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Las mentiras del MInistro de insalubridad publica: hablar para la gilada y para atrapar votantes

Octavio: Me explicas el Ministro de Salud de qué nación escribió esto? porque no sé donde estan las 25.000 camas de internación psiquiatrica hospitalaria,ni las casas de medio camino (dos con mucha generosidad)y los demás maravillas que están haciendo tan silenciosamente que nadie lo ve ni se entera. La baja del 30 % de los internados crónicos deben deberse a los cierres de camas (paciente fallecido o dado de alta= cierre de cama) y no de rehabilitación de pacientes. Hay épocas en que da terror la tasa de fallecimientos en ciertos hospitales psiquiátricos. No puedo dar cifras. Pero debe poder accederse a las estadísticas (si las ratas no se comieron las planillas)Marta

Octavio Galvan escribió: Salud mental: recuperar el tiempo perdido

Los hospitales neuropsiquiátricos no pueden ni deben ser cárceles

Los hospitales neuropsiquiátricos no pueden ni deben ser cárceles.
Aunque resulte una verdad de perogrullo, en nuestro país, y por
factores tales como el abandono familiar, los enfoques terapéuticos,
las excesivas atribuciones del Poder Judicial para disponer
internaciones o la estigmatización social que cargan sobre sí las
personas con padecimientos mentales, por décadas esas instituciones
se mantuvieron férreamente clausuradas, obturando el normal tránsito
entre "el adentro" y "el afuera".

Esta marginación concreta, este encarcelamiento justificado por
razones de salud, configura una de las más aberrantes formas de
discriminación y violación sistemática de los derechos humanos. Nadie
que sufra algún trastorno hepático, diabetes o reuma -por citar
enfermedades al azar-, carga con la cruz denigrante de ser un enfermo
mental.

Durante largas décadas, distintas corrientes del pensamiento médico
vincularon las enfermedades mentales sólo con la biología o las
cuestiones físicas. Pero luego comenzaron a tomar cuerpo con mucha
mayor nitidez los llamados determinantes sociales y culturales de la
salud, es decir, la forma en que el contexto influye decisivamente
sobre el estado de salud de las personas.

Cada tiempo y cultura tiene su enfermedad mental prevalente. Ayer
fueron las neurastenias y las histerias. Hoy nos encontramos con la
depresión que ya es una epidemia", así como son cada vez más
frecuentes los ataques de pánico.

Por eso, su solución no puede encontrarse sólo en el encierro
manicomial o en el aislamiento químico de los medicamentos: hay que
tratar a los pacientes junto con su familia, en la comunidad y con
ella, entendiendo su matriz cultural y social, que en salud mental
son el tipo de sociedad en que vivimos, la violencia, la agresión, la
falta de armonía, de inserción o la exclusión social. Las patologías
psiquiátricas tienen también su origen en la sociedad y allí parte
esencial de su terapéutica. No podemos ni debemos permitir que se
aleje de ella a las personas que las sufren, que se las excluya ni
que se las ignore.

La Argentina tiene actualmente más de un millón de personas con
trastornos psiquiátricos como psicosis, trastornos bipolares y
depresiones graves, y su destino fatal, su único camino por recorrer,
no puede seguir siendo alguna de las 25 mil camas hospitalarias
psiquiátricas con que cuenta el país.

Para reparar esa iniquidad manifiesta, esa segregación injusta, desde
el Ministerio de Salud de la Nación dispusimos "en silencio pero
sostenidamente" una política nacional e integral de salud mental que,
desde un nuevo paradigma terapéutico, tiene como eje estructurador el
respeto por los derechos de los pacientes, facilitando su reinserción
comunitaria.

De hecho, en virtud de los importantes avances registrados en la
materia en los últimos cinco años, la Argentina acaba de ser sede de
una reunión internacional de referentes de la salud mental, quienes
reconocieron logros entre los que se cuentan la disminución en un 30%
de las camas ocupadas por pacientes crónicos.

Así, la Colonia Montes de Oca pasó de las páginas policiales a las de
salud. Estamos orgullosos, pero no relajados, por haber logrado dar "
por primera vez en su larga historia" más de 100 altas en el año
2006. La esperanza de vida de los pacientes internados, que no
superaba los 32 años, hoy es de 65 años. Pudimos devolverle la
identidad a 25 pacientes alojados como NN desde hacía décadas, y
seguimos abriendo Casas de Medio Camino en la propia localidad de
Torres "muy cerca de la colonia", para promover la paulatina
reinserción social de los pacientes externados. Allí comparten sus
días como cualquier familia del barrio, conviviendo naturalmente y
con armonía social. Más de 200 casas similares ya fueron habilitadas
en todo el país, profundizando la estrategia de la
desmanicomialización, para así transformar los establecimientos
asilares en instituciones sanitarias.

No se trata de sacar a las personas a la calle sin protección ni
cobertura, sino de seguir creando otros dispositivos de atención que
se conviertan en mejores alternativas para los pacientes, y de
entender como sociedad que somos parte del problema pero también
actores indispensables de la terapéutica comunitaria.

Estamos protagonizando muchas innovaciones y rompiendo con la idea
del presidio, porque ya es demasiada cárcel que un individuo padezca
cualquier tipo de enfermedad como para que se le agregue encierro
inducido judicialmente o en nombre del bienestar de la familia,
porque ésta dice que es necesario internar y el juez le hace caso.

La autoridad sanitaria "el equipo de salud que recibe, trata y
contiene a los pacientes" debe recuperar autonomía frente a las
excesivas facultades que hoy detenta el Poder Judicial, demasiado
propenso a ordenar internaciones pero habitualmente reticente a
autorizar altas dispuestas por los profesionales actuantes. Sobre
todo cuando más del 80% de las personas internadas en manicomios
están en esa condición por orden judicial. Para revertir ese
escenario, abrimos una instancia de diálogo con muchos magistrados
que muestran preocupación por la judicialización de los pacientes.

Además de incrementar el presupuesto destinado al área, hemos creado
la Mesa de Salud Mental y Derechos Humanos, que entiende a los
pacientes con padecimiento mental como sujetos de derechos, revisando
conceptos y capacitando en las buenas prácticas en salud mental. A
ella también integramos a las organizaciones de familiares de
pacientes, pues hoy "en la mayoría de las provincias", se atiende más
en los Centros de Atención Primaria, en la propia comunidad, que en
los hospitales.

En el marco del Plan Federal de Salud, y con el rol de rectoría que
le cabe al ministerio nacional, consolidamos direcciones de salud
mental en las 24 provincias, dotándolas técnicamente de equipamiento.

Porque las acciones oficiales en salud mental no pueden quedar
restringidas a los muchos pacientes alojados en instituciones
psiquiátricas, también trabajamos para otros millones de personas que
"si bien no ocupan camas hospitalarias", a diario requieren de
respuestas adecuadas. Por eso, capacitamos a más de 4500
profesionales comunitarios especializados en atención primaria de la
salud para atender en salud mental.

Y preocupados por el aumento de casos, pusimos en funcionamiento el
Programa Nacional de Prevención del Suicidio, con un compromiso
compartido por todos los ministerios provinciales de disminuir en dos
años la tasa de prevalencia.

Por prejuicios, desidia, temor al mito de la locura o simplemente
porque "los locos no votan", resulta evidente que, durante años, la
salud mental estuvo ausente en la agenda sanitaria colectiva. Es el
momento de recuperar el tiempo y el protagonismo perdido.

El autor es ministro de Salud de la Nación.

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