Editorial del compañero Rulli del GRR
Hoy como hace ciento noventa y nueve años, la Patria vive las vísperas de algo que aún no sabemos qué puedes ser, pero que suponemos será el final de una etapa y el comienzo de algo nuevo, de algo que estaría por nacer. En aquellos tiempos Buenos Aires era casi una aldea paupérrima, recostada sobre el río color de león, donde las esclavas negras lavaban la ropa y la tendían al sol sobre las piedras de tosca, para que se blanqueara mientras charloteaban y cantaban. Una ciudad pérdida en la pampa infinita, con calles de barro y con olor a sangre y matadero, donde el guaraní competía con la lengua española y donde todavía la sociedad de castas determinaba los modos de vestir y los oficios. El orden colonial había sido, seriamente lesionado por la intentona inglesa, cuatro años antes, de apropiarse del territorio del Virreinato del Río de la Plata y aunque el intento fuera derrotado, había constituido probablemente, uno de los hechos más importantes en el camino que llevará a la constitución de la futura República argentina. En aquel entonces, la participación del pueblo en la Reconquista, además de generar una importante autoestima local, había permitido y estimulado la organización de milicias armadas, tanto por parte de los criollos como de los españoles, y la historia ya no volvería a ser la misma desde entonces. En España, mientras tanto, el ejército napoleónico, que intentaba arribar por tierra a esa colonia aliada de Inglaterra que fuera Portugal, ocupaba gradualmente la península, y bajo la férrea voluntad de Napoleón, se desmoronaba la Corona de Castilla. Con su Rey prisionero y reasumiendo la propia soberanía, la rebelión popular se extendía como un incendio, en especial, luego de la farsa de Bayona en que Fernando séptimo devolvió la corona a su padre y éste abdicó a favor de José Bonaparte, el hermano de Napoleón. La guerra en los países centrales implicaba desde la Revolución Francesa, la existencia de dos visiones del mundo, dos modelos de sociedad, y la derrota de la flota francesa y el dominio absoluto de los mares por parte de la Gran Bretaña, obligaba a Napoleón a bloquear todos los puertos europeos y aislar por tierra a la isla cuya fuerza decisiva era la de ser productora masiva de mercancías de exportación. La guerra era fundamentalmente una guerra comercial en la que el consumidor, no importaba bajo qué bandera estuviese, se sometía a los dictados de la nueva metrópoli. En el caso de las invasiones inglesas en el Río de la Plata, esa guerra en buena medida parecía perdida, pese a la tremenda victoria habida en el campo militar. Los buques de la armada invasora, además de soldados, llegaron sobrecargados en sus bodegas de todo tipo de mercancías inglesas. Esas cargas fueron desembarcadas en Montevideo y llegaron a las tiendas de Buenos Aires por el río en chalupas y en carros de altas ruedas que acercaban los grandes fardos a la costa, mucho antes que llegara el enemigo mismo, con sus gaitas militares y sus cañones de avancarga. La victoria posterior fue militar, y dejó para siempre una marca imborrable en el pueblo de Buenos Aires, pero el proyecto portuario que alentaban los intereses del comercio ingles, ya no retrocedería y lamentablemente, contra la opinión y los intereses de los pueblos del interior, refundaría un orden colonial desde los intereses de esa misma burguesía comercial porteña.
Pero aquella jornada del 24 de mayo, muchas cosas que luego sucederían no podían presentirse. Reinaba una sorda indignación en los círculos patriotas. El Cabildo abierto del 22, había decidido por una mayoría de vecinos y a instancias del Coronel Saavedra, que se depusiera al Virrey Cisneros y se asumiera la autoridad en el Cabildo, hasta la formación de una Junta de Gobierno. Sin embargo y pese al clima caldeado de las pasiones políticas de Buenos Aires, ese día 24 por la mañana y sesionando a puertas cerradas, el Cabildo procedió a constituir la Junta, pero dejando a cargo de ella al mismo Virrey a quien la mayoría depusiera el día anterior. Al difundirse la noticia de la constitución de la Junta con Cisneros a la cabeza, la indignación se extendió, así como los sentimientos de haber sido estafados por los funcionarios del Cabildo. Saavedra y Castelli renunciaron a los puestos de vocales que se les ofrecían y la tensión creció, anticipando una jornada de revuelta y de fuertes definiciones. Fueron muchos los milicianos que esa noche desvelada, alistaron sus pistolones y mosquetes, algunos también prepararían las cintas partidarias que en la mañana se repartirían entre los vecinos que, en una jornada histórica, reclamarían saber de qué se trataba en los conciliábulos del poder local… No hay certeza sobre los colores probables de esas cintas, pero no podrían ser más que, el blanco y el rojo de la Junta de Cádiz o acaso, el blanco y el celeste que usaran como divisa los gauchos en 1806, y provenientes de cortar en tiras la túnica y la capa de la virgen, como distintivo religioso con que se enfrentó al invasor inglés, y que era también, el color emblemático del escudo Borbón.
Hoy también, como hace tantos años vivimos con seguridad, las vísperas de lo que ocurrirá con la Patria en algún tiempo más, y cuando se discute su destino a puertas cerradas, quisiéramos vocear para saber de qué se trata… Cuando los discursos ya no expresan lo que pretenden decir, cuando los significantes han extraviado sus propios significados, cuando el proceso de vaciamiento de los discursos políticos ha llegado a tal grado que deja de importarnos lo que dicen… Volvemos gradualmente a reconocer por debajo de las escenografías asistenciales, ese clima de desfondamiento de las instituciones que diagnosticábamos en épocas ya no tan lejanas. Superpuesto a la crisis política profunda que enfrentamos, una crisis que es el tocar fondo de los modos de la representación ciudadana, están los pendientes de una historia inconclusa que arrastramos como pesada losa… Es probable que en los próximos meses el examen a una generación y a una conducción política, nos remita una vez más a la plaza del primero de mayo de 1974. Muchos miembros de aquella generación ahora están en el poder, y parecieran continuar alimentando sus querellas fantasmales con la historia. En aquel momento pretendieron irse por izquierda, hoy es evidente que juegan para los agronegocios corporativos de las transnacionales. Nunca segundas partes fueron buenas, y en este caso las consecuencias de lo que está por venir, inevitablemente obligarán a revisar y a replantear la historia de los años setenta.
Toda la bulla en torno al glifosato y a las políticas de la Corporación Monsanto, ha legitimado lo que durante años veníamos afirmando sobre un modelo criminal de agricultura que despobló el campo, enfermó a las poblaciones, empobreció los suelos, modificó la cultura y los patrimonios de los argentinos y nos convirtió en una republiqueta sojera. Si ahora algunas denuncias y debates parecen consentidos, no solo es consecuencia de la presión de tanta gente honesta, el clima preelectoral lo posibilita, y también, lamentablemente, se debe a que nuevas tecnologías, modelos productivos y mercados calificados se van implementando en las políticas globales de las grandes empresas. El glifosato no solo está cuestionado en la Argentina, también en diversas partes del mundo se alzan voces similares a las de muchos científicos argentinos que nos recuerdan las investigaciones olvidadas durante años que verificaban sus terribles efectos sobre la salud de las poblaciones. Las empresas del Agronegocio, sin embargo, saben mejor que nadie acerca de sus propios crímenes y ya tienen planeadas soluciones para reforzar o renovar sus herbicidas cuestionados, nuevas semillas transgénicas resistentes a las nuevas formulaciones que se preparan para salir a los mercados, nuevos negocios que demorarán probablemente muchos otros años para que logremos como ahora, probar su intrínseca capacidad de contaminar, de enfermar y de difundir la muerte. O sea que pretenden volver a burlarse como hicieron en el año 1996, del principio precautorio y descubriremos otra vez que los venenos no son inocuos, cuando como ahora, las víctimas sean incontables…
A esas empresas les preocupa en medio de la actual debacle internacional, crear nuevos estímulos para la formulación de las relaciones financieras y de los mercados globales. Es por ello que están implementando los mercados calificados, con mesas redondas en que agrupan a víctimas y victimarios, a socios y a cómplices de las Corporaciones, y en esos espacios ensayan los discursos y los protocolos que establecerán las nuevas certificaciones de la soja y de otros paquetes Bio y nanotecnológicos que se encuentran en experimentación. La próxima reunión de la Mesa Redonda sobre Soja Responsable (RTRS, en inglés), será el 28 de Mayo en Campiñas (Brasil). Este foro les permitirá certificar como responsable la soja MG RoundupReady, a pesar de que en realidad, la promoción y el uso de esta soja es responsable del uso masivo de agrotóxicos, de la deforestación de grandes superficies de bosques así como de la expulsión forzosa de pequeños productores de sus tierras. En Campiñas las Corporaciones planean establecer las normativas internacionales para las sojas y los biocombustibles que pretenden ahora certificar como responsables, con lo que según proyectan, conseguirán entrar en el rentable mercado de los bonos de carbono que lucran con los cambios climáticos. Suponen también, que, de esa manera, mejorarán su imagen en relación a los consumidores a la vez que dinamizarán los mercados globales. De allí la renovada presión sobre el Vaticano, para que acepte la propuesta corporativa de que los transgénicos podrían resolver el hambre en el mundo, operatoria en que nuestro país participó pocos días atrás, mediante la presencia del presidente de la CONABIA, el biólogo Moisés Burachik. Los estrategas de las corporaciones necesitan anticiparse a las nuevas resistencias y denuncias, constituyendo los campos de confrontación y los límites en que se dirimirán las batallas del mañana.
Una vez más, pretenden involucrarnos en el gran juego de los sicópatas que gobiernan el mundo. Nuestro deber es, por lo contrario, persistir en buscar caminos de Emancipación. Las denuncias como la del Doctor Andrés Carrasco y otras muchas, que corroboran todas aquellas que hemos estado presentando en los últimos años, respecto a los impactos de los tóxicos liberados al ambiente, requieren y justifican plenamente que el Gobierno asuma medidas de cierta urgencia. Creemos que deben ser anuladas y revisadas las medidas administrativas que dieron lugar a la aprobación del Glifosato, del 2,4D., del endosulfan, del paraquat, así como de otros muchos tóxicos de uso habitual en el actual modelo productivo de la sojización. Creemos también, que, comprobada la enorme responsabilidad de los organismos del Estado en la aprobación ligera y sin verificaciones propias de los informes con que las empresas acompañaron las solicitudes de aprobación de esos tóxicos y la probable catarata de juicios indemnizatorias al Estado que los numerosísimos afectados entablarán en demanda de justicia, el Poder Ejecutivo debe intervenir ya mismo el SENASA y la CONABIA. Los pronunciamientos del Doctor Carrasco no solamente ponen sobre el tapete y dan crédito a los cuestionamientos y verificaciones realizadas por diversas instituciones contra el glifosato, sino que, tanto sus propias declaraciones como la respuesta del Ministro de Ciencia y Tecnología, nos conducen y obligan a un debate sobre la Ciencia en la Argentina que no podemos rehuir. Nos consta que gran parte de las Universidades, tanto como las instituciones de ciencia y tecnología como el INTA, dependen de contratos con las empresas corporativas, que esas empresas determinan las líneas de investigación y que nuestras instituciones les forman los cuadros que ellas necesitan. La falta de decoro es tan grande que sus propios responsables lo confiesan públicamente. Esta situación configura un nuevo modelo de colonialismo corporativo. Estamos en las vísperas de mayo en que nuevamente se dirime si continuaremos siendo colonia o si un proyecto hegemónico y portuario reemplazará los intereses del imperio por el de una burguesía y un funcionariado rapaz aliado a los nuevos poderes globales. Que no hayan pasado tantos años en vano, que ahora no podremos decirle a nuestros hijos que no sabíamos cómo sigue esta película.
Jorge Eduardo Rulli
0 comentarios