modelo de agronegocios del cappitalismo global: las Corp
“Si el gobierno no puede bajar el coste de la vida simplemente tiene que irse. Si la policía y las tropas de la ONU quieren dispararnos, que lo hagan porque, a fin de cuentas, si no nos matan con balas moriremos de hambre.” Un manifestante en Port-au-Prince, Haití En, Haití donde la mayoría de la gente recibe un 22% menos de calorías que el mínimo necesario para mantenerse en buena salud, algunos aplazan los retortijones por hambre comiendo “galletas de barro” hechas mezclando arcilla y agua con un poco de aceite vegetal y sal. [1] Mientras tanto, en Canadá, el gobierno federal paga actualmente 225 dólares por cada cerdo muerto en una masiva campaña de sacrificio selectivo de cerdos, como parte de un plan de reducción de la producción de puercos. Los criadores de cerdos, bajo presión por los bajos precios y los altos costes del alimento para los animales, han reaccionado con tanto entusiasmo que la matanza probablemente agotará todos los fondos asignados antes de que el programa termine en septiembre. Algunos de los cerdos sacrificados serán entregados a los Bancos de Alimento locales, pero la mayoría serán destruidos o convertidos en comida para mascotas. Ninguno irá a Haití. Es el mundo brutal de la agricultura capitalista – un mundo en el que algunos destruyen alimentos porque los precios son demasiado bajos, y otros literalmente comen tierra porque los precios de los alimentos son demasiado elevados. Precios récord para alimentos básicos Estamos en medio de una inflación de los precios de los alimentos en todo el mundo que ha impulsado los precios a sus más altos niveles en decenios. Los aumentos afectan muchas clases de alimentos, pero en particular los más importantes – trigo, maíz, y arroz. La Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO) dice que entre marzo de 2007 y marzo de 2008 los precios de cereales aumentaron un 88%, de aceites y grasas un 106%, y de los productos lácteos un 48%. El índice de precios de alimentos de la FAO aumentó en conjunto en un 57% en un año – y la mayor parte del aumento ocurrió en los últimos meses. Otra fuente, el Banco Mundial, dice que en los 36 meses que terminaron en febrero de 2008, los precios globales del trigo aumentaron en un 181% y los precios globales de los alimentos aumentaron en un 83&. El Banco espera que la mayor parte de los precios de alimentos se mantengan muy por encima de los niveles de 2004 por lo menos hasta 2015. La calidad más popular de arroz tailandés se vendía a 198 dólares por tonelada hace cinco años y a 323 dólares hace un año. El 24 de abril el precio llegó a los 1.000 dólares. Los aumentos son aún mayores en los mercados locales – en Haití, el precio de mercado de un saco de 50 kilos de arroz se duplicó en una semana a fines de marzo. Estos aumentos son catastróficos para los 2.600 millones de personas de todo el mundo que viven con menos de 2 dólares al día y gastan entre un 60% y un 80% de sus ingresos en alimentos. Cientos de millones no tienen suficiente dinero para comer. Este mes, los hambrientos contraatacaron. Saliendo a las calles En Haití, el 3 de abril, manifestantes en la ciudad sureña de Les Cayes erigieron barricadas, detuvieron camiones que transportaban arroz y lo distribuyeron, y trataron de quemar un completo de la ONU. Las protestas se extendieron rápidamente a la capital Port-au-Prince, donde miles marcharon hacia el palacio presidencial gritando “¡Tenemos hambre!” Muchos exigieron la retirada de los soldados de la ONU y el retorno de Jean-Bertrand Aristide, el presidente exiliado cuyo gobierno fue derrocado por potencias extranjeras en 2004. El presidente René Préval, quien dijo inicialmente que no se podía hacer nada, ha anunciado una reducción de un 16% en el precio de venta mayorista del arroz. Es en el mejor de los casos una medida provisoria, ya que la reducción es por un sólo un mes, y los minoristas no están obligados a reducir sus precios. Las acciones en Haití fueron paralelas a protestas similares de gente hambrienta en más de veinte otros países. En Burkina Faso, una huelga general de dos días de sindicatos y comerciantes exigió reducciones “importantes y efectivas” en el precio del arroz y de otros alimentos básicos. En Bangladesh, más de 20.000 trabajadores textiles en Fatullah se declararon en huelga para exigir precios más bajos y salarios más elevados. Lanzaron ladrillos y piedras a la policía, que disparó granadas lacrimógenas a la multitud. El gobierno egipcio envió a miles de soldados al complejo textil Mahalla en el Delta del Nilo, para impedir una huelga general exigiendo salarios más altos, un sindicato independiente, y precios más bajos. Dos personas fueron muertas y más de 600 han sido encarceladas. En Abidjan, Costa de Marfil, la policía usó gas lacrimógeno contra mujeres que habían colocado barricadas, quemado neumáticos y bloqueado carreteras importantes. Miles marcharon a la casa del presidente, gritando “¡Tenemos hambre!” y “La vida es demasiado cara, nos estáis matando.” En Pakistán y Tailandia, soldados armados han sido desplegados para impedir que los pobres se apoderen de alimentos de los campos y los almacenes. Protestas similares han tenido lugar en Camerún, Etiopia, Honduras, Indonesia, Madagascar, Mauritania, Níger, Perú, las Filipinas, Senegal, Tailandia, Uzbekistán, y Zambia. El 2 de abril, el presidente del Banco Mundial dijo ante una reunión en Washington que hay 33 países en los que los aumentos de precios podrían causar desasosiego social. Un editor principal de la revista Time advirtió: “La idea de que las masas hambrientas salgan a las calles impulsadas por su desesperación y que derroquen al antiguo régimen ha parecido increíblemente extraña desde que el capitalismo triunfó tan decisivamente en la Guerra Fría... Y a pesar de ello, los titulares del pasado mes sugieren que el aumento brutal de los precios de los alimentos amenaza la estabilidad de un número creciente de gobiernos en todo el mundo... cuando las circunstancias hacen imposible alimentar a sus niños hambrientos, ciudadanos normalmente pasivos pueden convertirse muy rápidamente en militantes con nada que perder.” [2 ] ¿Qué impulsa la inflación en los alimentos? Desde los años setenta, la producción de alimentos se ha globalizado y concentrado cada vez más. Un puñado de países domina el comercio global en alimentos básicos. Un 80% de las exportaciones de trigo provienen de seis exportadores, así como un 85% del arroz. Tres países producen un 70% del maíz exportado. Esto deja a los países más pobres del mundo, los que tienen que importar alimento para sobrevivir, a la merced de tendencias económicas y políticas en esos pocos países exportadores. Cuando el sistema comercial global deja de cumplir, son los pobres los que pagan la cuenta. Durante varios años, el comercio global en alimentos básicos se ha estado dirigiendo hacia una crisis. Cuatro tendencias relacionadas han frenado el crecimiento de la producción y han hecho subir los precios. El Fin de la Revolución Verde: En los años sesenta y setenta, en un esfuerzo por contrarrestar el descontento campesino en el sur y el sudeste de Asia, EE.UU. invirtió dinero y apoyo técnico en el desarrollo agrícola en India y otros países. La “revolución verde” – nuevas semillas, fertilizantes, pesticidas, técnicas agrícolas e infraestructura – condujo a espectaculares aumentos en la producción de alimentos, particularmente el arroz. La cosecha por hectárea siguió expandiendo hasta los años noventa. Hoy en día, no está a la moda que los gobiernos ayuden a la gente pobre a cultivar alimentos para otra gente pobre, porque supuestamente “el mercado” puede hacerse cargo de todos los problemas. The Economist informa que “los gastos en la agricultura como parte de los gastos públicos totales en los países en desarrollo cayó a la mitad entre 1980 y 2004.” [3] Los subsidios y dinero para investigación y desarrollo se han acabado, y el aumento de la producción se ha paralizado. El resultado es que en siete de los últimos ocho años el mundo consumió más granos que los que produjo, lo que significa que se estaba sacando arroz de los inventarios que los gobiernos y los comerciantes normalmente mantienen como seguro contra malas cosechas. Las existencias mundiales de granos están actualmente a su nivel más bajo de todos los tiempos, dejando muy poca protección para tiempos difíciles. Cambio climático: Los científicos dicen que en los próximos 12 años el cambio climático podría reducir en un 50% la producción de alimentos en partes del mundo. Pero no se trata sólo de un tema para el futuro: Australia es normalmente el segundo exportador del mundo de granos, pero una salvaje sequía de muchos años ha reducido la cosecha de trigo en un 60% y la producción de arroz ha sido completamente eliminada. En Bangladesh en noviembre, uno de los peores ciclones en décadas eliminó un millón de toneladas de arroz y dañó severamente la cosecha de trigo, haciendo que el inmenso país dependa aún más de alimentos importados. Abundan otros ejemplos. Es obvio que la crisis climática del globo ya está aquí, y está afectando la alimentación. Agrocombustibles: Ahora es política oficial en EE.UU., Canadá y Europa que se conviertan alimentos en combustible. Los vehículos de EE.UU. queman suficiente maíz para cubrir todas las necesidades de importación de los 82 países más pobres [4] Etanol y biodiésel son fuertemente subvencionados, lo que significa, inevitablemente, que cultivos como el maíz están siendo desviados de la cadena alimentaria y los tanques de gasolina, y que la nueva inversión agrícola en todo el mundo está siendo dirigida hacia palmas, soya, canola y otras plantas productoras de aceites. La demanda de agrocombustibles aumenta directamente el precio de esas cosechas, y elevan indirectamente el precio de otros granos al alentar a los productores a cambiar al agrocombustible. Como han descubierto los productores canadienses de cerdos, también impulsa el aumento del coste de producir carne, ya que el maíz es el principal ingrediente en los alimentos para animales en Norteamérica. Precios del petróleo: El precio de los alimentos está vinculado al precio del petróleo porque los alimentos pueden ser convertidos en petróleo. Pero el aumento de los precios del petróleo también afecta el coste de la producción de alimentos. Fertilizantes y pesticidas son hechos con petróleo y gas natural. Gasolina y combustible diesel son utilizados para plantar, cosechar y transportar. [5] Se ha calculado que un 80% de los costes de producir maíz son costes de combustible fósil – de modo que no es por accidente que suban los precios de los alimentos cuando suben los precios del petróleo. * * * A fines de 2007, el recorte en las inversiones en la agricultura del tercer mundo, el aumento de los precios del petróleo, y el cambio climático significaron que el aumento de la producción se estaba desacelerando y que los precios estaban aumentando. Buenas cosechas y un fuerte aumento de la exportación podrían haber evitado una crisis – pero no es lo que sucedió. El gatillo fue el arroz, el alimento básico de 3.000 millones de personas. A comienzos de este año, India anunció que suspendía la mayor parte de sus exportaciones de arroz para reconstruir sus reservas. Unas pocas semanas después, Vietnam, cuya cosecha de arroz fue afectada por una importante infestación de insectos durante la recogida, anunció una suspensión de las exportaciones durante cuatro meses para asegurar que habría suficiente para su mercado interno. India y Vietnam juntos representan normalmente un 30% de todas las exportaciones de arroz, de modo que sus anuncios fueron suficientes para empujar al abismo el mercado global de arroz, que ya estaba bajo presión. Los compradores de arroz comenzaron de inmediato a adquirir las existencias disponibles, acaparando todo el arroz que podían conseguir a la espera de futuros aumentos de precio, haciendo subir el precio para futuras cosechas. Los precios aumentaron vertiginosamente. A mediados de abril, las noticias describieron “compras de pánico” de futuros de arroz en la Bolsa de Comercio de Chicago, y hubo escasez de arroz incluso en las estanterías de los supermercados en Canadá y EE.UU. El por qué de la rebelión No es por primera vez que ha habido picos en los precios de alimentos. Por cierto, si tomamos en cuenta la inflación, los precios globales de alimentos básicos fueron mayores en los años setenta de lo que son actualmente. ¿Por qué entonces ha provocado esta explosión inflacionaria protestas masivas en todo el mundo? La respuesta es que desde los años setenta los países más ricos del mundo, con la ayuda de las agencias internacionales que controlan, han debilitado sistemáticamente la capacidad de los países más pobres de alimentar a sus poblaciones y de protegerse en una crisis como la actual. Haití es un ejemplo poderoso y horrendo. Haití ha cultivado arroz durante siglos, y hasta hace veinte años los agricultores haitianos producían unas 170.000 toneladas de arroz por año, suficiente para cubrir un 95% del consumo interno. Los agricultores de arroz no recibían subsidios gubernamentales pero, como en todos los demás países productores de arroz en esa época, su acceso a los mercados locales estaba protegido por aranceles aduaneros. En 1995, como condición previa para otorgar un préstamo desesperadamente necesitado, el Fondo Monetario Internacional exigió que Haití redujera su arancel para el arroz importado de un 35% a un 3%, el más bajo en el Caribe. El resultado fue un influjo masivo de arroz de EE.UU. que se vendía por la mitad del precio del arroz producido en Haití. Miles de agricultores arroceros perdieron sus tierras y medios de existencia, y en la actualidad tres cuartos del arroz comido en Haití proviene de EE.UU. [6] El arroz de EE.UU. no se apoderó del mercado haitiano porque tenga mejor sabor, o porque los productores de arroz en EE.UU. sean más eficientes. Venció porque las exportaciones de arroz son fuertemente subvencionadas por el gobierno de EE.UU. En 2003, los productores de arroz de EE.UU. recibieron 1.700 millones de dólares en subsidios del gobierno, un promedio de 232 dólares por hectárea de arroz cultivada. [7] Ese dinero, la mayor parte del cual terminó en las manos de un puñado de muy grandes terratenientes y corporaciones del agronegocio, permitió que los exportadores de EE.UU. vendieran el arroz entre un 30% y un 50% por debajo de sus costes reales de producción. En breve, Haití fue obligado a abandonar la protección gubernamental de la agricultura interior – y EE.UU. pasó a utilizar sus artilugios de protección gubernamental para apoderarse del mercado. Ha habido numerosas variantes de este tema, en las que países ricos del norte imponen políticas de “liberalización” a países pobres y endeudados del sur y luego aprovechan esa liberalización para capturar el mercado. Los subsidios gubernamentales representan un 30% de los ingresos agrícolas de los 30 países más ricos del mundo, un total de 280.000 millones de dólares al año, [8] una ventaja imbatible en un mercado “libre” en el que los ricos fijan las reglas. El juego del comercio alimentario global está amañado, y los pobres se han quedado con cultivos reducidos y sin protecciones. Además, durante varias décadas, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional se han negado a dar préstamos a los países pobres, a menos que acepten los “Programas de Ajuste Estructural” (SAP) que requieren que los prestatarios devalúen sus monedas, recorten los impuestos, privaticen los servicios públicos, y reduzcan o eliminen los programas de apoyo para los agricultores. Todo esto fue hecho con la promesa de que el mercado produciría crecimiento económico y prosperidad – en lugar de hacerlo, aumentó la pobreza y eliminó el apoyo para la agricultura. “La inversión en paquetes de insumos agrícolas y el apoyo a la ampliación disminuyó y terminó por desaparecer en la mayoría de las áreas rurales de África bajo SAP. La preocupación por la promoción de la productividad de los minifundistas fue abandonada. No sólo hicieron retroceder a los gobiernos, la ayuda extranjera a la agricultura declinó. El financiamiento del Banco Mundial para la agricultura en sí disminuyó fuertemente de un 32% del total de préstamos en 1976-1978 a un 11,7% en 1991-1999.” [9[ Durante olas anteriores de inflación de los precios de los alimentos, los pobres tuvieron por lo menos un cierto acceso a alimentos que cultivaban ellos mismos, o a alimentos que eran cultivados localmente y accesibles a precios fijados localmente. En la actualidad, en muchos países en África, Asia y Latinoamérica, eso simplemente ya no es posible. Los mercados globales determinan ahora los precios locales – y a menudo los únicos alimentos disponibles deben ser importados desde muy lejos. * * * El alimento no es una mercancía más – es absolutamente esencial para la supervivencia humana. Lo mínimo que debiera esperar la humanidad de cualquier gobierno o sistema social es que tratara de impedir el hambre – y sobre todo que no impulse políticas que niegan el alimento a la gente. Por eso el presidente venezolano Hugo Chávez tuvo toda la razón el 24 de abril, cuando describió la crisis alimentaria como “la mayor demostración del fracaso histórico del modelo capitalista.” ¿Qué hay que hacer para terminar esta crisis, y para asegurar que no vuelva a ocurrir? En la Segunda Parte analizaré estas preguntas. -------- Ian Angus es editor de “Climate and Capitalism” NOTAS [1] Kevin Pina. "Mud Cookie Economics in Haiti." Haiti Action Network, Feb. 10, 2008. http://www.haitiaction.net/News/HIP/2_10_8/2_10_8.html [2] Tony Karon. "How Hunger Could Topple Regimes." Time, April 11, 2008. http://www.time.com/time/world/article/0,8599,1730107,00.html [3] "The New Face of Hunger." The Economist, April 19, 2008. [4] Mark Lynas. "How the Rich Starved the World." New Statesman, April 17, 2008. http://www.newstatesman.com/200804170025 [5] Dale Allen Pfeiffer. Eating Fossil Fuels. New Society Publishers, Gabriola Island BC, 2006. p. 1 [6] Oxfam International Briefing Paper, April 2005. "Kicking Down the Door." http://www.oxfam.org/en/files/bp72_rice.pdf [7] Ibid. [8] OECD Background Note: Agricultural Policy and Trade Reform. http://www.oecd.org/dataoecd/52/23/36896656.pdf [9] Kjell Havnevik, Deborah Bryceson, Lars-Erik Birgegård, Prosper Matondi & Atakilte Beyene. "African Agriculture and the World Bank: Development or Impoverishment?" Links International Journal of Socialist Renewal, http://www.links.org.au/node/328 Fuente: Socialist Voice URL: http://www.zcommunications.org/znet/viewArticle/17632
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=67568
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens |
“En ninguna parte del mundo, ningún genocidio, ni ninguna guerra, exterminan tanta gente por minuto, por hora y por día como el hambre y la pobreza en nuestro planeta.” -Fidel Castro, 1998
Cuando los disturbios por alimentos estallaron en Haití el pasado mes, el primer país que reaccionó fue Venezuela. Dentro de días, hubo aviones en camino desde Caracas, llevando 364 toneladas de alimentos de necesidad imperante.
El pueblo de Haití está “sufriendo de los ataques del capitalismo global del imperio,” dijo el presidente venezolano Hugo Chávez. “Esto exige una genuina y profunda solidaridad de todos nosotros. Es lo menos que podemos hacer por Haití.”
La acción de Venezuela se ubica en la mejor tradición de la solidaridad humana. Cuando la gente tiene hambre, debemos hacer todo lo posible por ayudarle. El ejemplo de Venezuela debiera ser aplaudido y emulado.
Pero la ayuda, por necesaria que sea, no es más que un sustituto temporal. Para encarar verdaderamente el problema del hambre en el mundo, debemos comprender y luego cambiar el sistema que lo causa.
No hay escasez de alimentos
El punto de partida para nuestro análisis debe ser que actualmente no hay escasez de alimentos en el mundo.
Contrariamente a las advertencias en el Siglo XVIII de Thomas Malthus y sus seguidores modernos, estudio tras estudio muestran que la producción global de alimentos ha superado regularmente el crecimiento de la población, y que hay más que suficientes alimentos para alimentar a todos. Según la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) se producen suficientes alimentos en el mundo para suministrar más de 2800 calorías por día a todos – sustancialmente más que el mínimo necesario para una buena salud, y cerca de un 18% más calorías por persona que en los años sesenta, a pesar de un aumento significativo en la población total [1].
Como señala el Food First Institute: “abundancia, no escasez, es lo que describe mejor el suministro de alimentos en el mundo actual.” [2]
A pesar de eso, la solución más comúnmente propuesta para el hambre en el mundo son nuevas tecnologías para aumentar la producción de alimentos.
La Alianza por una Revolución Verde en África, financiada por la Fundación Bill y Melinda Gates y la Fundación Rockefeller, apunta a desarrollar “variedades más productivas y resistentes de los principales cultivos de alimentos de África... para permitir que los agricultores en pequeña escala de África produzcan cosechas mayores, más diversas y fiables.” [3]
De la misma manera, el Instituto Internacional de Investigación del Arroz, basado en Manila, ha iniciado una asociación público-privada “para aumentar la producción de arroz en toda Asia mediante el desarrollo acelerado y la introducción de tecnologías de arroz híbrido.” [4]
Y el presidente del Banco Mundial promete ayudar a los países en desarrollo para que obtengan “acceso a tecnología y ciencia para aumentar las cosechas.” [5]
La investigación científica es de importancia vital para el desarrollo de la agricultura, pero iniciativas que suponen de antemano que nuevas semillas y productos químicos sean necesarios no son ni verosímiles ni verdaderamente científicas. El hecho de que ya hay suficientes alimentos para alimentar el mundo muestra que la crisis alimentaria no es un problema técnico – es una problema social y político.
En lugar de preguntar cómo aumentar la producción, nuestra primera pregunta debiera ser ¿por qué, si hay tantos alimentos disponibles, hay más de 850 millones de personas hambrientas o desnutridas? ¿Por qué mueren 18.000 niños de hambre cada día?
¿Por qué no puede la industria alimentaria global alimentar a los hambrientos?
El sistema de beneficios
La respuesta puede ser explicada en una frase. La industria alimentaria global no está organizada para alimentar a los hambrientos, está organizada a fin de generar beneficios para el agronegocio corporativo.
Por cierto, los gigantes del agronegocio logran muy bien ese objetivo. Este año, los beneficios del agronegocio aumentan vigorosamente por sobre los niveles del año pasado, mientras gente hambrienta de Haití a Egipto a Senegal sale a las calles a protestar contra el aumento del precio de los alimentos. Estas cifras cubren sólo tres meses al comienzo de 2008. [6]
Comercio de granos
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Archer Daniels Midland (ADM). Beneficio bruto: 1.150 millones de dólares, un aumento de un 55% desde el año pasado.
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Cargill: Beneficios netos: 1.030 millones de dólares. Aumento: un 86%.
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Bunge: Beneficio bruto consolidado: 867 millones de dólares. Aumento: 189%
Semillas y herbicidas
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Monsanto. Beneficio bruto: $2.230 millones de dólares. Aumento: un 54%.
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Dupont Agriculture and Nutrition. Ingreso operativo antes de impuestos: 786 millones de dólares. Aumento: un 21%.
Fertilizantes
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Potash Corporation. Ingreso neto: 66 millones, aumento: 185,9 %
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Mosaic: Beneficios netos: 528,8 millones, aumento más de un 1.200%
Las compañías mencionadas, más unas pocas más, son los monopolios o casi-monopolios que compran y venden productos agrícolas en todo el mundo. Seis compañías controlan un 85% del comercio mundial en granos; tres controlan un 83% del cacao; tres controlan un 80% del comercio con plátanos. [7] ADM, Cargill y Bunge
controlan efectivamente el maíz del mundo, lo que significa que sólo ellos deciden qué parte de la cosecha de cada año va a la producción de etanol, edulcorantes, alimento para animales o alimentos para seres humanos.
Como escriben los editores de Hungry for Profit: “El enorme poder ejercido por las mayores corporaciones del agronegocio y los alimentos les permite controlar esencialmente el coste de sus materias primas compradas de agricultores mientras al mismo tiempo mantienen los precios de los alimentos al público en general a niveles suficientemente elevados para garantizar grandes beneficios.” [8]
Durante las últimas tres décadas, las compañías transnacionales del agronegocio han ingeniado una masiva reestructuración de la agricultura global. Directamente, a través de su propio poder en el mercado e indirectamente mediante gobiernos y el Banco Mundial, el FMI y la Organización Mundial de Comercio, han cambiado el modo como se cultivan los alimentos y como son distribuidos por el mundo. Los cambios han tenido efectos maravillosos para sus beneficios, mientras simultáneamente empeoran el hambre en el mundo y hacen inevitables las crisis alimentarias.
El ataque contra la agricultura tradicional
La actual crisis alimentaria no es un hecho aislado: es una manifestación de una crisis agrícola que se ha estado desarrollando durante décadas.
Como vimos en la Primera Parte de este artículo, durante las últimas tres décadas los países ricos del norte han obligado a los países pobres a abrir sus mercados, luego han inundado esos mercados con alimentos subvencionados, con resultados devastadores para la agricultura del Tercer Mundo.
Pero la reestructuración de la agricultura global en beneficio de los gigantes del agronegocio no se detuvo allí. En el mismo período, países del sur fueron convencidos, camelados e intimidados para que adoptaran políticas agrícolas que promueven cultivos de exportación en lugar de alimentos para el consumo interior, y que favorecen la agricultura industrial en gran escala que requiere monocultivos, un uso intensivo de agua, y cantidades masivas de fertilizantes y pesticidas. La agricultura tradicional, organizada por y para comunidades y familias, ha sido echada cada vez más a un lado, para ser reemplazada por agricultura industrial organizada por y para los agronegocios.
Esa transformación es el principal obstáculo para una agricultura racional que podría eliminar el hambre.
La concentración en la agricultura de exportación ha producido el absurdo y trágico resultado de que millones de personas mueren de hambre en países que exportan alimentos. En India, por ejemplo, más de un quinto de la población sufre de hambre crónica y un 48% de los niños bajo cinco años están desnutridos. No obstante, India exportó 1.500 millones de dólares de arroz pulido y 322 millones de dólares de arroz en 2004. [9]
En otros países, tierras cultivadas que solían ser utilizadas para alimentos destinados al consumo interior ahora cultivan productos de lujo para el norte. Colombia, donde un 13% de la población está desnutrida, produce y exporta un 62% de todas las flores de regalo vendidas en EE.UU.
En muchos casos, el resultado del cambio a cultivos de exportación sería risible si no fuera tan dañino. Kenia era autosuficiente en alimentos hasta hace unos 25 años. En la actualidad importa un 80% de sus alimentos – y un 80% de sus exportaciones son otros productos agrícolas. [10]
El cambio a la agricultura industrial ha llevado a millones de personas a dejar el campo a favor del desempleo y la pobreza en los inmensos barrios bajos que ahora rodean muchas de las ciudades del mundo.
Los que mejor conocen el campo están siendo separados de éste; sus granjas encerradas en gigantescas fábricas al aire libre que producen sólo para la exportación. Cientos de millones de personas deben depender ahora de alimentos que son cultivados a miles de kilómetros de distancia porque su agricultura nacional ha sido transformada para cumplir con las necesidades de las corporaciones del agronegocio. Como han mostrado los últimos meses, todo el sistema es frágil: La decisión de India de reconstruir sus existencias de arroz hizo que los alimentos fueran inasequibles para millones a medio mundo de distancia.
Si el propósito de la agricultura fuera alimentar a la gente, los cambios en la agricultura global en los últimos 30 años no tendrían sentido. La agricultura industrial en el Tercer Mundo ha producido crecientes cantidades de alimentos, pero al coste de llevar a millones a abandonar el campo por vidas de hambre crónico – y al coste de envenenar el aire y el agua, y de disminuir cada vez más la capacidad del suelo de suministrar los alimentos que necesitamos.
Contrariamente a las afirmaciones del agronegocio, la última investigación agrícola, incluyendo más de una década de experiencia concreta en Cuba, prueba que granjas pequeñas y medianas utilizando métodos agroecológicos sustentables, son mucho más productivas y enormemente menos dañinas para el medio ambiente que inmensas haciendas industriales. [11]
La agricultura industrial continúa, no porque sea más productiva, sino porque ha podido, hasta ahora, ofrecer productos uniformes en cantidades predecibles, desarrollados específicamente para resistir daño durante el embarque a mercados distantes. Es donde se halla el beneficio, y el beneficio es lo que cuenta, no importa cuál sea el efecto sobre la tierra, el aire, y el agua – o incluso sobre la gente hambrienta.
Luchando por la soberanía alimentaria
Los cambios impuestos por el agronegocio transnacional y sus agencias no han dejado de ser cuestionados. Uno de los eventos más importantes en los últimos 15 años ha sido la emergencia de La Vía Campesina (Peasant Way), un organismo aglutinador que incluye a más de 120 pequeñas organizaciones de agricultores y campesinos en 56 países, que van del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) de Brasil, a la Unión Nacional de Agricultores de Canadá.
La Vía Campesina presentó originalmente su programa como un desafío al “Foro Alimentario Mundial,” una conferencia sobre el hambre global organizada por la ONU en 1996 en la que participaron representantes oficiales de 185 países. Los participantes en esa reunión prometieron la eliminación del hambre y de la desnutrición mediante la garantía de “seguridad alimentaria sustentable para toda la gente,” (y después no hicieron nada por lograrla). [12]
Como es típico en semejantes eventos, los trabajadores que son realmente afectados fueron excluidos de las discusiones. Afuera de las puertas, La Vía Campesina propuso la soberanía alimentaria como una alternativa a la seguridad alimentaria. El simple acceso a los alimentos no basta, argumentaron: lo que se requiere es el acceso a la tierra, el agua, y a los recursos, y la gente afectada debe tener derecho a saber y decidir sobre las políticas alimentarias. El alimento es demasiado importante como para ser abandonado al mercado global y a las manipulaciones del agronegocio: el hambre en el mundo sólo puede ser terminado mediante el reestablecimiento de pequeñas y medianas granjas familiares como elementos cruciales de la producción de alimentos. [13]
La demanda central del movimiento de soberanía alimentaria es que los alimentos deben ser tratados primordialmente como una fuente de nutrición para las comunidades y países donde son producidos. En oposición a las políticas de agroexportación del libre mercado, insta a que haya una concentración en el consumo interno y la autosuficiencia alimentaria.
Contrariamente a las afirmaciones de algunos críticos, la soberanía alimentaria no es un llamado al aislacionismo económico o a un retorno a un pasado rural idealizado. Más bien, es un programa para la defensa y extensión de los derechos humanos, por la reforma agraria, y por la protección de la tierra contra el ecocidio capitalista. Aparte de llamar a la autosuficiencia alimentaria y al fortalecimiento de las granjas familiares, el llamado original de La Vía Campesina por la soberanía alimentaria incluía los siguientes puntos.
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Garantizar a todos el acceso a alimentos seguros, nutritivos y culturalmente apropiados en cantidades y calidad suficientes para sustentar una vida saludable con plena dignidad humana.
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Dar a la gente sin tierra y que labra la tierra – especialmente a las mujeres, la propiedad y el control de la tierra que trabaja y devolver territorios a los pueblos indígenas.
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Asegurar el cuidado y el uso de los recursos naturales, especialmente la tierra, el agua y las semillas. Terminar con la dependencia de insumos químicos, de monocultivos comerciales y de una producción intensiva, industrializada.
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Oponerse a las políticas de la OMC, del Banco Mundial y del FMI que facilitan el control de las corporaciones multinacionales sobre la agricultura.
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Regular y gravar con impuestos al capital especulativo e imponer un estricto Código de Conducta a las corporaciones transnacionales.
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Terminar con el uso del alimento como arma. Detener el desplazamiento, la urbanización forzada y la represión contra los campesinos.
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Garantizar a los campesinos y a los pequeños agricultores, y a las mujeres del campo en particular, un aporte directo en la formulación de políticas agrícolas a todos los niveles. [14]
La exigencia de soberanía alimentaria de La Vía Campesina constituye un poderoso programa agrario para el Siglo XXI. Los movimientos sindicales y de izquierdas en todo el mundo debieran darle su pleno apoyo, así como a las campañas de los trabajadores agrícolas y campesinos por la reforma agraria y contra la industrialización y globalización de los alimentos y de la agricultura.
¡Alto a la guerra contra los agricultores del Tercer Mundo!
Dentro de ese marco, nosotros en el norte global podemos y debemos exigir que nuestros gobiernos detengan todas las actividades que debilitan o dañan la agricultura del Tercer Mundo.
¡Alto al uso de alimentos para combustible! La Vía Campesina lo ha dicho simple y claramente: “Los agrocombustibles industriales representan un desatino ecológico. Su desarrollo debería ser detenido y la producción agrícola debería concentrarse en los alimentos como prioridad.” [15]
¡Condonen las deudas del Tercer Mundo!
El 30 de abril, Canadá anunció una contribución especial de 10 millones de dólares canadienses a la ayuda alimentaria para Haití. [16] Es algo positivo – pero durante 2008 Haití pagará cinco veces esa suma en intereses por su deuda externa de 1.500 millones de dólares, gran parte de la cual fue incurrida durante las dictaduras de Duvalier apoyadas por los imperialistas.
La situación de Haití no es única y no es un caso extremo. La deuda externa total de los países del Tercer Mundo en 2005 fue de 2,7 billones [2.700.000.000.000, N. del T] de dólares, y sus pagos de la deuda de ese año ascendieron a un total de 513.000 millones de dólares. [17] La terminación de esa sangría de dinero, inmediata e incondicionalmente, aseguraría recursos esenciales para alimentar a los hambrientos ahora mismo y, con el tiempo, reconstruir la agricultura interior.
¡OMC, fuera de la agricultura!
Las políticas alimentarias regresivas que han sido impuestas a los países pobres por el Banco Mundial y el FMI con codificadas y controladas por el Acuerdo sobre Agricultura de la Organización Mundial de Comercio. El AsA, como escribe Afsar Jafri de Focus on the Global South, está “predispuesto a favor de la agricultura de capital intensivo, impulsada por el agronegocio, y orientada a la exportación.” [18] No es sorprendente, ya que el responsable de EE.UU. quien lo redactó y luego negoció era ex vicepresidente del gigante del agronegocio Cargill.
El AsA debiera ser abolido, y los países del Tercer Mundo deberían tener derecho a cancelar unilateralmente políticas de liberalización impuestas a través del Banco Mundial, el FMI, y la OMC, así como mediante acuerdos bilaterales de libre comercio como el TLCAN [NAFTA] y el CAFTA. [Tratado de Libre Comercio para la República Dominicana y Centro América].
Autodeterminación para el sur del globo
Los actuales intentos por parte de EE.UU. a fin desestabilizar y derrocar los gobiernos antiimperialistas del grupo del ALBA - Venezuela, Bolivia, Cuba, Nicaragua y Granada — continúan una larga historia de acciones por los países del norte para impedir que países del Tercer Mundo logren controlar sus propios destinos. La organización contra semejantes intervenciones “en el vientre del monstruo” es por lo tanto un componente clave en la lucha por lograr la soberanía alimentaria en todo el mundo.
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Hace más de un siglo, Karl Marx escribió que a pesar de su apoyo para las mejoras técnicas, “el sistema capitalista trabaja contra una agricultura racional... una agricultura racional es incompatible con el sistema capitalista.” [19]
Las crisis actuales de los alimentos y de la agricultura confirman enteramente esa valoración. Un sistema que coloca los beneficios por sobre las necesidades humanas ha ahuyentado del campo a millones de productores, debilitado la productividad de la tierra mientras envenena su aire y su agua, y ha condenado a casi mil millones de personas al hambre crónica y a la desnutrición.
La crisis alimentaria y la crisis agrícola están arraigadas en un sistema irracional y antihumano. Para alimentar al mundo, los trabajadores urbanos y rurales deben unir sus manos para erradicar ese sistema.
NOTAS
[1] Frederic Mousseau, Food Aid or Food Sovereignty? Ending World Hunger in Our Time. Oakland Institute, 2005. http://www.oaklandinstitute.org/pdfs/fasr.pdf.
International Assessment of Agricultural Knowledge, Science and Technology for Development. Global Summary for Decision Makers. http://www.agassessment.org/docs/Global_SDM_210408_FINAL.pdf
[2] Francis Moore Lappe, Joseph Collins, Peter Rosset. World Hunger: Twelve Myths. (Grove Press, New York, 1998) p. 8
[3] “About the Alliance for a Green Revolution in Africa.”
http://www.agra-alliance.org/about/about_more.html
[4] IRRI Press Release, April 4, 2008. http://www.irri.org/media/press/press.asp?id=171
[5] “World Bank President Calls for Plan to Fight Hunger in Pre-Spring Meetings Address.” News Release, April 2, 2008
[6] Estas cifras han sido tomadas de los informes trimestrales más recientes de las compañías, encontrados en sus sitios en la Red. Como mencionan esas cifras de modos diferentes, no pueden ser comparadas las unas con las otras, sólo con sus informes anteriores.
[7] Shawn Hattingh. “Liberalizing Food Trade to Death.” MRzine, May 6, 2008. http://mrzine.monthlyreview.org/hattingh060508.html
[8] Fred Magdoff, John Bellamy Foster and Frederick H. Buttel. Hungry for Profit: The Agribusiness Threat to Farmers, Food, and the Environment. Monthly Review Press, New York, 2000. p. 11
[9] UN Food and Agriculture Organization. Key Statistics Of Food And Agriculture External Trade. http://www.fao.org/es/ess/toptrade/trade.asp?lang=EN&dir=exp&country=100
[10] J. Madeley. Hungry for Trade: How the poor pay for free trade. Cited in Ibid
[11] Jahi Campbell, “Shattering Myths: Can sustainable agriculture feed the world?” and ” Editorial. Lessons from the Green Revolution.” Food First Institute. www.foodfirst.org
[12] World Food Summit. http://www.fao.org/wfs/index_en.htm
[13] La Vía Campesina. “Food Sovereignty: A Future Without Hunger.” (1996) http://www.voiceoftheturtle.org/library/1996%20Declaration%20of%20Food%20Sovereignty.pdf
[14] Parafraseado y resumido de Ibíd.
[15] La Vía Campesina. “A response to the Global Food Prices Crisis: Sustainable family farming can feed the world.” http://www.viacampesina.org/main_en/index.php?option=com_content&task=view&id=483&Itemid=38
[16] A título de comparación, este año Canadá gastará 1.000 millones de dólares en la ocupación ilegal de, y la guerra en, Afganistán.
[17] Jubilee Debt Campaign. “The Basics About Debt.” http://www.jubileedebtcampaign.org.uk/?lid=98
[18] Afsar H. Jafri. “WTO: Agriculture at the Mercy of Rich Nations.” Focus on the Global South, November 7, 2005. http://www.focusweb.org/india/content/view/733/30/
[19] Capital, Volume III. Karl Marx & Frederick Engels, Collected Works, Volume 37, p. 123
http://www.socialistvoice.ca/?p=293
(Ian Angus es editor de Climate and Capitalism. La primera parte de este artículo fue publicada en inglés en Socialist Voice y en The Bullet (Socialist Project), el 27 de abril de 2008 y, en castellano, en Rebelión.)
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