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Palabras de un luchador medico

Nací justo a tiempo en 1943 para sentir la siesta de mi padre fundador con otros de FORJA mientras los hombres se masacraban en el frente oriental. Años más tarde comencé a escuchar las listas de apellidos extraños de ACNUR por Radio Nacional. Todo aquello parecía tan lejano que creía que nunca llegaría a mi calle de adoquines. Vi desde la terraza el bombardeo de Plaza de Mayo y entre los once y los trece años quedé huérfano de golpe. Escribí siempre en mi cabeza. Todo era una historia a contar y me deleitaba con ello. Pasé de un colegio de curas que nos asustaba a los chicos con la muerte y el pecado a la libertad del Moreno donde conocí que había compañeros que decían que Dios no existe y era posible un mundo mejor.
Desde entonces no tuve retorno. He leído cuanto caía en mis manos. Centenares de libros. He hecho casi todas las cosas que quería, como querer a una mujer por más de un cuarto de siglo, criar hijos, escribir innumerables trabajos científicos, recorrer un poco el mundo, ser mordaz con la basura y pelear contra los malos todo lo que pude. La muerte llega a mis calles de adoquín.
Creo que el futuro será de combate inevitable para parir otra luz. Yo o alguien como yo estará allí en la alegría de la lucha por la libertad.                                                          

Pedro de Sarasqueta

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