Jovenes complices: Nuevos monstruos
Nuevos monstruos: jóvenes cómplices
( Primera parte)
Hijos de la Medicina Basada en la Evidencia... de los ciegos, sordos y mudos.
Los servicios necesitan para continuar como dispositivo de poder, gente afín a ellos, funcional a su sistema.
Desde hace años la residencia de un servicio como cardiología existe disociada de la realidad.
Los nuevos integrantes temen la configuración de la vida médica y disfrazan su angustia con soberbia y aislamiento narcisista.
Cada vez son menos clínicos y más virtuales ( médicos de ficción), pues no saben dialogar con los seres enfermos ni tolerar sus dramas.
Reemplazan la historia clínica por estudios complementarios que actúan como sustitutos vinculares.
Piden análisis de laboratorio, diversas herramientas basadas en las imágenes y tal vez, sacan de guías extranjeras la evidencia de su supuesta eficiencia.
No organizan seguimientos de los pacientes complejos, sólo de los que están pagados por los laboratorios farmacéuticos.
No concurren a la guardia de Urgencias: delegan ese aprendizaje en los médicos de urgencias a los que subestiman y desconocen.
Ellos reciben pocos pacientes y seleccionados: los que sus jefes aceptan.
Por ejemplo: infartos de Miocardio agudos, pacientes de electrofisiología.
Todo lo que mueve de alguna manera, dinero y fama.
Nada de los social: los miles de excluidos con sus patologías crónicas y su desesperación.
Salvo los que son animales de experimentación farmacológica: protocolizados.
Los pacientes de protocolo científico son mimados por todos pues traen dinero y chapa para el servicio.
Serán los números de la estadística que convencerá a otros colegas de las bondades de tal remedio o intervención tecnológica.
Se discutirán en los luminosos y bellos congresos nacionales armados financieramente por las Corporaciones dueñas del saber y poder médico.
Las nuevas generaciones son posmodernos: descendientes de años de dictaduras y gobiernos hipócritas seudodemocráticos, de un mundo donde nada importa y donde la solidaridad y el compromiso no son valores culturales.
Estos chicos son ejemplos del individualismo capitalista, que persigue un éxito que no les pertenece.
No saben que ayudan con su pasividad y personalidad infantil a la continuidad de un sistema de salud para pocos, excluyente, injusto y cruel.
Cubren su mediocridad con la soberbia del discurso hegemónico globalizador e imperial vigente.
Están pegados a las pantallas de las computadoras, mientras la realidad circula al lado y ellos ni se enteran.
¡ Y la nave va...sin ellos!
( Primera parte)
Hijos de la Medicina Basada en la Evidencia... de los ciegos, sordos y mudos.
Los servicios necesitan para continuar como dispositivo de poder, gente afín a ellos, funcional a su sistema.
Desde hace años la residencia de un servicio como cardiología existe disociada de la realidad.
Los nuevos integrantes temen la configuración de la vida médica y disfrazan su angustia con soberbia y aislamiento narcisista.
Cada vez son menos clínicos y más virtuales ( médicos de ficción), pues no saben dialogar con los seres enfermos ni tolerar sus dramas.
Reemplazan la historia clínica por estudios complementarios que actúan como sustitutos vinculares.
Piden análisis de laboratorio, diversas herramientas basadas en las imágenes y tal vez, sacan de guías extranjeras la evidencia de su supuesta eficiencia.
No organizan seguimientos de los pacientes complejos, sólo de los que están pagados por los laboratorios farmacéuticos.
No concurren a la guardia de Urgencias: delegan ese aprendizaje en los médicos de urgencias a los que subestiman y desconocen.
Ellos reciben pocos pacientes y seleccionados: los que sus jefes aceptan.
Por ejemplo: infartos de Miocardio agudos, pacientes de electrofisiología.
Todo lo que mueve de alguna manera, dinero y fama.
Nada de los social: los miles de excluidos con sus patologías crónicas y su desesperación.
Salvo los que son animales de experimentación farmacológica: protocolizados.
Los pacientes de protocolo científico son mimados por todos pues traen dinero y chapa para el servicio.
Serán los números de la estadística que convencerá a otros colegas de las bondades de tal remedio o intervención tecnológica.
Se discutirán en los luminosos y bellos congresos nacionales armados financieramente por las Corporaciones dueñas del saber y poder médico.
Las nuevas generaciones son posmodernos: descendientes de años de dictaduras y gobiernos hipócritas seudodemocráticos, de un mundo donde nada importa y donde la solidaridad y el compromiso no son valores culturales.
Estos chicos son ejemplos del individualismo capitalista, que persigue un éxito que no les pertenece.
No saben que ayudan con su pasividad y personalidad infantil a la continuidad de un sistema de salud para pocos, excluyente, injusto y cruel.
Cubren su mediocridad con la soberbia del discurso hegemónico globalizador e imperial vigente.
Están pegados a las pantallas de las computadoras, mientras la realidad circula al lado y ellos ni se enteran.
¡ Y la nave va...sin ellos!
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