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Editorial del GRR.ORG.ar

 

EDITORIAL DEL DOMINGO 2 DE MARZO DE 2008

 

 

Suelo decir, que abundan los que ven el árbol pero no ven el bosque. Tal vez sea aún más grave que ver solamente el árbol, tal vez ocurre que ya no pueden ver el bosque. No es un problema menor. Me estoy refiriendo a que es posible que el bagaje ideológico del que disponen, no les deje ver el bosque. Dicho de otra manera: que solo pueden ver las consecuencias no las causas, que solo pueden ver la parcialidad no el conjunto, que tienen una mirada dirigida no una visión holística, y que han perdido la perspectiva diacrónica de los procesos históricos…

 

 

Circula un correo anónimo y sumamente agresivo contra mis editoriales donde se reconoce que necesitan escucharme para conocer y hasta para comprender ciertos fenómenos que ocurren en los nuevos procesos globales, pero a la vez alertan acerca de mi pensamiento porque afirman que yo sería anticomunista y reaccionario, y además de un tipo de supuesto peronismo que no alcanzan a definir, pero que suponen haría el juego al carrusel de los diversos "peronismos" que se han venido sucediendo desde los ochenta y a lo largo de la Democracia … El escrito, pese a no plantear un debate abierto, me resulta interesante, y me da pie a nuevas reflexiones. Me pregunto si no hay en él algo de sofisma o tal vez mejor de paralogismo, ya que no me consta que se intente engañar a los demás. Sí, me inclino a pensar en el propio autoengaño; me pregunto, entonces, si no será un paralogismo, el reconocer de alguien la capacidad de observar o anticipar situaciones, siendo ellas productos de una reflexión a la que en simultáneo, se desdeña o se menoscaba por razones ideológicas; más aún, se reprueba esa formación de la conciencia que condujo a esas observaciones y anticipaciones que se valoran, sin concluir que, no se es capaz de lograrlo con el propio bagaje, al que, no obstante, se lo prejuzga superior.

 

 

El Paralogismo, según Kant sería un raciocinio engañoso, y ello significa que es falso en cuanto a la forma, pese a parecer legítimo. Ciertos razonamientos serían un paralogismo cuando nos engañamos a nosotros mismos, y serían un sofisma cuando en cambio, lo que se intenta, es engañar a los demás. .Es uno de los temas de que tratan reiteradamente mis editoriales de los domingos, el de los engaños que surgen de la propia naturaleza de la razón. Según parece, algunos tienen un equipo de reflexionar que se mueve con los conceptos del siglo diecinueve y pretenden interpretar con ese dispositivo lo que ocurre en el siglo veintiuno. Es natural entonces, que hayamos dejado de comprender gran parte de lo que nos sucede en el mundo global, y que no podamos detenernos a considerar cómo es que China, siendo comunista, ha devenido en la locomotora del actual Capitalismo salvaje. Que en el proceso boliviano se impongan los desvaríos de un indigenismo que disocia la unidad de Bolivia, sino como Nación al menos como Estado, y que emula y se equipara al secesionismo de la oligarquía de Santa Cruz de la Sierra. Que Chávez estaría generando un socialismo para el nuevo siglo y que, en tanto, se quede prendado de las ideas de Gustavo Grobocopatel y cierre contratos millonarios con el Rey de la soja. Que la mayoría de los revolucionarios tupamaros del Uruguay respalden el proyecto colonial de Botnia de bosques implantados y de producción de pasta de papel, y que muchos de ellos además propongan una especie de TLC (Tratado de Libre Comercio) con los EE.UU. para lograr que el mercado norteamericano se abra a las producciones propias del Uruguay. Que cuando se habla de romper el bloqueo cubano, y dado que ese bloqueo ya no existe para el común de los países, a lo que se está refiriendo es a lo mismo que busca el Uruguay: o sea, abrir el inmenso mercado norteamericano a las propias producciones de Cuba, producciones que por otra parte, no son sino commodities, tales como: azúcar, tabaco y níquel.

 

 

Construyamos ahora juntos una analogía: aun más todavía, construyamos una analogía de lo paradójico, y digamos que lo que ocurre es algo así como que, con un aparato ideológico de la época de la mecánica y de los motores a vapor, algunos pretenden comprender o enfrentar los problemas de una sociedad global cada vez más compleja; mientras que otros, respaldados por las físicas quánticas, la informática, la termodinámica y la holística, proponen el Decrecimiento, reivindican las huertas de autoconsumo, el uso de las hierbas medicinales y el reciclado de basura domiciliaria. Los primeros afirman, desde la presunta autoridad que les confieren las certezas del siglo diecinueve, que los segundos pretenden volver a las cavernas y estos últimos, desde las incertidumbres y las complejidades de las nuevas ciencias, se esfuerzan por bajarles a los primeros la autoestima y enseñarles a dar testimonio desde la propia responsabilidad personal. Esta confrontación que es emblemática, se produce además, en los marcos de una creciente catástrofe planetaria en que el cambio climático, la crisis energética y el inicio de la recesión en los EE.UU., hacen absolutamente impredecible todo futuro que no sea el mañana inmediato.

 

 

El pensador alemán Nicolás Luhmann fallecido en 1998, desarrolló la teoría de los sistemas. Luhmann, que tiene una enorme presencia en el pensamiento de la actual Alemania, compara el uso de la paradoja con el caso clásico de la observación de la Medusa, la hermana mortal de las tres Gorgonas de la mitología griega. Ante ella el observador directo quedará paralizado a menos que recurra a la artimaña de Perseo, hijo de Zeus, que por consejo de Palas Atenea, la observa a través de su imagen reflejada en el escudo. Se trataría entonces de evitar la observación directa de la paradoja, nos dice Luhmann, que algo sabe del tema, porque cuando joven fue piloto de la Lufwaffe, y en cambio se trata de observar las observaciones o acaso las percepciones del observador de la paradoja.

 

 

Veamos entonces las observaciones o acaso las divagaciones de alguno de los paralizados frente a la Medusa. Durante la última jornada del III Foro Internacional sobre Globalización Económica y Sindicatos que finalizó hace algunas semanas en el Hotel Palacio del Pueblo de Beijing, China, hicieron uso de la palabra representantes de las distintas delegaciones entre los que se contó al secretario adjunto de la CTA, Pablo Micheli de ATE. ¿De qué habló el compañero Micheli en China? Según la propia prensa sindical de la CTA, Micheli leyó una ponencia referida al "desarrollo sostenible, trabajo decente y el rol de los sindicatos", ponencia que habría sido muy bien recibida por el pleno de delegados intervinientes en el Foro. En verdad y por lo que leemos, la ponencia estuvo especialmente dirigida a denostar al presunto "desarrollo sostenible" como un intento grosero de supervivencia del sistema capitalista. Escuchémoslo al compañero Micheli: "En esas circunstancias, lo que se propone desde allí como "desarrollo sostenible" es la supervivencia del sistema capitalista en su fase actual, lo que dado el grado de profundidad de la crisis resulta algo por demás utópico. En efecto, no existe desarrollo sostenible del capitalismo en el marco de una crisis financiera de tal magnitud, teniendo en cuenta además que a diferencia de épocas anteriores, el sistema se encuentra totalmente desregulado –fruto de la política exacerbada del libre mercado, el neoliberalismo-, en el cual conviven mercados paralelos sin ningún tipo de intervención estatal. Ello hace más probable la acentuación de la crisis que su solución, lo que nos impide plantearnos el "desarrollo sostenible" del sistema. A ello debe sumársele la indiscriminada -y también desregulada- explotación de los recursos naturales y estratégicos del planeta. En este sentido, la afectación de superficie de la tierra destinada a la producción de alimentos para la producción de biocombustible atenta contra la alimentación de la humanidad, encareciendo el precio de los alimentos".

 

 

Son palabras textuales del compañero Pablo Micheli, palabras que habríamos aplaudido tal vez, si las hubiese expresado en los EEUU o acaso en la UE, pero no, no las dijo allí, donde los discursos sobre certificaciones, sustentabilidades y mesas redondas de aceite de palma o de Soja responsable, forman parte del arsenal de herramientas de un capitalismo que apela al maquillaje verde para reciclarse y perdurar. Las expresó en China, delante de los altos jerarcas y funcionarios de un Capitalismo salvaje y sin regulaciones ni maquillajes de ningún tipo, para los cuales el concepto de Desarrollo sostenible es absolutamente ajeno, delante de jerarcas y de funcionarios impiadosos, que han hecho del Partido Comunista de China el más fantástico aparato de control y represión social jamás imaginado en la historia de la humanidad, un aparato que ha sometido a centenares de millones de trabajadores a un régimen absolutamente inhumano de explotación y de servidumbre, y que ha devastado su propio medio ambiente, convirtiendo la vida de la China actual en un verdadero infierno apocalíptico, tanto por la contaminación como por el desequilibrio y el descontrol de los ecosistemas colapsados. Digo yo, ¿el compañero Pablo Micheli habló en nombre de nuestros trabajadores o simplemente se sintió obligado a entregar mejores argumentos a sus anfitriones chinos para tranquilizarles la conciencia, si es que la tienen?

 

 

Vuelvo al comienzo de mis reflexiones de este domingo, para decir que pese a ciertas acusaciones, jamás necesito definirme como peronista, ni alardeo de mi historia, y pongo la mayor distancia con sermones nostalgiosos, tanto como con diversas variantes pejotistas. Tengo un patrimonio cultural y político forjado cincuenta años atrás, y que a su vez, como en las memorias de los hombres, abrevó más en los abuelos que en los inmediatos de la generación anterior. En las calles del centro de Buenos Aires en aquellos años tumultuosos del 55 en adelante, recogí memorias que tenían que ver con la guerra y la posguerra y en especial con sus consecuencias sobre la historia rioplatense. Recuerdo como en 1958 cruzamos con naturalidad a Montevideo para festejar la victoria de Luis Alberto de Herrera que, aliado en esas elecciones con Benito Nardone, llamado "Chicotazo", posibilitó que el Partido Nacional regresara al poder después de 93 años de ausencia.

 

 

Cuando reflexiono, parto inevitablemente de los paradigmas y de las experiencias propias de aquella posguerra y de lo que despectivamente algunos denominaran populismo. Atravesé la prolongada etapa revolucionaria de los años sesenta y setenta y de la preeminencia de los modelos chinos y cubanos, de los manuales y los actos de fe de credos que no me eran propios, con un profundo compromiso con los que luchaban y tratando de no ser nunca menos que los primeros. Pero ese tiempo terminó y hoy ciertos discursos progresistas están en boca de gente como Grobocopatel y si algunos intelectuales de la izquierda nacional quieren ver sus negocios en Venezuela como un avance positivo de las burguesías bolivarianas en el sueño de Abelardo Ramos, lo lamento. Lamento asimismo, que algunos otros en los setenta hayan sido del PRT y que ahora respalden el proyecto de país sojero. Pero me subleva que en algunas localidades arrasadas por los impactos de la agricultura industrial, persuadan a las víctimas de que pueden resistir desde Barrios de Pie. Esto es un engaño liso y llano, no puedo dejar de manifestarlo. Lo mismo ocurrió con tantos proyectos piqueteros y clientelares en que ciertos sectores de la izquierda embarcaron a muchos desde el 2001 en adelante. Eran previsibles caminos a ninguna parte, y haberlo manifestado entonces no se nos perdona. Respetamos en el año 2002 la lucha por recuperar la empresa Bruckman, pero consideramos que era una insensatez, pretender hacer de Bruckman el punto estratégico en que parecía decidirse el futuro de la Argentina. Mantuvimos pese a ello, silencio respetuoso por cinco años y luego sencillamente por estos micrófonos, nos atrevimos a preguntar un día si acaso alguien se acordaba de Bruckman… Parece que eso tampoco se nos perdona. De nuestra parte existe siempre la mejor intención de ayudar a que ciertas conciencias se expandan, pero si persiste la voluntad de mirar de frente a la Medusa, el destino que es siempre inexorable, sin duda habrá de continuar siendo doloroso.

 

 

Jorge Eduardo Rulli

 

 

http://horizontesurblog.blogspot.com/

 

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