La nueva clínica: una visión cubana
HOSPITAL UNIVERSITARIO DR. GUSTAVO ALDEREGUIA LIMA
CIENFUEGOS
TITULO:
LOS NUEVOS LIBROS DE TEXTO DE CLINICA
AUTOR:
Dr. Alfredo Darío Espinosa Brito*
* Especialista de Segundo Grado en Medicina Interna, Profesor Titular, Doctor en Ciencias Médicas
.
Con frecuencia he comentado con mis colegas acerca de un peligro que se cierne sobre el presente y el futuro la medicina clínica, introducido casi inadver-tidamente a lo largo de los últimos decenios. Con la razonable justificación de actualizar lo que algunos han llamado "el estado del arte" (traducción del original en inglés "the state of art") en las diferentes disciplinas clínicas, se han publicado edicio-nes periódicas de textos que ya se han hecho clásicos para ser consultados por los clínicos -en sentido amplio- de nuestra época.1 Generalmente se esperan con impaciencia las nuevas edi-ciones de Cecil,2 Harrison,3 Nelson,4 Sabinston ,5 entre los más connotados y divulgados entre nosotros.
El propósito fundamental de los libros antes mencionados consiste en presentar de manera organizada, habitualmente por aparatos y sistemas, las entidades nosológicas reconocidas y, en cada una de ellas, describir los epígrafes de: concepto, etiología, patoge-nia, fisiopatología, epidemiología, manifestaciones clínicas, diagnóstico, evolución, pronóstico, clasificación y tratamiento.
Pero sucede un fenómeno peculiar: el número total de páginas de estos textos no se ha incrementado sustancialmente en 40 años. Probablemente esto responde a un acuerdo de los autores con las casas editoria-les. Lo cierto es que para actualizar estos libros, cada día se profundiza y crecen más los acápites de etiología, patogenia y fisiopatología, debido al descubrimiento de nuevos agentes causales, factores de riesgo, mediadores químicos, avances genéticos e inmunológicos, etc. Igualmente se dedica más espacio a los nuevos métodos de diagnóstico, desde los que forman parte del "boom" de la imagenología, hasta los anticuerpos monoclonales, los aportes de la medicina nuclear, además de modernas técnicas de laboratorio, anatomopa-tológicas y microbiológicas. Si de terapéutica se trata, ése es un epígrafe que se incrementa diariamente y se actualiza bien: esquemas terapéuticos con nuevas drogas, la introducción de la biotecnología, métodos quirúrgicos que van desde la cirugía endoscópica y de mínimo acceso hasta la transplantología, evaluaciones sobre la eficacia, seguridad y costos de los trata-mientos, etc.
En medio de toda esta "modernización del conocimiento", ¿qué es lo que se va "comprimiendo"?, ¿qué es lo que se va quedando olvidado y, a veces, se redacta sólo de manera "telegráfica", o en porcentajes fríos de frecuencias de síntomas y signos? Pues... nada menos que la Clínica (con mayúsculas), en especial la Semiología, que aparece como la Cenicienta, la pariente pobre en medio de todo este oropel de tecnología que ha ido plagando nuestros principales libros de consulta de... ¡Clínica! Estimamos que el impacto negativo de este fenómeno para las actuales y las futuras generaciones de médicos no se hará esperar.
Muchos de los clínicos que se formaron hace algu-nos años ya, continúan suspirando y añorando los libros que en épocas anteriores reflejaban mucho mejor la clínica de los enfermos, pero que se quedaron atrás en cuanto a su actualiza-ción etiológica, diagnóstica y, sobre todo, terapéutica. Entre estos textos se encuentran, en nuestro rico idioma español, las Lecciones de Patología Médica de Jiménez Díaz 6 y el Tratado de Clínica y Patología Médicas de Pedro Pons 7 e, incluso, las viejas ediciones de los textos multiautora-les anglosajones clásicos ya referidos, de Cecil, Harrison, Nelson y Sabinston.
La identificación de este problema debe conducir a una toma de posición. ¿Qué hacer? Hay que alertar esta situación, especialmente a estudiantes y a médicos jóvenes. No debemos permitir que se borren las huellas de una clínica, que es tan válida hoy, como ayer y lo será mañana. El método clínico es el mismo, lo que debe es per-feccionarse y adaptarse a las nuevas formas de ejercer la medici-na. Las descripciones de los cuadros clínicos son tan importantes para los nuevos médicos, como lo fueron para sus profesores en el pasado.8 La realización de la historia clínica es tan básica y tan compleja actualmente, como lo ha sido siempre... 9 ¡Y esto se obvia y se da por sabido!. ¿O se pretende que no es necesario para una buena atención médica?
Entonces, debemos defender lo que es realmente esencial en la clínica: el abordaje holístico de su objeto de estudio -el más complejo que existe, pues es la persona en su dimensión más humana-, a través del método científico -¡el método clínico!- en nuestra práctica diaria de diagnóstico, pronóstico y tratamiento con sanos y enfermos. 9 Si nos dejamos deslumbrar sólo por lo secundario, lo instrumental, lo auxiliar, los aparatos, lo inanimado, que en definitiva todo ello es la tecnología, por muy sofisticada o de punta que sea el ropaje que vista, nos habremos quedado sin ciencia y sin humanis-mo. 10 Por tanto, no es que estemos en contra de la técnica, ni mucho menos, sino que estamos convencidos que ésta debe estar subordinada al servicio de la ciencia y el humanismo de la práctica clínica y ser su complemento apropiado, en correspondencia con nuestros principios e hipótesis.
En los años de crisis económica que vivimos, cuando precisamente el desarrollo de nuevas tecnologías en los países del Primer Mundo -y aún en el nuestro- parece ser un sello de nuestro tiem-po, los que tenemos alguna responsabilidad administrativa, asistencial o docente -aunque también todos los que están imbuidos de los criterios antes expresados-, debemos "poner de moda" y actua-lizar, más que nunca, el método clínico como base de nuestra práctica profesional y enseñarlo con sabiduría, paciencia y amor, desde el pregrado. 11 Sin esta base, no podremos comprender ni utilizar adecuadamente ni las tecnologías disponibles en nuestros días, ni las nuevas que vendrán que, por más complejas que sean, serán susceptibles de asimilarse a una práctica profesional que se base en un pensa-miento científico, que es decir, crítico y con raíces profunda-mente humanistas.
Jiménez Díaz nos alertaba, desde la década de los 50 del pasado siglo XX, que esta es una tarea difícil, cuando afirmaba: ¿Cuál es la causa de la creciente imperfección con que se maneja la exploración clínica por los médicos? Es doble, en primer término, porque no se acierta a valorar lo mucho que puede dar de sí en el camino del conocimiento de la enfermedad del paciente; pero también por lo arduo de su aprendizaje 12
De otra manera, puede ser que en el futuro -y quizás en el pre-sente- nos encontremos con médicos que, en lugar de evaluar pacientes integralmente, traten imágenes radiográficas, ingresen electrocardiogramas patológicos, operen hemogramas o aconsejen conductas por el resultado de un monoclonal o de un ensayo clínico aleatorizado. A las consecuencias negativas en el orden de la satisfacción por la atención recibida por parte de los pacientes y sus familiares, se unen los gastos por el uso ina-propiado de la tecnología, lo que constituye una sobrecarga innecesaria sobre los servicios de salud, ya de por sí afectados por la grave crisis económica que sufrimos. 13 En otras palabras, la pregunta de hoy no debe ser si la medicina debe ser científica, sino ¿cómo debe ser científica la medicina? 14
Por tanto, que sean bienvenidos los nuevos libros de texto de medicina clínica. Nosotros los estamos esperando también. Personalmente pienso que ellos no son dinosaurios y que los necesitamos.1 Sin embargo, cuando leamos estos textos para mejorar nuestros conoci-mientos y práctica, debemos poner cada cosa en su lugar: el método clínico primero y la tecnología después. Indiscutiblemente será mejor para los pacientes, sus familiares, los médicos, los estudiantes y la sociedad en general.
REFERENCIAS.
1. Wheatherall DJ, Ledingham JGG, Warrell DA. On dinosaurs and medical textbooks. Lancet 1995; 346:4-5.
2. Bennett JC y Plum F. Tratado de Medicina Interna de Cecil, 20a ed., Vols. 1 y 2, New York: Mc Graw-Hill, 1997.
3. Fauci AS, Braunwlad E, Isselbacher KJ, Wilson JD, Martin JB, Kasper DL, et al. Principios de Medicia Interna de Harrison. 14a ed., Vols. 1 y 2, New York: Mc Graw-Hill, 1998.
4. Behrman RE. Tratado de Pediatría de Nelson. 15a ed., Vols. 1 y 2, New York: Mc Graw-Hill, 1997.
5. Sabinston DC. Tratado de Patología Quirúrgica. 15ª ed., Vols. 1 y 2, New York: Mc Graw-Hill, 1999.
6. Jiménez Díaz C. Lecciones de Patología Médica. 5a ed., Tomos I-VI. Madrid: Ed. Científico Médica, 1950.
7. Pedro Pons A. Tratado de Patología y Clínica Médicas, 3a ed., Tomos I-VI. Barcelona: Salvat, 1963.
8. Ilizástigui F. El método clínico; muerte y resurrección. Rev Cubana Educ Med Super 2000; 14 (2): 109-27
9. Espinosa A. Medicina Interna: ¿Qué fuiste, qué eres, qué serás? Rev Cubana Med 1999; 38 (1): 79-90.
10. Lolas F. Los progresos de la medicina. En su: Más allá del cuerpo. Santiago de Chile: Ed. Andrés Bello, 1997: 49-52.
11. Rodríguez L. La práctica clínica actual y el legado humanitario hipocrático. ¿Dónde fallamos? . Bol Ateneo Juan César García 1996; 4 (1-2): 104-112.
12. Jiménez Díaz C. Los métodos de exploración clínica y su valoración. Madrid: Ed. Paz Montalvo, 1954:11.
13. Espinosa AD. La unicidad en la diversidad. Factores en cuestión. Bol Ateneo Juan César García 1996; 4 (1-2): 93-103.
14. Lolas F. Bioética y Antropología Médica. Santiago de Chile: Mediterráneo, 2000: 159.
CIENFUEGOS
TITULO:
LOS NUEVOS LIBROS DE TEXTO DE CLINICA
AUTOR:
Dr. Alfredo Darío Espinosa Brito*
* Especialista de Segundo Grado en Medicina Interna, Profesor Titular, Doctor en Ciencias Médicas
.
Con frecuencia he comentado con mis colegas acerca de un peligro que se cierne sobre el presente y el futuro la medicina clínica, introducido casi inadver-tidamente a lo largo de los últimos decenios. Con la razonable justificación de actualizar lo que algunos han llamado "el estado del arte" (traducción del original en inglés "the state of art") en las diferentes disciplinas clínicas, se han publicado edicio-nes periódicas de textos que ya se han hecho clásicos para ser consultados por los clínicos -en sentido amplio- de nuestra época.1 Generalmente se esperan con impaciencia las nuevas edi-ciones de Cecil,2 Harrison,3 Nelson,4 Sabinston ,5 entre los más connotados y divulgados entre nosotros.
El propósito fundamental de los libros antes mencionados consiste en presentar de manera organizada, habitualmente por aparatos y sistemas, las entidades nosológicas reconocidas y, en cada una de ellas, describir los epígrafes de: concepto, etiología, patoge-nia, fisiopatología, epidemiología, manifestaciones clínicas, diagnóstico, evolución, pronóstico, clasificación y tratamiento.
Pero sucede un fenómeno peculiar: el número total de páginas de estos textos no se ha incrementado sustancialmente en 40 años. Probablemente esto responde a un acuerdo de los autores con las casas editoria-les. Lo cierto es que para actualizar estos libros, cada día se profundiza y crecen más los acápites de etiología, patogenia y fisiopatología, debido al descubrimiento de nuevos agentes causales, factores de riesgo, mediadores químicos, avances genéticos e inmunológicos, etc. Igualmente se dedica más espacio a los nuevos métodos de diagnóstico, desde los que forman parte del "boom" de la imagenología, hasta los anticuerpos monoclonales, los aportes de la medicina nuclear, además de modernas técnicas de laboratorio, anatomopa-tológicas y microbiológicas. Si de terapéutica se trata, ése es un epígrafe que se incrementa diariamente y se actualiza bien: esquemas terapéuticos con nuevas drogas, la introducción de la biotecnología, métodos quirúrgicos que van desde la cirugía endoscópica y de mínimo acceso hasta la transplantología, evaluaciones sobre la eficacia, seguridad y costos de los trata-mientos, etc.
En medio de toda esta "modernización del conocimiento", ¿qué es lo que se va "comprimiendo"?, ¿qué es lo que se va quedando olvidado y, a veces, se redacta sólo de manera "telegráfica", o en porcentajes fríos de frecuencias de síntomas y signos? Pues... nada menos que la Clínica (con mayúsculas), en especial la Semiología, que aparece como la Cenicienta, la pariente pobre en medio de todo este oropel de tecnología que ha ido plagando nuestros principales libros de consulta de... ¡Clínica! Estimamos que el impacto negativo de este fenómeno para las actuales y las futuras generaciones de médicos no se hará esperar.
Muchos de los clínicos que se formaron hace algu-nos años ya, continúan suspirando y añorando los libros que en épocas anteriores reflejaban mucho mejor la clínica de los enfermos, pero que se quedaron atrás en cuanto a su actualiza-ción etiológica, diagnóstica y, sobre todo, terapéutica. Entre estos textos se encuentran, en nuestro rico idioma español, las Lecciones de Patología Médica de Jiménez Díaz 6 y el Tratado de Clínica y Patología Médicas de Pedro Pons 7 e, incluso, las viejas ediciones de los textos multiautora-les anglosajones clásicos ya referidos, de Cecil, Harrison, Nelson y Sabinston.
La identificación de este problema debe conducir a una toma de posición. ¿Qué hacer? Hay que alertar esta situación, especialmente a estudiantes y a médicos jóvenes. No debemos permitir que se borren las huellas de una clínica, que es tan válida hoy, como ayer y lo será mañana. El método clínico es el mismo, lo que debe es per-feccionarse y adaptarse a las nuevas formas de ejercer la medici-na. Las descripciones de los cuadros clínicos son tan importantes para los nuevos médicos, como lo fueron para sus profesores en el pasado.8 La realización de la historia clínica es tan básica y tan compleja actualmente, como lo ha sido siempre... 9 ¡Y esto se obvia y se da por sabido!. ¿O se pretende que no es necesario para una buena atención médica?
Entonces, debemos defender lo que es realmente esencial en la clínica: el abordaje holístico de su objeto de estudio -el más complejo que existe, pues es la persona en su dimensión más humana-, a través del método científico -¡el método clínico!- en nuestra práctica diaria de diagnóstico, pronóstico y tratamiento con sanos y enfermos. 9 Si nos dejamos deslumbrar sólo por lo secundario, lo instrumental, lo auxiliar, los aparatos, lo inanimado, que en definitiva todo ello es la tecnología, por muy sofisticada o de punta que sea el ropaje que vista, nos habremos quedado sin ciencia y sin humanis-mo. 10 Por tanto, no es que estemos en contra de la técnica, ni mucho menos, sino que estamos convencidos que ésta debe estar subordinada al servicio de la ciencia y el humanismo de la práctica clínica y ser su complemento apropiado, en correspondencia con nuestros principios e hipótesis.
En los años de crisis económica que vivimos, cuando precisamente el desarrollo de nuevas tecnologías en los países del Primer Mundo -y aún en el nuestro- parece ser un sello de nuestro tiem-po, los que tenemos alguna responsabilidad administrativa, asistencial o docente -aunque también todos los que están imbuidos de los criterios antes expresados-, debemos "poner de moda" y actua-lizar, más que nunca, el método clínico como base de nuestra práctica profesional y enseñarlo con sabiduría, paciencia y amor, desde el pregrado. 11 Sin esta base, no podremos comprender ni utilizar adecuadamente ni las tecnologías disponibles en nuestros días, ni las nuevas que vendrán que, por más complejas que sean, serán susceptibles de asimilarse a una práctica profesional que se base en un pensa-miento científico, que es decir, crítico y con raíces profunda-mente humanistas.
Jiménez Díaz nos alertaba, desde la década de los 50 del pasado siglo XX, que esta es una tarea difícil, cuando afirmaba: ¿Cuál es la causa de la creciente imperfección con que se maneja la exploración clínica por los médicos? Es doble, en primer término, porque no se acierta a valorar lo mucho que puede dar de sí en el camino del conocimiento de la enfermedad del paciente; pero también por lo arduo de su aprendizaje 12
De otra manera, puede ser que en el futuro -y quizás en el pre-sente- nos encontremos con médicos que, en lugar de evaluar pacientes integralmente, traten imágenes radiográficas, ingresen electrocardiogramas patológicos, operen hemogramas o aconsejen conductas por el resultado de un monoclonal o de un ensayo clínico aleatorizado. A las consecuencias negativas en el orden de la satisfacción por la atención recibida por parte de los pacientes y sus familiares, se unen los gastos por el uso ina-propiado de la tecnología, lo que constituye una sobrecarga innecesaria sobre los servicios de salud, ya de por sí afectados por la grave crisis económica que sufrimos. 13 En otras palabras, la pregunta de hoy no debe ser si la medicina debe ser científica, sino ¿cómo debe ser científica la medicina? 14
Por tanto, que sean bienvenidos los nuevos libros de texto de medicina clínica. Nosotros los estamos esperando también. Personalmente pienso que ellos no son dinosaurios y que los necesitamos.1 Sin embargo, cuando leamos estos textos para mejorar nuestros conoci-mientos y práctica, debemos poner cada cosa en su lugar: el método clínico primero y la tecnología después. Indiscutiblemente será mejor para los pacientes, sus familiares, los médicos, los estudiantes y la sociedad en general.
REFERENCIAS.
1. Wheatherall DJ, Ledingham JGG, Warrell DA. On dinosaurs and medical textbooks. Lancet 1995; 346:4-5.
2. Bennett JC y Plum F. Tratado de Medicina Interna de Cecil, 20a ed., Vols. 1 y 2, New York: Mc Graw-Hill, 1997.
3. Fauci AS, Braunwlad E, Isselbacher KJ, Wilson JD, Martin JB, Kasper DL, et al. Principios de Medicia Interna de Harrison. 14a ed., Vols. 1 y 2, New York: Mc Graw-Hill, 1998.
4. Behrman RE. Tratado de Pediatría de Nelson. 15a ed., Vols. 1 y 2, New York: Mc Graw-Hill, 1997.
5. Sabinston DC. Tratado de Patología Quirúrgica. 15ª ed., Vols. 1 y 2, New York: Mc Graw-Hill, 1999.
6. Jiménez Díaz C. Lecciones de Patología Médica. 5a ed., Tomos I-VI. Madrid: Ed. Científico Médica, 1950.
7. Pedro Pons A. Tratado de Patología y Clínica Médicas, 3a ed., Tomos I-VI. Barcelona: Salvat, 1963.
8. Ilizástigui F. El método clínico; muerte y resurrección. Rev Cubana Educ Med Super 2000; 14 (2): 109-27
9. Espinosa A. Medicina Interna: ¿Qué fuiste, qué eres, qué serás? Rev Cubana Med 1999; 38 (1): 79-90.
10. Lolas F. Los progresos de la medicina. En su: Más allá del cuerpo. Santiago de Chile: Ed. Andrés Bello, 1997: 49-52.
11. Rodríguez L. La práctica clínica actual y el legado humanitario hipocrático. ¿Dónde fallamos? . Bol Ateneo Juan César García 1996; 4 (1-2): 104-112.
12. Jiménez Díaz C. Los métodos de exploración clínica y su valoración. Madrid: Ed. Paz Montalvo, 1954:11.
13. Espinosa AD. La unicidad en la diversidad. Factores en cuestión. Bol Ateneo Juan César García 1996; 4 (1-2): 93-103.
14. Lolas F. Bioética y Antropología Médica. Santiago de Chile: Mediterráneo, 2000: 159.
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juan carlos lopez vaca -
Dr. JUAN CARLOS LOPEZ
ESP. EN PRIMER GRADO DE MGI