Editorial de Jorge Rulli
EDITORIAL DEL DOMINGO PRIMERO DE NOVIEMBRE DE 2009
Estuve días pasados en Alcorta, provincia de Santa Fe, en la misma zona en que, alguna vez nació la Federación Agraria, en los mismos lugares en que en los años veinte del siglo pasado se luchaba por la tierra para el que la ocupa y la trabaja… Ahora, en esos mismos lugares, ya no queda nadie. Todos se han marchado, se han ido para el pueblo o para alguna parte. Todos se han marchado: se ha marchado la gente, se han marchado los pájaros y los bichos del campo… la famosa revolución de las pampas de que nos habla el suplemento rural de Clarín, no ha dejado nada más que un páramo, un inmenso páramo sometido al barbecho químico y a la insolación sin cobertura alguna, un páramo químico con que los sojeros se preparan para la próxima siembra del poroto maldito… Todos se han marchado… y ahora, se va también el suelo. Las nubes de tierra oscurecen el cielo y anticipan el atardecer, cuando aún el sol está alto. Como en tantas otras zonas de la Argentina, en que la tierra cansada de tanto veneno y de tanto desamor, se echa a volar hacia ninguna parte, el suelo se va con el viento, torbellinos de polvo cruzan los campos y sesgan el camino por el que vamos. Es una pesadilla. La Argentina sojera ha entrado en estado de catástrofe real debido a las voladuras de suelo, a los incendios provocados para ganar más tierra para la agricultura o por las sequías extremas que azota a provincias enteras. Localidades como Rufino, centros urbanos como Villa María, buena parte de Córdoba y ahora también de la provincia de San Luis y hasta de Jujuy, arden o se volatilizan. Poblaciones enteras deben emigrar por falta de agua, cuando se secan las vertientes de las que dependen. Mientras al ex Secretario de Agricultura Chepi se lo premia inventándole un cargo de funcionario VIP en el Ministerio de Relaciones Exteriores, el corazón agrícola de la Argentina entra en estado de colapso y deviene zona en acelerado proceso de desertificación. Duró poco la fiesta de las cuatro por cuatro y el lujo de las peatonales pueblerinas donde lucir todo el esplendor de esos vehículos fantásticos e inútiles, duraron poco los excesos prostibularios con menores, poco la embriaguez de las aldeas globales conectadas en forma directa con los centros europeos de la moda… Duraron poco las obras incontables de edificios levantados con ladrillos de soja, la soberbia de las expochacras y la infinita estolidez de los discursos oficiales… Una vez más, debemos recordar el viejo aserto de que la realidad es la única verdad…
Nuestra compañera Stella regresa de un viaje a Rufino y cuando se esfuerza por contarnos lo que vio, se le escapan las lágrimas y solloza. Debemos aguardar a que se calme y comience a desenvolver un relato desgarrador. Los suelos andan por los aires en la zona de Rufino y el aire se torna irrespirable. El sol calcina ese suelo de cenizas y en medio del sojal infinito, se encuentra una escuela abandonada, el techo hundido, las ventanas son apenas ojos vaciados que trastornan. Ella entra en las ruinas, por un lugar donde alguna vez hubo una puerta. Tal vez habrá sido el viento, lo único que se escucha cuando los ecosistemas se desploman, pero cree escuchar los gritos fantasmales de los niños que alguna vez jugaron en las aulas, se sobrecoge, tiembla como una hoja, está pisando una capa espesa de polvo que, tal como todo lo que la rodea recuerda algo parecido al talco. Entre el polvo ceniciento parece haber objetos olvidados, relictos de un tiempo que fue y que parecen haber quedado como si los habitantes se hubiesen ido a la carrera, carpetas y libros por doquier, se agacha y recoge uno, le sacude el polvo, entre sus manos tiene un ejemplar de las propuestas educativas del primer plan quinquenal 1947 – 1952, lo abre y lee: “En realidad el plan quinquenal no es más que el programa de la revolución convertida en acción, ante la fuerza histórica de una necesidad que se mostró en toda su desnudez ante los hombres honrados que hicieron esa revolución. Este plan fue encauzado por las vías naturales de su mejor desarrollo y se constituyó en la mejor movilización de una serie de energías, que dieron cima a una fórmula de emancipación regional y convenciera a todos los hombres, que el país se disponía a salir de los laberintos en ruinas, de las pasadas fórmulas políticas. En el frente externo del país, el plan quinquenal tuvo como objetivo: general, la renovación y reedificación de todo el Estad. En su interior y en el frente interno, se concretó la transformación radical de la estructura legal de la República. Su gran objetivo fue la intensificación del desenvolvimiento económico sobre la base de un programa que reactivó y estimuló la explotación de todo e1 patrimonio argentino. Tuvo este plan quinquenal, como principio sustancial, alcanzar la emancipación económica de la República y de todos sus habitantes”. Ahora es imposible equivocarse, los ecos de las voces infantiles se hacen audibles por encima de sus propios latidos, desde afuera cree poder oír asimismo el vocerío lejano de la Plaza: Qué pasa qué pasa que pasa General / esta lleno de gorilas el gobierno popular… Como un boomerang, la pregunta insolente, se ha vuelto treinta y cinco años después, sobre los mismos que la generaron, y ahora esa pregunta parece condenarlos desde las ruinas de esa pobre escuelita derruida de la zona de Rufino…
Me pregunto, ¿Qué hará el reutemismo ahora en la provincia de Santa Fe, ante el escandaloso desastre de los ecosistemas, cuando en su extremo fanatismo está tratando de disminuir de trescientos a cien, los exiguos metros que por ley separan a las poblaciones de los cultivos de soja que las rodean? ¿Qué hará el gobernador Binner, que en su sojera desmesura, comprometió su investidura en la inauguración del reciente congreso realizado por AAPRESID en Rosario? ¿Qué harán los médicos de la provincia, cuando es público que el director del hospital de Alcorta se ha permitido opinar que el glifosato puede beberse, y que un vaso del brebaje, probablemente no produzca más que un pasajero desarreglo estomacal? Nada, probablemente no hagan nada, nada más que lo que han hecho hasta el momento, continuar con el respaldo absoluto a los agronegocios y mantener las políticas de saqueo sobre esta pobre Argentina devastada por los monocultivos. Está en la naturaleza de cierta casta política dirigencial, operar como fuerzas de ocupación en el propio territorio, o aún peor todavía que si lo fueran, pues si fuésemos ocupados por un ejército extranjero, probablemente nos cuidarían un poco más, al menos para asegurarse la continuidad de los vínculos de explotación colonial. Ahora en cambio, la voracidad de los depredadores, puede arriesgarlo todo, y pone en riesgo el propio hábitat que nos contiene y del que dependemos. Resulta indignante que en Córdoba pueda ser sancionado el que lava su automóvil con agua de la canilla, y no el que provoca incendios y menos aún, los que con una política persistentemente irresponsable hacia el medio ambiente, han provocado la actual situación de catástrofes generalizadas.
Razonabilidad y sentido común parecen propiedades extraviadas en alguno de los vericuetos de nuestra historia patria contemporánea. En una reunión de diplomáticos escucho comentarios hechos por lo bajo, sobre lo difícil que será representar a la Argentina ante la próxima Convención de las Naciones Unidas sobre cambio climático, cuando a pesar de ser país signatario del convenio marco, continuamos basando el tráfico de más de cien millones de toneladas de granos y porotos, en una exclusiva red de transportes movida por combustibles fósiles. El mundo está en plena crisis del petróleo, preocupado por la contaminación y por el calentamiento global, pero el tema parece ajeno al camionero Moyano y a los capitostes de la CGT. Probablemente, no comprenderían ni siquiera de qué estamos hablando… No obstante, obediencia debida de por medio, y dado que esa práctica perversa no terminó con la dictadura militar, sobrarán diplomáticos que, con caras de cemento, expongan durante el mes de diciembre en Copenhague, los éxitos del modelo argentino.
Insistimos pese a ese clima de desesperanza, en conocer las instrucciones que ha dado a Cancillería el Ministerio de Agricultura, área del Estado, ahora conducida explícitamente por las grandes empresas del sector granario, y tan solo obtenemos frases generales, casi expresiones de buenos deseos. Las instrucciones serían algo así como: procurar mayores niveles de seguridad alimentaria en el mundo, que se esfuercen los países por hacer más eficientes sus sistemas agrícolas y que, por último, no se establezcan barreras de ningún tipo que puedan obstaculizar el libre comercio…¿Nos están tomando el pelo o pretenden acaso ocultar las políticas de estado que instrumentan? Consultamos sobre qué significan concretamente esas instrucciones, cómo se traducen en propuestas, en el marco de una situación como la que afrontan las Naciones Unidas frente a los gravísimos cambios climáticos y la necesidad de resolver medidas urgentes. Nos responde el silencio. Pero nosotros sabemos cuál es la respuesta en el país en que más abundan la soja, los corrales de engorde y los conversos. Mayor seguridad alimentaria, en lenguaje oficial argentino, pese a que los hambrientos en el mundo debido a la llamada Revolución Biotecnológica, han superado los mil millones de personas, significa más de los mismo, más transgénicos, mayor escala de agricultura industrial y más corrales de engorde. Mayor eficiencia en la agricultura, significa a su vez, mayor cantidad de insumos: de inoculantes, fertilizantes, herbicidas y en especial más y más siembra directa, ahora con pretendidos beneficios del mercado de los bonos de carbono. Por último, que no existan trabas al libre comercio significa encolumnarse una vez más, decididamente, con la OMC y con las grandes Corporaciones en esta marcha suicida hacia la destrucción lisa y llana del Planeta.
¿Por qué no pueden ser asumidas públicamente nuestras políticas de Estado, por qué no surgen de debates públicos, por qué razón no se construyen mediante consultas y consensos? Es fácil hallar una respuesta. Se oculta lo que no puede asumirse, lo que avergüenza o lo que constituye la traición de un mandato. Ante esa situación, y porque vamos a estar en Copenhague como observadores, persistimos en reclamar conocimiento público de las políticas e instrucciones que llevará la Argentina al encuentro sobre Cambio Climático. Tememos que esas instrucciones sean consecuentes con el nuevo ministerio de agricultura, en que a través del ingeniero Serantes de la empresa Cazenave, se expresarían sin mayores velos, los sectores de la agroindustria, de los acopiadores y exportadores. Las situaciones de colapso ambiental en el campo argentino requieren sin embargo y a contrapelo de estos nombramientos, cambios urgentes, cambios que no pueden esperar. Mientras vastas zonas son arrasadas por la extrema sequía, otras sufren la amenaza de inundaciones con efectos similarmente devastadores. Se calcula que la inundación que, en estos momentos, baja por el Paraná y las recientes lluvias en la zona, provocarán la muerte de un quince por ciento de las reses que los ganaderos refugiaron en las islas por falta de otras tierras para tenerlas y dado que ahora se carece de suficientes lanchones jaulas para rescatarlas y llevarlas a zonas firmes. Ese quince por ciento significan bastante más de cien mil animales. Cien mil animales con cuya carne bien podríamos solucionar en buena medida, el hambre y la desnutrición que aqueja a gran parte de nuestra población. Somos un país pobre y a la vez dispendioso e insensato. Se ha resuelto la asignación por hijo y no podemos dejar de apoyarla. Que los niños reciban esa ayuda sin duda que será justicia. La próxima medida que corresponda será tal vez y dentro de no mucho tiempo, el salario básico de ciudadanía, que también con justicia, debería cobrar todo habitante del suelo argentino por derecho de vivir en este bendito país, un país donde gracias a la creciente sojización, el trabajo pasará a ser cosa del pasado y todos o por lo menos la inmensa mayoría, viviremos alegremente de planes o pensiones, al menos mientras tengamos suelo y lluvia todavía... No es la Argentina que quisiéramos, pero es la que se nos propone en los hechos, si bien no en los discursos. No nos queda por ahora, sino develarla y denunciarla, que es lo que hacemos. Estamos trabajando y ayudando en cada lugar donde se nos propone una alternativa para la producción de alimentos y en verdad son pocos, muy pero muy pocos, los funcionarios que se preocupan por esos temas. Mientras tanto, la vida urbana de los que fueron empujados hacia los cordones de pobreza se hace cada vez más difícil. EDENOR acaba de implementar un aumento de las tarifas del consumo de luz, que podría llegar al cuatrocientos por ciento. Sería bueno que consultáramos al respecto al compañero Pablo Díaz, quien fuera único sobreviviente de la noche de los lápices, protagonista de numerosos homenajes a los compañeros desaparecidos y ahora, como parte de este país tan complejo en que se hace cada vez más difícil destacar conductas personales, uno de los directivos más encumbrados de EDENOR y según nos dicen que él mismo lo cuenta, uno de los principales dueños de la empresa. Seguramente mientras lo escuchemos, podremos escuchar también los ecos lejanos de aquellos voceríos insolentes en la plaza de mayo… pero no serán fantasmas, será simplemente nuestra buena memoria.
Jorge Eduardo Rulli
http://horizontesurblog.blogspot.com/
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