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pensar la subjetividad por DenisseNajmanovich

Pensar la subjetividad

Denise Najmanovich

"Hay que ir por el lado en que la razón
gusta de estar en peligro".
G. Bachelard

Una provocativa maldición china reza así: ¡Que vivas en una época muy
interesante! Nosotros que estamos navegando ­o chapoteando- en una de ellas,
estamos en condiciones de comprender la ironía de esas sabias palabras. Pero
también, y abrevando en las mismas fuentes, podemos tomar la crisis por el
lado de la oportunidad y sus desafíos, y no dejar que nos abrume su faceta
de riesgo.
El espacio conceptual de la modernidad se correspondía con la geometría
euclideana, que se soñaba como única y soberana. Las coordenadas cartesianas
ofrecían una grilla tranquilizadora, y la ciencia presentaba un universo
mecánico, manipulable y predecible. Un mundo domesticado y desencantado. El
siglo XX despertó del sueño absolutista con el desarrollo de las geometrías
no euclidianas, y fue conmovido por la proliferación de nuevas y extrañas
perspectivas. El XXI requiere imperiosamente de otros escenarios donde sea
posible desplegar la actividad subjetiva y la transformación del mundo
experiencial en un espacio multidimensional para poder comprender y actuar
en este agitado e interesantísimo tiempo en que nos toca vivir. La lógica de
la simplicidad ha dejado de ser funcional y precisamos herramientas que nos
permitan pensar de una manera no lineal, dar cuenta de las paradojas
constitutivas de nuestro modo de experimentar(nos), acceder a un espacio
cognitivo caracterizado por las formaciones de bucles donde, por un lado, el
Sujeto construye al Objeto en su interacción con él y, por otro, el propio
Sujeto es construido en la interacción con el medioambiente natural y
social. No nacemos "sujetos" sino que devenimos tales en y a través del
juego social.
Desde las perspectivas de la modernidad el Sujeto se presentaba como una
sustancia pura, independiente, incorpórea pero interior - a la vez y
paradójicamente-, al modo de un carozo que anida en el cuerpo pero que
misteriosamente es radicalmente ajeno a él. En la contemporaneidad estamos
asistiendo a una "revolución epistemológica" que ha llevado a una puesta en
cuestión radical del "Mito Objetivista", y que como correlato necesario
abrió la puerta para poner en tela de juicio el "Mito del Sujeto". Desde una
mirada que parte de la vincularidad y la interacción como formas básicas de
la experiencia humana, la subjetividad no puede ser un carozo, una
estructura fija, un núcleo estable e independiente. Estamos dejando de
pensar en términos de sustancias, esencias o estructuras para acceder a la
fluidez y variabilidad de la experiencia contemporánea que exige considerar
la productividad, actividad, circulación, creatividad.
La filosofía de la escisión ­característica de pensamiento occidental- se
basa en una lógica de la pureza, la definición absoluta y la exclusión (El
Ser Es). Desde esa mirada, la diversidad, la vaguedad, la heterogeneidad son
inconcebibles (El no ser no es). La diferencia remite siempre a la
identidad, como desviación o degradación del "verdadero ser". Esta versión
monista del mundo, admite también una proliferación dualista (materia/razón,
cuerpo/mente, sujeto/objeto) a condición de mantener las fronteras
infranqueables, los compartimentos estancos. Cada uno de los polos de las
dicotomías se define en y por sí mismo, no se contamina con su contraparte,
estamos frente a un dualismo excluyente. La interacción transformadora, la
hibridación, la interpenetración, el vínculo instituyente y constituyente no
tienen cabida ni en los modelos de pensamiento monistas, ni en los
dualistas.
Las teorías psicológicas de la modernidad también se han visto afectadas,
arrastradas, e incluso han quedado empantanadas en sus posibilidades
creativas por la pregnancia e influjo de la filosofía de la escisión y las
concepciones positivistas del conocimiento, incapaces de hacer lugar a una
mirada interactiva de la experiencia humana del mundo que hoy está comenzado
a desplegarse, expandirse y proliferar.
Las concepciones interactivas son no-dualistas se caracterizan por ser
dinámicas, multidimensionales y complejas. Algunas de las nociones claves
que las atraviesan son:
Vínculos, Sistemas Abiertos y Organizaciones Complejas
Dinámicas no lineales
Emergencia, Historia y Devenir
Acontecimiento, Azar e Irreversibilidad
Tensiones, Flujos y Circulaciones
Escenarios, Espacios de Posibilidad
Co-evolución multidimensional
Juegos de productores: de sentido, de subjetividad, de mundo

Todas ellas están en el centro de las nuevas formas de pensar-sentir-actuar
en un mundo sacudido por agitaciones diversas, en que parece que todo lo
sólido se desvanece en el aire en una vertiginosa transformación. Desde una
perspectiva centrada en la dinámica vincular, el cambio como devenir, como
transformación, se ubica en el centro del espacio cognitivo. Estamos
viviendo la "disolución" de un mundo: el de la física clásica y el del
sujeto moderno. Ya a comienzos del siglo XX se hicieron evidentes las
fisuras del pensamiento atomista y esencialista. El quiebre de la
certidumbre en las ciencias duras fue recibido con alborozo en el mundo de
las humanidades, pero la satisfacción dio paso al temor y la inquietud
cuando le llegó el turno de ajustar las cuentas con el Sujeto. En relación a
este punto los humores y las actitudes fueron muy diferentes. ¿Qué es eso de
poner en tela de juicio nuestra identidad, nuestro concepto de experiencia,
nuestra independencia, nuestras caras creencias sobre nosotros mismos? ¿Qué
cosa extraña es esa de cuestionar la idea de una estructura psíquica, de un
carozo identitario, para pasar a pensar en términos de un escurridizo
devenir estructurante o de linajes de transformaciones? Los murmullos se
volvieron atronadores, y nuevas barreras se levantaron: que el mundo cambie,
vaya y pase, pero que nos arrastre junto con él, eso es harina de otro
costal. No en vano solemos recordar sólo una parte de la famosa frase de
Heráclito que sostiene que "Nunca nos bañamos dos veces en el mismo río",
pero se elude sistemáticamente la continuación del sabio pensador: "y las
almas se disuelven en las aguas".
Todas la concepciones modernas, incluido el estructuralismo, comparten la
característica de basarse y sostener modelos ideales, arquetípicos. La
diferencia radica exclusivamente en que los estructuralistas, en vez de
tener una partícula elemental, ubican el fundamento en una estructura
elemental, invariante, esencial y eterna. Estos modelos han sido muy
eficaces al aplicarse en contextos relativamente estables y aislados. Los
hombres modernos trabajaron con ahínco para construir un mundo tal que sus
productos mecánicos resultasen funcionales: en el laboratorio, en la
fábrica, en las instituciones fue generándose un ámbito estabilizado a
fuerza de estandarizar los parámetros ambientales y sociales. Aislamos las
máquinas con grandes caparazones de metal y construimos edificios para
albergarlas, edificamos ciudades y asfaltamos la tierra, disciplinamos los
cuerpos y estandarizamos la conducta, a través una multiplicidad de
tecnologías y dispositivos sociales ­que suelen ser mucho más "duras" de lo
que suele pensarse habitualmente, a pesar de no ser materiales-. Munidos de
un conocimiento que privilegia las explicaciones mecánicas, los hombres
modernos construyeron un mundo, donde estaban incluidos ellos mismos, a
imagen y semejanza del modelo "ideal" que usaban para explicarlo. De esta
manera la experiencia del sujeto entró dentro de la máquina estandarizadora,
aunque éste a veces presenta un poquito más de resistencia que los
electrones. La familia, la escuela, la fábrica, el ejército son las
instituciones encargadas de llevar adelante este proceso de estandarización
y domesticación del sujeto.
Los modelos teóricos de la modernidad se han caracterizado por una
restricción profunda a explorar lo diverso, a dar cuenta de lo diferente, lo
creativo, lo no domesticable, lo que se inscribe como acontecimiento y no
puede fosilizarse en un modelo, o en una estructura, o en un pattern fijo.
Abrir nuestro pensamiento creando espacios paro lo informal ­como "no
formal" y no como "sin forma"- implica dar lugar a los cambios como
verdaderas transformaciones y no como un despliegue de lo mismo, y es por lo
tanto una perspectiva tanto cognitiva como ética. En las ciencias duras la
tarea está en pleno auge. Nuevas perspectivas están en plena expansión
gestando modelos no lineales, complejos y extraños. El mundo "de los
ladrillitos elementales " se ha desmoronado al ritmo de las trompetas
cuánticas. Todo el universo físico es visto hoy como una inmensa " red de
interacciones " donde nada puede definirse de manera absolutamente
independiente, y en el que se enseñorea el "efecto mariposa " ( cuya versión
popular dice que cuando una mariposa aletea en el Mar de la China puede
"causar" un tornado en New York) La transformación conceptual que viene de
la mano de una nueva metáfora como la del universo como red o entramado de
relaciones, y los individuos como nodos de esa red, hoy excede largamente a
la transformación de la imagen del mundo propuesta por la física, para
abarcar desde la lingüística hasta las teorías organizacionales, la
psicología y la economía, donde está comenzando a tallar con fuerza. Desde
la perspectiva clásica las interacciones resultaban invisibles, ya que el
tamiz metodológico-conceptual no permitía captarlas. Aún hoy tenemos grandes
dificultades para incorporar el punto de vista implicado en la metáfora de
la red y la mayoría de las personas siguen pensándose como individuos
aislados (partículas elementales ) y no como parte de múltiples redes de
interacciones: familiares, de amistad, laborales, recreativas (participar en
un club), políticas ( militar en un partido, votar, integrar una ONG),
culturales ( pertenecer a una institución cultural o educativa),
informativas (ser lectores o escritores o productores en o de un medio de
comunicación), sin olvidar las redes lingüísticas y de comunicación que son
el tejido conectivo de nuestro mundo de interacciones.
Recién en las últimas décadas, el giro epistemológico hacia la complejidad
ha permitido que comenzáramos a dar cuenta de la multidimensionalidad que se
abre cuando pasamos de las metáforas mecánicas al pensamiento complejo, que
toma en cuenta las interacciones dinámicas y las transformaciones. Ha
comenzado a gestarse una cultura que no piensa al universo como un reloj
sino como "archipiélagos de orden en un mar de caos": la cultura de la
complejidad. Los investigadores en ciencias "blandas", los intelectuales
"humanistas", los profesionales de las áreas sociales, tienen todavía muchas
dificultades para legitimar los nuevos puntos de vista ligados a la
complejidad y las concepciones interactivas, puesto que no se ha sacudido el
yugo metodológico impuesto por la epistemología empirísta-positivista. Para
cortar el nudo gordiano es necesario destrabar tanto la creencia en un
acceso privilegiado a una realidad externa, como la ilusión de una
subjetividad desencarnada, puramente racional e individual.
El conocimiento, desde la perspectiva pos-positivista, no es el producto de
un sujeto radicalmente separado de la naturaleza sino el resultado de la
interacción global del hombre con el mundo al que pertenece. El observador
es hoy partícipe y creador del conocimiento. El mundo en el que vivimos los
humanos no es un mundo abstracto, un contexto pasivo, sino nuestra propia
creación simbólico-vivencial. Sin embargo, que nuestras ideas del mundo sean
construcciones no quiere decir que el universo sea un "objeto mental", sino
que al conocer no podemos desconectar nuestras propias categorías de
conocimiento, nuestra corporalidad, nuestra historia, nuestras experiencias
y nuestras sensaciones. El mundo que construimos no depende sólo de
nosotros, sino que emerge en la interacción multidimensional de los seres
humanos con su ambiente, del que somos inseparables.
Desde los enfoques de la complejidad, el sujeto no es meramente un
individuo, es decir un átomo social, ni una sumatoria de células que forman
una aparato mecánico, sino que es una "unidad heterogénea" y abierta al
intercambio. El sujeto no es una sumatoria de capacidades, propiedades o
constituyentes elementales, es una organización emergente. El sujeto sólo
adviene como tal en la trama relacional de su sociedad.
Las propiedades ya no están en las cosas sino "entre" las cosas, en el
intercambio. Desde esta nueva mirada, tampoco el sujeto es un ser, una
sustancia, una estructura o una cosa sino un devenir en las interacciones.
Las nociones de historia y vínculos son los pilares fundamentales para la
construcción de una nueva perspectiva transformadora de nuestra experiencia
del mundo y de nosotros mismos. Y este cambio no sólo se da a nivel
conceptual, sino que implica también abrirnos a una nueva sensibilidad y a
otras formas de actuar y de conocer, a otra ética y otra estética, ya que
desde la mirada compleja estas dimensiones son inseparables en el con-vivir
humano.
Estamos pasando de las ciencias de la conservación a las de la creación,
porque, aunque parezca paradójico a primera vista, la noción de historia
está estrechamente ligada a la de creatividad en un universo evolutivo
complejo. Liberadas del determinismo clásico, las teorizaciones actuales han
dejado lugar a la diferencia como factor de creación y cambio, de selección
de rumbos. La historia no es mera repetición, ni despliegue de lo ya
contenido en el pasado. El ruido, el azar, el otro, lo distinto son las
fuentes de novedad radical y vías para el aumento de complejidad y no meros
"defectos despreciables". Esta transformación conceptual ha sido el producto
del deplazamiento del foco conceptual desde los sistemas cerrados y cerca
del equilibrio hacia los sistemas abiertos evolutivos en diálogo multiforme
con su ambiente. Desde esta perspectiva conceptual el sujeto no es lo dado
biológicamente, ni un "psique" pura, sino que el sujeto adviene y deviene en
el intercambio en un medio social humano en un mundo complejo. Ahora bien,
no debemos confundir el sujeto con la subjetividad. Esta es la forma
peculiar que adopta el vínculo humano-mundo en cada uno de nosotros, es el
espacio de libertad y creatividad, el espacio de la ética. El sujeto no se
caracteriza solamente por su subjetividad, sino por ser al mismo tiempo
capaz de objetivar, es decir, de convenir, de acordar en el seno de la
comunidad, de producir un imaginario común y por tanto de construir su
realidad. Lo que los positivistas llamaban "el mundo objetivo" es para las
ciencias de la complejidad una construcción imaginaria compartida, un mundo
simbólico creado en la interacción multidimensional del sujeto con el mundo
del que forma parte. El mundo en que vivimos es un mundo humano, un mundo
simbólico, un mundo construido en nuestra interacción con lo real, con lo
que está afuera del lenguaje, con el misterio que opone resistencia a
nuestras creaciones y a la vez es la condición de posibilidad de las mismas.
El enfoque de la complejidad se asienta sobre un conjunto de supuestos e
hipótesis fundamentales, entre los que se destacan: a) Las partes de un
sistema complejo sólo son "partes" por relación a la organización global,
que emerge de la interacción. b) La Unidad Global no puede explicarse por
sus componentes. El sistema presenta interacciones facilitadoras,
inhibidoras, y transformaciones internas que lo hacen no totalizable . c) El
sistema complejo surge de la dinámica de interacciones y la organización se
conserva a través de múltiples ligaduras con el medio, del que se nutre y al
que modifica, caracterizándose por poseer una autonomía relativa. Las
ligaduras con el medio son la condición de posibilidad para la libertad del
sistema. La flexibilidad del sistema, su apertura regulada, le provee la
posibilidad de cambiar o de mantenerse, en relación a sus interacciones con
su ambiente. d) El contexto no es un ámbito separado e inerte, sino el lugar
de los intercambios y a partir de allí el universo entero puede ser
considerado una inmensa " red de interacciones ", donde nada puede definirse
de manera absolutamente independiente e) En todas aquellas situaciones en
que se produzcan interacciones, ya sean positivas (sinérgicas) o negativas
(inhibidoras), o cuando intentemos pensar el cambio cualitativo, no tiene
sentido preguntarse por la causa de un acontecimiento, ya que no hay
independencia ni posibilidad de sumar efectos, sino transformación. Sólo
podemos preguntarnos por las condiciones de emergencia, por los factores
co-productores que se relacionan con la aparición de la novedad. Este modo
explicativo, apunta más a la comprensión global que a la predicción exacta,
y reconoce que ningún análisis puede agotar el fenómeno que es pensado desde
una perspectiva compleja.
La civilización que creyó en las certezas definitivas, en el conocimiento
absoluto y el progreso permanente está derrumbándose y están abriéndose paso
nuevos modos de pensar, de sentir, de actuar y vivir en el mundo. El sujeto
complejo ha producido un giro "recursivo" fundamental e irreversible. La
transformación de nuestra mirada, que estamos viviendo, implica pasar de la
búsqueda de certezas a la aceptación de la incertidumbre, del destino fijado
a la responsabilidad de la elección, de las leyes de la historia a la
función historizante, de una única perspectiva privilegiada al sesgo de la
mirada. En el camino nos encontramos con nosotros mismos profundamente
unidos al mundo en una interacción compleja y multidimensional. Ese
re-encuento del sujeto con su mirada ha dejado al descubierto nuestras
limitaciones y nuestras posibilidades, ha eliminado las garantías
tranquilizadoras y nos ha abierto las puertas al vértigo de la creación
¿Sabremos aceptar el desafío?

de Biblioteca Campo grupal

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