Gripe
Virus mexicanos
JAIME BREILH
Médico. Investigador
Los que trabajamos en la investigación de los impactos colectivos en salud sabemos que hay que hurgar profundo para comprender bien el origen, las verdaderas víctimas y aun los beneficiarios –aunque parezca mentira- de las epidemias.
En la historia más reciente de la humanidad ciertas enfermedades transmisibles de rápida propagación, y que provocan efectos agudos con algún grado de letalidad, a la par que han alcanzado enorme resonancia e incluso pánico, nos dejan lecciones sobre la interpretación y el afrontamiento de estas epidemias del siglo XXI. Dicho de otro modo, la respuesta inmediata y responsable que ha dado el Ministerio de Salud a los niveles de alarma fijados por la OMS, nos tranquiliza por un lado, pero, por otro, nos confronta al desafío urgente de comprender lo que verdaderamente sucede.
Al igual que la gripe aviar, la epidemia porcina y su transmisión al ser humano tienen su origen en la cría transnacional de animales. Al amparo de los tratados de libre comercio han florecido gigantes empresas porcícolas como las Granjas Carroll, en México, propiedad de Smithfield Foods, y con filiales en todo el mundo. Ese tipo de agrotecnología de punta, orientada a la elevación de la productividad se monta siempre sobre condiciones peligrosas de confinamiento animal masivo y contaminación ambiental. De ahí la multiplicación de ambientes perfectos para la recombinación de virus de distintas cepas y su diseminación.
A pesar de voces de alarma de las comunidades y universidades, los mega negocios de la globalización despliegan sus maquinarias de lucro impunes y sobreprotegidas por los tratados.
Los balances de esas epidemias, como sucedió con la gripe aviar, nos muestran que muchas veces su casuística no necesitó ser siquiera desbordante, con que se acumulen casos visibles y una campaña mediática que alimente el pánico, se abren jugosos negocios para las transnacionales farmacéuticas y de biotecnología como GlaxoSmithKline, Gliead Sciences y Roche, que controlan la producción de antivirales y vacunas; las epidemias son inmejorables oportunidades de negocio. En un trabajo de Silvia Ribeiro publicado en la Jornada de México (29/04/09) se explica cómo al solo anuncio de la nueva epidemia en México, las acciones de Gilead subieron 3%, las de Roche 4% y las de Glaxo 6%.
Nosotros debemos desentrañar las lógicas perversas del “capitalismo del shock” y responder preguntas claves: ¿Por qué epidemias más numerosas y severas no alcanzan la resonancia y los niveles de respuesta que ameritan? ¿Por qué los gobiernos y organizaciones que defienden el capitalismo agresivo y el libre comercio, dispuestos a gastar millones en insumos curativos y vacunas, no asumen como parte de la prevención los correctivos de fondo sobre las industrias peligrosas?
Y hablando de virus “mexicanos” los ecuatorianos deberíamos preguntarnos además: ¿Cuál virus es más pernicioso para un proyecto de defensa de la vida y el vivir saludable, la cepa viral porcina incubada en Veracruz, y cuyo ingreso al país será seguramente limitada, o el virus del dinero sucio del cartel mexicano de Juárez que parece haber penetrado en la política ecuatoriana?, según lo denuncia “El Comercio” de Lima y “El Mercurio” de Santiago (12/04/09).
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