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criticamedicina

De Topia sobre los medicamentos

Medicamentos, Médicos y Laboratorios:
una cuestión del campo de la Salud Mental
 
En el número anterior de Topía publicamos "La tentación: vicisitudes
de un psiquiatra" de Federico Pavlovsky. El mismo fue reproducido
por diferentes medios de comunicación, entre ellos el diario
Página/12. En distintos ámbitos dentro y fuera de nuestro medio se
debatió la problemática planteada. Pero vale señalar que en ningún
caso la información del artículo fue cuestionada. Todo lo contrario.
Tal como dijo el representante de los agentes de propaganda Médica
(AAPM), José Charreau, sobre como funciona la relación de los
laboratorios con los médicos. "El doctor Federico Pavlovsky
describió perfectamente lo que pasa." (Página/12, 1 de octubre)
Este tema no es nuevo para los lectores de Topía. Esta temática fue
trabajada en distintos artículos puntuales a lo largo de estos 16
años, especialmente en el dossier del número 17 de agosto de
1996: "Medicamentos: la receta de hoy". Para profundizar y continuar
con lo expuesto en el artículo de Pavlovsky convocamos a dos
psiquiatras (Gustavo Lipovetzky y Diana Kordon) y a un médico
sanitarista (José Carlos Escudero). En el mismo sentido
transcribimos un texto acerca de la decisión de la Universidad de
Stanford (EEUU) de impedir que sus médicos reciban cualquier regalo
de los Laboratorios, lo cual reafirma nuestra línea de trabajo:
considerar los efectos del capitalismo en su fase actual en la Salud
y en la Salud Mental.
 
José Carlos Escudero
Médico sanitarista

Se ha dicho que el valor de una noticia está en relación directa con
su improbabilidad: si comparamos la noticia "El Papa oró por la paz"
con la noticia "aviones tripulados por voluntarios acaban de
derribar  los dos edificios mas emblemáticos del capitalismo
mundial", queda clara la improbabilidad,- ergo el valor- de esta
última. El extraordinario artículo de Federico Pavlovsky es de este
último tipo, y evidencia por lo menos tres improbabilidades :la
franqueza con al cual un médico revela un mecanismo de corrupción
empresaria por parte de la Industria Farmacéutica a el y a sus
colegas; la confesión del miedo - sentimiento que suele confesarse
poco- que le dio el escribirlo y difundirlo; y la carencia de
testimonios similares por parte de los miles de otros profesionales
que estas últimas décadas se beneficiaron de las corrupciones
mencionadas por Pavlovsky.

Los lectores de Topía suelen ser expertos en temas relacionados con
la conciencia y la subjetividad humanas. Agreguemos al análisis de
la Industria farmacéutica algunos hechos que provienen de la
materialidad y del análisis político .La Industria factura
anualmente a nivel mundial una suma que es superior al doble del
Producto Bruto de Argentina, y posee un poder que se corresponde con
esta suma. Su objetivo es ganar dinero, y su rentabilidad es
superior a cualquier otra rama del capitalismo, como las industrias
de Defensa o la del petróleo. Para ganar este dinero tiene un enorme
menú de opciones, que, rankeadas en un continuo desde la mínima
antiética ( por ejemplo dar publicidad de sus productos en revistas
profesionales donde se subestiman sus contraindicaciones ) hasta la
máxima antiética ( por ejemplo auspiciar golpes de Estado o amenazar
a países que juzga hostiles , violar el consentimiento informado de
pacientes sujetos a experimentos, negar la iatrogenia de sus
productos, fraguar estudios clínicos), oscilando entre estos
extremos la zona gris que tiene que ver con la corrupción de
individuos, que Pavlovsky ha descripto , sin precedentes en
Argentina, con respecto a los profesionales psi de nuestro país.
Otras formas de corrupción de este tipo se derraman sobre
parlamentarios, reguladores, políticos, comunicadores, etc., y
muchísimas instancias de estas últimas pueden leerse en internet,
esa arma domiciliaria insuperable para despertar conciencias, para
iluminar  las  ignorancias, y para desenmascarar las falsas
inocencias.

Hay algo adicional a mencionar aquí aunque trasciende el admirable
artículo de Pavlovsky : vivimos tiempos interesantes en el área de
la Salud Pública, donde podemos comprobar que algunos países
afortunados han prácticamente erradicado sus mortalidades infantil y
materna- flagelos que han acompañado al Homo Sapiens desde su
comienzo; otros han demostrado una gestión eficientísima de su salud
somática con recursos escasos- Cuba, cuya salud corporal es mejor
que la de Argentina, gastando la mitad por persona; mientras que
EEUU tiene el mayor gasto planetario por habitante en salud, a la
vez que su mortalidad infantil sube y es hoy superior a la cubana.
En Salud Mental, el capitalismo gana dinero, principalmente,
vendiendo moléculas a un precio muy superior a lo que le cuesta
fabricar estas moléculas .No es la única forma posible de dar salud
mental: existen también, como suplemento y como alternativas otros
procedimientos: la contención, la escucha, el empoderamiento, los
cambios en hábitos y en la subjetividad. Cuanto más neoliberal es un
país más se va a inclinar a  prescribir moléculas, cuanto
mas... "populista", etc. es un país más se va a inclinar a estas
otras opciones, que para el capitalismo son potencialmente letales:
son mano de obra y no capital intensivas, son baratas, crean
conciencia, modifican de forma anticapitalista la correlación de
fuerzas.

Gustavo Lipovetzky
Médico Psiquiatra

Una de las cuestiones más interesantes que tiene el artículo del Dr.
Federico Pavlovsky, joven talentoso y ético psiquiatra, publicado en
la revista Topía del mes de septiembre originalmente y reproducido
por el diario Página/12 después, es el provocarnos una reflexión con
relación a un tema que lamentablemente tiene poca discusión en
nuestro ámbito profesional.(vale la pena aclarar que lo dicho por el
autor en su articulo no es privativo de los psiquiatras sino también
de todos los médicos en general).

No podemos negar que las relaciones que los psiquiatras tenemos con
la industria farmacéutica son tan fuertes como controvertidos sus
efectos y consecuencias.

Así como los medicamentos tienen efectos beneficiosos y también
adversos y secundarios, podríamos decir que nuestro vínculo con los
laboratorios tiene también aspectos que benefician y efectos no
deseados.

Entre los efectos beneficiosos no cabe ninguna duda del enorme
arsenal de recursos farmacológicos con los que contamos para 
aliviar el sufrimiento de nuestros pacientes. Estos remedios son el
producto de la investigación y desarrollo de fármacos que se realiza
en los laboratorios.

Que los ensayos clínicos que se realizan para dicha investigación,
sean muchos de ellos cuestionables en su procedimiento y, por ende,
en sus conclusiones, o que los resultados negativos no se publiquen,
es otra discusión.

Casi toda la actividad de encuentro e intercambio científico,
clínico, académico, a través de jornadas, congresos, nacionales o
internacionales como así también la publicación de revistas de la
especialidad pueden llevarse a cabo en gran medida por el
financiamiento de dichas empresas.

Son muchos los psiquiatras que pueden actualizar su conocimiento a
través de la participación en dichos encuentros. Inclusive contamos
con la posibilidad de acceso a la bibliografía internacional
disponible a través de servicios que aportan algunos laboratorios.
Ahora bien, ¿cuáles son las consecuencias o "los efectos adversos"
para el psiquiatra de esta relación?

Para describir este punto vale la pena definir qué es el conflicto
de intereses. En su forma más original o primitiva el conflicto es
parte de las relaciones humanas, puesto que surge de las diferencias
e incompatibilidades de intereses, percepciones y objetivos entre
dos o más personas, los diferentes autores que definen este problema
coinciden en que se origina un conflicto de interés en aquella
circunstancia en que el juicio profesional en relación a su interés
primario, tal como puede ser el bienestar del paciente, o la validez
de la investigación para el investigador, o el interés educativo o
asistencial se ve influenciado indebidamente o por un interés
secundario, como puede ser un provecho económico. En mi opinión, el
problema que se plantea en términos reales es cuando la capacidad de
decisión del colega esta determinada por "el millaje" que puede
acumular depositando en la capacidad de marketing de los
laboratorios la decisión diagnóstica y terapéutica.

¿Cuál es la mejor manera de tratar este efecto adverso o secundario
en nuestra practica?

El ejercicio profesional padece de un nivel de precarización de
recursos tal que los ingresos que perciben los psiquiatras en su
práctica dentro de los hospitales, sistemas de prepagos u obras
sociales no posibilita que estos puedan tener una formación acorde
con las necesidades de sus aspiraciones de actualización para un
mejor desempeño en su práctica clínica. Es allí donde, entre otras
cosas, se genera un elemento que suma al "caldo de cultivo" que,
como dice Pavlovsky en su articulo, promueve lo que el plantea
como "la tentación".

Avanzar hacia un programa de transparencia y normatización de la
relación entre el médico y la industria farmacéutica es lo que
reglamentaría definitivamente dicha relación. Hay experiencias en el
mundo que dan fundamento a esto.

Es tarea de las organizaciones medicas en general y de la Asociación
de Psiquiatras en particular emprender sin más demoras, que puedan
generar sospechas en cuanto al conflicto de interés, una profunda
discusión entre sus miembros para poder obtener un consenso surgido
de una sincera e intensa discusión, que tenga como objeto poder
generar normas para poder tener control ante situaciones de
incumplimiento así como también formar parte activa en la mesa de
discusión con las otra parte en juego, teniendo como meta poder
alcanzar un nivel de relación ética y transparente que pueda ser
volcado en el objeto primordial de nuestra practica, la salud de
nuestros pacientes.
 
Diana Kordon
Médico Psiquiatra

La lectura del artículo de Federico Pavlovsky me impactó. Una
problemática que siempre me preocupó, por su incidencia en las
prácticas en Salud Mental, por la deformación que induce en  los
criterios  de tratamiento, por la naturalización de su existencia y
por el silencio que evita su cuestionamiento, era valientemente
puesta en discusión.

Un médico joven aborda una cuestión clave instalada en el interior
de nuestra práctica profesional, afrontándola desde su implicación
subjetiva. No se ubica como un espectador externo, sino como sujeto
incluido, atravesado por una condición social no elegida, impuesta
como inevitable y necesaria para los profesionales.

Describe , con crítica agudeza, de que modo la política de los
laboratorios, montada sobre las difíciles condiciones de trabajo de
los profesionales, tiende a instalar hábitos y criterios que pasan a
ser vividos como naturales, a generar fenómenos alienatorios a los
efectos de que los profesionales pasemos a ser nosotros mismos
promotores de medicamentos tratando de compatibilizar las
necesidades de psicofármacos de los pacientes con las necesidades de
vender de los laboratorios.

La "Industria", como suele llamársela en muchas instituciones
profesionales, está efectivamente inserta en nuestra práctica
cotidiana en las diversas modalidades que tan bien describe
Pavlovsky.

El papel de los laboratorios, de la industria farmacéutica, cada vez
de mayor concentración monopólica, constituye  una situación
paradigmática de un tratamiento de los problemas de la Salud Mental,
que no tiende a abordarla desde la perspectiva de tender a resolver
las necesidades asistenciales de la población, sino como
un "negocio" , que sólo debe producir ganancias para las
corporaciones.

Tremenda paradoja: Los gigantescos avances científicos, los nuevos y
permanentes descubrimientos de drogas que ayudan a aliviar el
sufrimiento psíquico, se contraponen a su promoción mercenaria y
discrecional por parte de los grandes laboratorios. Ni hablar,
además de los precios prohibitivos de estos productos, que de hecho
los hacen inalcanzables para las grandes mayorías.

Quisiera, sin embargo, señalar que, aún cuando los tiene por actores
directos, este no es un problema de los agentes de propaganda 
médica o de la inmensa mayoría de los médicos, sino que es producto
de un problema más abarcativo y cuya resolución necesariamente tiene
que ir de arriba para abajo. La salud pública hoy no es prioridad
para el Estado. Se evidencia en las condiciones materiales y
sociales del aparato de Salud Mental: el hospital público
prácticamente colapsado, ante una demanda asistencial cada vez
mayor; los profesionales con su trabajo precarizado, sometidos a un
malestar permanente, exigidos a hacerse cargo y subsanar con su
propio cuerpo los déficit en las condiciones asistenciales de
instituciones carentes de recursos y expulsivas, el deterioro de las
obras sociales y los prepagas, la superexplotación en el ejercicio
de la profesión liberal. En este contexto está a la orden del día el
síndrome de burn out, que hace estragos entre los Trabajadores de
Salud Mental.

Entiendo así que el problema no se resuelve por vía de decisiones 
individuales, aunque siempre hay un margen para un posicionamiento
personal, sino en la necesidad de una acción colectiva para exigir 
políticas de estado que resuelvan las necesidades asistenciales en
Salud Mental, y acorde con ello, una política de medicamentos, que
permita la atención de las patologías mentales con el arsenal
necesario de recursos para ello: medicación, psicoterapia, acciones
de inserción social, etc.

En el contexto actual, sobre la indefensión, sobre la amenaza de
perder nuestro "lugar en el mundo", sobre  la pérdida masiva de
apuntalamiento en  nuestra tarea, opera la 
ilusión "salvadora "individual que nos propone la "Industria".
Poner en cuestión, como lo hace  Pavlovsky, y debatir este tema es,
ya, un paso fundamental.
 
La universidad de Stanford no permitirá a los médicos aceptar
regalos.

La Universidad de Stanford prohibirá a los médicos que trabajan en
sus dos hospitales la aceptación de incluso pequeños regalos de la
industria farmacéutica para intentar eliminar la influencia
corporativa de las decisiones médicas.

La norma tomará vigencia el 1 de Octubre y también prohíbe a los
médicos aceptar muestras gratuitas de drogas y la publicación de
artículos en revistas científicas que hayan sido escritos
anónimamente por autores corporativos.

Incluso tazas, lapiceras y otros obsequios repartidos por las
compañías de drogas, tampoco podrán seguir siendo aceptados.

La Universidad de Yale y la Universidad de Pennsylvania anunciaron
normas similares y otras instituciones están considerando la
prohibición de regalos mientras luchan con el conflicto de asuntos
de interés y los costos en alta del cuidado de la salud.

"En años recientes hemos observado una erosión de la confianza
publica en la profesión médica e incluso en el valor de la ciencia",
dijo el Dr. Philip Pizzo, decano de la Facultad de Medicina de
Stanford.

"Parte de ello se debe a que las fuerzas del mercado han convertido
cada vez más a la medicina, de una profesión en un negocio, pero
también un factor significativo fue la percepción de que los médicos
y científicos podrían estar aceptando regalos de la industria al
mismo tiempo que el costo de los fármacos se va a las nubes".

En Enero, un artículo en el Journal of the American Medical
Association refirió que las actuales relaciones con los
representantes farmacéuticos crearon conflictos de interés y
urgieron a los centros académicos de medicina a tomar la iniciativa
en adoptar reformas. Este artículo dice que la industria
farmacéutica gasta aproximadamente 19 billones de dólares anualmente
en marketing para los médicos.

"El regalar crea una obligación recíproca que opera como una fuerza
poderosa y las compañías farmacéuticas lo saben muy bien", dijo
David Magnus, director del centro de Ética Biomédica de Stanford,
quien ayudo a escribir la nueva norma. Dijo: "Así estamos
desalentando que esto ocurra en cualquier lugar en este centro
médico".

El grupo de comercio de la industria, la políticamente influyente
Pharmaceutical Research and Manufacturers of America, se refirió a
la nueva política de Stanford como draconiana y sostuvo que será un
obstáculo para el cuidado de la salud. Scott Lassman, abogado del
grupo de comercio, dijo: "Los representantes de ventas están muy
bien entrenados y tienen mucha información", "se estaría cortando a
los médicos la información útil que pueden usar para ayudar y tratar
a sus pacientes".

A su vez Lassman informó que el grupo de comercio instituyó su
propia normativa de regalos en 2002, la cual prohíbe regalos
excesivamente generosos. "Comidas caras, tickets para partidos de
fútbol, o torneos de golf son realmente inapropiados" , aseveró
Lassman, quien concluyó diciendo: "si yo estuviera preocupado por si
mi médico fue influenciado por un bolígrafo o una porción de pizza,
buscaría otro medico."

Publicado en "The Associated Press" el 12 de septiembre de 2006
Traducción: Oriana Sullivan

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