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La grieta

Agrietemos el poder médico

" Por que tu cuerpo les pertenece"

El poder médico controla y gobierna los hospitales públicos, la universidad y algunas obras sociales.

Funciona como empresa en cada servicio hospitalario con una estructura jerárquica y autoritaria. Cada uno es un negocio que beneficia a sus directivos. Los pacientes son animales de experimentación de protocolos de venta de la fábrica de la salud, las corporaciones industriales. Tecnología y fármacos son utilizados para demostrar su utilidad y conveniencia y atrapar a la población con su supuesta efectividad.

Los servicios son circuitos donde circulan la tecnología para su futuro consumo.

La ética médica es la de la ganancia y el beneficio privado de unos pocos.

La universidad les brinda títulos que embellecen sus honorables jerarquías y acumulan puntaje en la competencia del saber/ poder. Sirven para preparar a los médicos como agentes medicalizadores y rellenar los cuerpos con tecnologías y remedios para contener sus quejas y malestares existenciales.

La organización política de los hospitales maneja y distribuye puestos, honores y premios a sus integrantes. Una red de clientelismo y corrupción da perpetuidad a sus negocios privados con los bienes públicos. Reparten direcciones y colocan a sus socios en puestos ejecutivos para dominar y controlar sus empresas.

La medicina es un negocio y los médicos empresarios.

Los cuerpos consumen mercancías de la salud para estar sanos, jóvenes y bellos.

La opción rebelde

Los médicos rebeldes debemos continuar la larga marcha y agrietar el poder médico.

Fracturar el muro de corrupción y beneficios con una praxis ética y solidaria.

Golpear donde podamos, sabotear sus negocios, avivar a los pacientes, juntar cuerpos críticos y ejercer una clínica de lucha y creatividad.

Imaginar otro mundo y otros seres es nuestro deber.

La base del poder médico es la prescripción. Optar por otra manera de medicar los cuerpos, de aumentar su potencia con recursos propios. Transformar la queja en poesía, en cambio. Transcribirnos con la cultura, con los numerosos recursos de la propia vincularidad.

Superar esta medicina socia del capitalismo y sus empresas.

 

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