempre en la primera página de sus
publicaciones. Hasta que en 1930, Yrigoyen firmará el indulto. Pero el
gobierno radical no se aguanta al carismático atentador en territorio
argentino y lo expulsa al Uruguay. Allí será detenido y poco después
soportará presidio en la isla de Flores. Hasta que en 1936, ya en libertad,
marchará a la Guerra Civil Española a luchar contra el fascismo de Franco.
Morirá en México en 1956 mientras trabajaba de obrero en una fábrica de
juguetes, el mejor oficio que puede tener un ser humano.

Me paseo por las celdas del presidio de Ushuaia, cuarenta años después de la
muerte del "santo de la anarquía". Los muros del oprobio. Oprobio que años
después se iba a trasladar a los dominios de otros carceleros con uniforme
militar: los campos de concentración de los Bussi, los Menéndez, los Camps.
Pienso en estos verdugos cuando atravieso el portón de salida del ex
presidio austral. Y me consuela un pensamiento que me asalta en ese momento.
Esos tres, jamás tuvieron juglares criollos que les cantaran. De Radowitzky
quedan los recuerdos de esas coplas del auténtico pueblo:

"Simón, la fe no desmaya

y el pueblo sí que resiste

te ha de sacar, Radowitzky,

de las mazmorras de Ushuaia."

Citar Fuente: "www.elhistoriador.com.ar"

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