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Texto de:”Adopción, La Caída del Prejuicio”

Título:    Algunas ideas acerca de “...quiero vivir en una familia”.

de Eduardo Daniel Fernández

Licenciado en Psicología

Magíster en Minoridad y Familia

Psicólogo Clínico

c-e: edfernandez@altg.net

 

*: el uso del asterisco esta implementado para evitar usar el genérico masculino. La @ tampoco es conveniente en estos términos, ya que implica una derogada dualidad genérica y además es difícil leer por programas utilizados por personas ciegas o ambliopes........

 

 

 

I.

En el trabajo profesional que desarrollo con niños, niñas y adolescentes que han sido alejados o privados de vinculación con su grupo familiar biológico, un requerimiento invariante que hacen es el de querer o aspirar a vivir en una familia, no en una institución o en una familia sustituta transitoria. Quieren una familia donde “...poder estar hasta siempre”.

Esto lo verbalizan una vez que se ha tomado judicialmente la medida proteccional de desvinculación familiar y se los ha ubicado en una institución, dependiente o no del Estado.

Dicha medida proteccional se realiza a través de disponerse judicialmente una “protección de persona” que en muchos casos y sobre todo en los más pequeños, es el principio de un juicio que llevara a considerar y eventualmente establecer el “estado de adoptabilidad” , el cual se concreta con una sentencia que resulta culpabilizante y sancionadora hacia el promotor del abandono (principalmente la madre) y promueve la idea persecutoria y estigmatizante respecto de “aquell*s que por extensión quedan posicionad*s en el lugar de abandonad*s” (GIBERTI,  E. ¿Madre abandonante? Revisión del concepto de abandono aplicado en adopción – Encuentro Nacional Adopción en la Protección Integral de los Derechos del niño y la niña, 12-5-03) en tanto su condición de ser ( primera victimización).

L*s decididor*s respecto del futuro del/la niñ*, iniciarán así tiempos que devendran en meses y en años que transcurrirán para el mismo en instituciones que “intentarán desenvolverse y recrear un ámbito lo más parecido posible al familiar”, pero sin “ser” una familia. Sin poder resignificar un sentimiento de convivencia y pertenencia (segunda victimización), en tanto ven condicionado y postergado su deseo de “adoptar “ ell*s una familia.

Por ser esta una situación traumática que se prolonga en una etapa de vida vital del niño, niña y/o adolescente, afectará su desarrollo emocional y psicológico, dependiendo su inserción social mediata de la capacidad de resiliencia (GROTBERG EDITH – Resiliencia: la capacidad humana para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y salir de ellas fortalecido o incluso transformado”  en “Guía de promoción de la resiliencia en los niños para fortalecer el mundo” – OPS/OMS) que pueda desenvolver.

Para la sociedad se hallarán en condiciones de ser adoptad*s a través de sus instituciones especializadas, siendo incluid*s en un proceso donde su posición se caracteriza por la pasivización conductal (GIBERTI, E), no pudiendo hacer otra cosa que dejarse “abandonar”.

Subyace en esta situación el preconcepto de la infancia como irracional o incapaz, llevando a la paradoja de una pretendida medida de protección, que en realidad desconoce a la persona del/la niñ* y su subjetividad, siendo la base de la creencia de ver al/la niñ* como objeto de deseo y amparo y no como sujeto de derechos.

Sujeto de derechos es un concepto que remite a su superior interés y necesidad, establecidos y reconocidos en la Convención sobre los Derechos del/la Niñ* (incluida en nuestro país en la Constitución Nacional – artículo 75, inciso 22),  y se sustancia en su derecho a vivir en una familia, a educarse, desarrollar su capacidad emocional, afectiva, psicológica y social; a poder desenvolverse protagónicamente en forma autónoma, de acuerdo a cada una de las distintas etapas de su evolución.

Considerar los Derechos del/la Niñ* desde la concepción del mismo como sujeto de derechos, remite a un nuevo paradigma que conmueve y sacude estructuras y modelos (por ejemplo educativos, de formación, de trato y de tratamiento respecto del/la mism*), dogmáticamente consolidados desde una perspectiva hegemónica del poder patriarcal que regula los modos de vida social y cultural en nuestra sociedad.

 

II.

 Evaluando la situación y circunstancias de vida que afectan a l*s chic*s en condiciones de ser adoptad*s mediante la lectura de informes de evolución durante su internación en instituciones, tod*s ell*s han expresado la necesidad de establecer con adult*s vínculos afectivos y emocionales, de cuidado, buen trato y de confianza, de forma invariablemente ESTABLE y reciproca.

Entre otros aspectos, en su historia de vida han padecido una, dos, varias experiencias de intentos de guarda con fines de adopción que han fracasado. En todos los casos, en un plazo de entre uno o dos años se daban los siguientes obstáculos:

  • las personas que se presentaron interesadas en adoptar , no podían “manejar” los problemas de conducta de l*s chic*s,
  • por hacer eclosión durante el período de guarda serias dificultades en el vínculo interpersonal de la pareja,
  • por no estar preparados como adult*s para desenvolverse como progenitores.

Esta cuestión me ha llevado a reflexionar respecto de las características fundamentales que deben presentar los adult*s que se  presentan como adoptantes, frente a una problemática social que afecta a l*s niñ*s que estarían en condiciones de ser adoptables.

En muchos de los casos l*s niñ*s, especialmente l*s no recién nacid*s venían a cubrir necesidades y/o vacíos en las vidas de l*s adult*s adoptantes no elaborados, en cuanto frustraciones devenidas en trastornos sintomatológicos encubiertos. Dich*s adult*s resolvían la situación depositando la responsabilidad del fracaso en l*s niñ*s, sin reconocer que el conflicto se producía debido a sus limitaciones para establecer con l*s niñ*s un vínculo contenedor y afectivo.

Respecto del origen de la problemática que hace “adoptables” a l*s niñ*s, podemos considerar cuatro grandes grupos:

§         Quienes han sido entregados generalmente por la madre sola,  a los fines de que pueda ser adoptad* apenas nacid*;

§         Aquell*s recién nacid*s y dejados en un lugar anónimamente, para que alguien lo recoja,

§         Aquell*s sobre el que se ha sido dispuesto judicialmente un “secuestro” (término jurídico que en los oficios judiciales da cuenta de la apropiación “legal” de niños, niñas y/o adolescentes), por: a) evaluarse que se hallaba en riesgo o “peligro moral y material”, concluyéndose en la judialización la pobreza; b) aquel/lla que, víctima de malos tratos y violencia familiar corresponda temporal o permanentemente sean alejados de su medio familiar, en los términos del artículo 20 de la Convención sobre los Derechos del/la Niñ*.

Ante estas experiencias traumáticas que tienen como víctimas a los niños, niñas y/o adolescentes, es dable esperar y exigir respecto del/la adult* que pretenda asumir un lugar de adoptante, lo haga teniendo muy en claro que deberá ser lo suficientemente madur*como para ponerse en el lugar del/la niñ* que pretende adoptar e interpretar sus necesidades.

Porque tod*s ell*s son niñ*s parid*s, con el desarrollo de una identidad que viene boteando en el mar de la angustia, en una subjetivación que se debate reclamando poder surgir y constituirse en un sujeto que emerja en función de un deseo de no ser anónimo.

Pretende en tanto niñ*, al querer vivir en una familia, sortear el arrasamiento de conductas sociales que l* excluyen por “abandónic*”, por “desamparad*, para no confundirse y suponer a priori un sujeto-arrasado.

Anhela es* niñ* producir un nuevo lazo vincular bajo la condición de poder utilizar la palabra y lo fundamental, poder ser escuchad*.

III.

 

El/la niñ* en condiciones de ser adoptad* que pide vivir en familia, nos lleva a plantearnos qué tipo y modelo de familia desde la sociedad le ofrecemos. En nuestra cultura pervive la creencia respecto de la inmutabilidad y eficacia de la función de la familia como “célula básica de la sociedad”. El cuestionar este aspecto moviliza y “conmueve creencias, sentimientos y sistemas de poder, en una sociedad cuya ideología dominante se funda en la negación y el encubrimiento de los conflictos que ella misma promueve” (ALBERTI, B.M. y MENDEZ, M.L. La familia en la Crisis de la Modernidad, Ed. Libros de la Cuadriga, BA, 1993).

Dentro de las funciones de la familia, se la considera como ámbito que genera, organiza y mantiene la vida del ser humano. En la familia se funda el carácter social de la persona. El/la niñ* recibe y desarrolla allí su autoestima, humanización, individuación y autonomía, en un proceso que solo se da en el intercambio del juego mutuo de gratificaciones y frustraciones, creando un vínculo afectivo cargado de significaciones que, a modo de estructura estructurante, l* alimenta y le permite ir logrando un modelo de resolución de sus necesidades por medio de la adecuada sublimación de sus impulsos (FERNANDEZ, E.D. De los malos tratos en la niñez y otras crueldades, Editorial Lumen, Bs. As., 2002)

En el concepto de familia hoy se privilegian los lazos culturalmente establecidos desde una perspectiva hegemónica del poder patriarcal. Tiene como base lazos jurídicos, en tanto se trata de un acto legitimado socialmente, debiendo ser reconocido desde una terceridad conforme normas explícitas. Esto da lugar al surgimiento de una red de derechos y obligaciones que compromete a sus integrantes: económicos, religiosos, sociales, afectivos, morales, sexuales, etc.

Históricamente el Código Napoleónico formaliza constitucionalmente el principio de la familia sometida al poder del padre; la degradación de la mujer en la sociedad y la propiedad privada sin restricciones. “El régimen legal de la familia pasaba a ser una forma de propiedad del padre, y el régimen de propiedad privada se reconocía como el principio ordenador de toda la sociedad” (PALERM, A. Historia de la etnología II  - Ed. Alambra, Méjico, 1982).

La cultura capitalista rompe con todos los vínculos comunitarios en nombre de los derechos de los individuos. Resalta el rol y valor de la familia como instancia institucional privilegiada adjudicándole la exclusiva responsabilidad social por la conducta de los individuos.

La sociedad de hoy es una sociedad de hombres y mujeres sol*s, que se pretende compitan en el “mercado”, lugar de “la sociedad” por excelencia. Paradójicamente, en esta sociedad aparecería disuelto y negado todo lo que condiciona desde el afuera al individuo, depositando en el mismo la responsabilidad de ser excluido, debido a su “incapacidad”  e “incompetencia”.

La familia representa una institución que es posible encontrar en todas las sociedades, pero bajo formas diferentes en tanto convenciones culturales impuestas, en concordancia con elementos y valores ideológicos, económicos y políticos dominantes.

Es así como la familia tiene su reconocimiento en la figura del matrimonio o unión civil de una mujer y un hombre, de varias mujeres y varios hombres, de un hombre con varias mujeres o viceversa, de un hombre con un hombre y una mujer con otra mujer, incluyendo a los considerad*s hij*s, hayan o no nacido siempre de esta unión.

Dado el marco normativo o la convención a través del cual en una cultura se establecen los derechos humanos del individuo-social,  se posibilita el recorte de un espacio en que la institución familia valoriza la condición del/la niñ* como hij* desead* y necesitado de protección y cuidado.

 

IV.

   ... y no podrá darse la inclusión social del/la niñ* en condiciones de ser adoptad* y de l*s  adoptantes, en la medida que dicha posibilidad no instituya un proceso en el que puedan amb*s posicionarse desde su subjetivación e individuación como personas socialmente reconocidas y respetadas en su condición humana.

Un proceso de adopción no puede ser marginativo ni marginador en tanto esto fundaría una discriminación que lesiona y conculca derechos humanos que previamente han sido reconocidos social, cultural y jurídicamente.

Todo hombre o mujer que quiera adoptar un/* niñ* y/o adolescente, sea heterosexual u homosexual, puede hallarse condicionado psíquicamente para asumir dicha responsabilidad como adulto.

Deben necesariamente darse las condiciones para dar cuenta de un proceso de adopción que de lugar a intervenciones y posicionamientos que tiendan a particularizar qué les sucede a los sujetos implicados desde su propio testimonio, lo cual facilitaría la vinculación interpersonal.

L*s chic*s en situación de adoptabilidad deben dejar de ser el botín de guerra en las que campean la mediocridad, los prejuicios, la descalificación, la desvalorización, la humillación y el escamoteo permanente por conocer y reconocer las necesidades del/la otr* y su capacidad de amar al/la otr*.

Promueve esto, la producción de un espacio donde la palabra halle su sustancia como valor diferencial respecto de los enunciados cristalizados en los discursos institucionales e instituidos.

Concibo así como lo más difícil para el imaginario social, bancarse el doloroso proceso por llevar adelante y elaborar los cambios necesarios respecto de las seguridades ante lo temido-reprimido e impuesto, para poder al fin asumir sublimatoriamente la condición del amor como valor culturalmente fundante de la humildad, renunciando al egoísmo, para no ser estúpida e hipócritamente pseudo-altruistas.

Se debe requerir de l*s adoptantes el desenvolvimiento de una capacidad para generar y sostener una estabilidad emocional y afectiva que permita lugar para el ejercicio de la ternura, en legítima defensa de la propia subjetividad y subjetivación del/la niñ*, para que la adopción pueda resignificar una identidad con un/* otr* u otr*s que l*s quieran, respeten y valoren.

En fin: poder constituir y vivir en una familia que se asuma como tal y no sea una mera suma de individuos.

 

 

Capítulo del libro : Adopción, La Caída del Prejuicio”

Editorial DePuente/CHA – Distribuidora Galerna

Declarado de Interés Lesgislativo por la Honorable Cámara de Senador*s de la República Argentina.

Declarado de Interés Cultural por la Legislatura de  la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

http://www.libreriapaidos.com/resulta.asp?criterio=autor&texto=RAICES%20MONTERO-GIBERTI%20Y%20OTROS

 

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