Mi pueblo San Miguel
Ciudad de ladrones, ciudad de caca horizontal, horizonte de tetas mercantiles y nalgas promocionales, no puedes, no has podido conmigo mi san miguelcity, pueblo de rutas peristálticas de astillas, tus calles alfombradas de basura y plátanos heridos, cartones de difuntos, fuentes de cieno para peces y condones, calles cariadas, putas de mercurio, piscina negra de sudor en caldo del mercado san nicolas, no hay adónde voltear sin mamar tu calostro de azufre y calcetines sin lavar, arriba no hay nada ni nadie, solo un cielo de fieltro ,solo una nada de cielo, Oh mi san miguelcity, iglesia universal del tennis.
No ha cambiado la forma de usar perfume de la mujer MIGUELEÑA , ni su convicción de que es agradable averiarle a los vecinos el nervio olfatorio y devastarles el sensorio. La mujer migueleña no insinúa su perfume , lo grita; no se maquilla , pintarrajea. Aureolada con su nube de químicos canallas, violetas sicalípticas y feromonas de azúcar batidas con sudor de señora del mercado , la mujer migueleña arroja su hedentina punzocortante con violencia de género.
No podrás ensordecerme, cerda chirriante y bofa, con tu ruido, calaca de alharaca, gargantas de matracas, toneladas de rugidos, bultos de alaridos, bulla brutal de quebraditas y perreos, hipo en racimos colgando de la noche del sarape , y durante el día buseros trogloditas, eterna bulla de cláxons tocando la tocata sin fuga de los escapes, y las motos con su larga pedorrera de testosterosa, y las alarmas nocturnas de los autos en celo y papel higienico, hormonas ululantes de microchips y el gendarme que pita, y el coro de celulares ansiosos, Oh San miguelcity, ciudad cacofónica, vaticano de la diosa Bocina.
Ernesto Guidos
No ha cambiado la forma de usar perfume de la mujer MIGUELEÑA , ni su convicción de que es agradable averiarle a los vecinos el nervio olfatorio y devastarles el sensorio. La mujer migueleña no insinúa su perfume , lo grita; no se maquilla , pintarrajea. Aureolada con su nube de químicos canallas, violetas sicalípticas y feromonas de azúcar batidas con sudor de señora del mercado , la mujer migueleña arroja su hedentina punzocortante con violencia de género.
No podrás ensordecerme, cerda chirriante y bofa, con tu ruido, calaca de alharaca, gargantas de matracas, toneladas de rugidos, bultos de alaridos, bulla brutal de quebraditas y perreos, hipo en racimos colgando de la noche del sarape , y durante el día buseros trogloditas, eterna bulla de cláxons tocando la tocata sin fuga de los escapes, y las motos con su larga pedorrera de testosterosa, y las alarmas nocturnas de los autos en celo y papel higienico, hormonas ululantes de microchips y el gendarme que pita, y el coro de celulares ansiosos, Oh San miguelcity, ciudad cacofónica, vaticano de la diosa Bocina.
Ernesto Guidos
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