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Lo mismo por Guidos

Convertir al género femenino en mero objeto de deseo es o no es una forma de humillación? o será acaso una sutil maniobra de algunas mujeres para vivir sin mayor mérito que tener un chasis de lujo y unas caderas esculpidas. Cada vez, son mas las mujeres que se operan para explotar el filón de la testosterona. Si los hombres somos tan tontos como para sucumbir ante una teta respingona, un culo prieto y unos labios infiltrados, peor para nosotros. Si además pagamos por ver todo el equipo, peor para nosotros. Las mujeres además de poder vivir de su cerebro, tienen la posibilidad de vivir del culto al cuerpo femenino del cual muchas, pero muchas han hecho un rentable negocio .

Mujercitas de alto standing venden a precio de oro lo que ofrecen gratis a un amante delicado que sabe comerles la oreja y navegar con su mano por otras latitudes de su body. Donde el amor no llega, llega fácilmente la VISA
o MASTERCARD , y que viva el negocio fácil. Que a las mujeres se recompense mil veces mejor por exhibirse que por sacarse un master en dirección de empresas. A quien diablos importa? Si algunas mujeres son listas pero poco agraciadas, podrán vivir de su cerebro y reclamar después una parcela de autenticidad y belleza interior. Si son bellas pero un poco limitadas, deberán de ejercitarse en el calientapollismo del poderoso y si
son listas y guapas, su vida será un camino de rosas, aunque en ocasiones la belleza eclipse a la inteligencia y se sientan minusvaloradas ante el ojo del macho selector. Así las cosas, ¿quién demonios va a ofenderse?
Dando clases de econometría, recogiendo pelotas o tocando pelotas, la mujer
tiene todas las de ganar
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Tocar fondo no significa estancarse; hundirse no es estar ya hundido; es sentir que uno comienza a asfixiarse, a entrar en callejones sin salida. A pesar de tantas realidades intolerables como conocemos, decimos estar muy a gusto, a veces nos cuesta reconocer que lo que nos rodea no es perfecto. Algunas veces utilizamos nuestro propio motor para emplearnos al cien por cien; al final terminamos pensando que nada justifica ese esfuerzo. Nos decimos a nosotros mismos que las cosas funcionan, que no pueden ser de otra forma, y pretendemos tenerlo todo bajo control. No podemos admitir que variable alguna nos haga errar en lo que hacemos. Nada de situaciones imprevistas, ni en lo bueno ni en lo malo. “¡Ja ja, ahora vas a ver!”, nos grita la vida. En lo profundo del agujero es donde percibimos ese yo encendido. Nuestra bombilla irrumpe en escena cuando apenas tenemos fuerzas de reserva. Su magia nos obliga a ser activos. La matemática resulta vencedora si aceptamos sin más cuanto el destino o los demás quieran hacer con nosotros; y es vencida por el instinto, que nos invita a volar y a vomitar la dejadez que nos invade.

Si de sobrevivir se trata ,Alejandro, a veces saborear el cielo al máximo supone palpar primero ......................... el infierno.



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Siempre nos encontramos en un andén eterno mirando al viejo reloj de la iglesia esperando a que llegue eso que tenía que haber llegado hace mucho, esperando eso que creemos que nos merecemos, que hemos imaginado muchas
veces...Tarde o temprano, el autobús llega. Quizás no es la línea que esperábamos o quizás sí. En ese momento, cuando ya hemos dejado de esperar aquello que no llegaba, el bus nos deja en otra estación y resulta que debemos esperar de nuevo.
Una y otra vez nuestro recorrido está lleno de pequeñas esperas, grandes esperas, tiempo que rellenamos con la vida. Con el engranaje diario de la rutina. Una y otra vez haciendo lo mismo mientras esperamos.

Dr.Guidos

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