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Violencia social

San Miguelcity tiene la fama de ser una ciudad peligrosa. El promedio semanal de homicidios se sitúa entre quince y veinte. Apenas si se presta atención al choque de los automóviles. Los cadáveres se recogen a la caída del día sin mayor trámite. Sólo subsiste el olor a sangre.
En la capa de aire caliente que recubre San Miguelcity, han proliferado los zopilotes. Después de un asesinato, se atropellan, como cobradores de impuestos sobriamente vestidos, sobre el filo de los techos. En ocasiones suele advertirse su robusta sombra aun antes de que se haya oído un disparo.
Los asesinos y los asesinados pertenecen a una misma familia. Crecieron juntos y se han casado entre ellos. Resulta casi imposible distinguir entre los Robertos y los manueles, las marias y las Juanas . La codicia abre nuevos apetitos. Las complicidades, los arreglos negociados entre cárteles se deshilvanan y deshacen. Entonces vuelven a empezar los asesinatos. Los beneficios, los feudos sangrientos y las revanchas urden una sólida trama.

La cólera del amor en un poema... Poemas contra el asesinato. Poemas puestos en las manos de los muertos , para los vivos. En especial para los vivos. Podremos añadir algo, por insignificante que sea, al peso de la vida en algún lugar? Poemas llenos de una furia de vivir, más fuerte que la de los asesinos.

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