Los nuevos libros de texto 2003 Dr.Alfredo Espinosa Cuba
HOSPITAL UNIVERSITARIO DR. GUSTAVO ALDEREGUIA LIMA
CIENFUEGOS
TITULO:
"LOS NUEVOS LIBROS DE TEXTO DE CLINICA"
AUTOR:
Dr. Alfredo Darío Espinosa Brito*
* Especialista de Segundo Grado en Medicina Interna, Profesor Titular,
Doctor en Ciencias Médicas
.
Con frecuencia he comentado con mis colegas acerca de un peligro que se
cierne sobre el presente y el futuro la medicina clínica, introducido casi
inadver-tidamente a lo largo de los últimos decenios. Con la razonable
justificación de actualizar lo que algunos han llamado "el estado del arte"
(traducción del original en inglés "the state of art") en las diferentes
disciplinas clínicas, se han publicado edicio-nes periódicas de textos que
ya se han hecho clásicos para ser consultados por los clínicos -en sentido
amplio- de nuestra época.1 Generalmente se esperan con impaciencia las
nuevas edi-ciones de Cecil,2 Harrison,3 Nelson,4 Sabinston ,5 entre los más
connotados y divulgados entre nosotros.
El propósito fundamental de los libros antes mencionados consiste en
presentar de manera organizada, habitualmente por aparatos y sistemas, las
entidades nosológicas reconocidas y, en cada una de ellas, describir los
epígrafes de: concepto, etiología, patoge-nia, fisiopatología,
epidemiología, manifestaciones clínicas, diagnóstico, evolución, pronóstico,
clasificación y tratamiento.
Pero sucede un fenómeno peculiar: el número total de páginas de estos
textos no se ha incrementado sustancialmente en 40 años. Probablemente esto
responde a un acuerdo de los autores con las casas editoria-les. Lo cierto
es que para actualizar estos libros, cada día se profundiza y crecen más los
acápites de etiología, patogenia y fisiopatología, debido al descubrimiento
de nuevos agentes causales, factores de riesgo, mediadores químicos, avances
genéticos e inmunológicos, etc. Igualmente se dedica más espacio a los
nuevos métodos de diagnóstico, desde los que forman parte del "boom" de la
imagenología, hasta los anticuerpos monoclonales, los aportes de la medicina
nuclear, además de modernas técnicas de laboratorio, anatomopa-tológicas y
microbiológicas. Si de terapéutica se trata, ése es un epígrafe que se
incrementa diariamente y se actualiza bien: esquemas terapéuticos con nuevas
drogas, la introducción de la biotecnología, métodos quirúrgicos que van
desde la cirugía endoscópica y de mínimo acceso hasta la transplantología,
evaluaciones sobre la eficacia, seguridad y costos de los trata-mientos,
etc.
En medio de toda esta "modernización del conocimiento", ¿qué es lo que se va
"comprimiendo"?, ¿qué es lo que se va quedando olvidado y, a veces, se
redacta sólo de manera "telegráfica", o en porcentajes fríos de frecuencias
de síntomas y signos? Pues... nada menos que la Clínica (con mayúsculas), en
especial la Semiología, que aparece como la Cenicienta, la pariente pobre en
medio de todo este oropel de tecnología que ha ido plagando nuestros
principales libros de consulta de... ¡Clínica! Estimamos que el impacto
negativo de este fenómeno para las actuales y las futuras generaciones de
médicos no se hará esperar.
Muchos de los clínicos que se formaron hace algu-nos años ya, continúan
suspirando y añorando los libros que en épocas anteriores reflejaban mucho
mejor la clínica de los enfermos, pero que se quedaron atrás en cuanto a su
actualiza-ción etiológica, diagnóstica y, sobre todo, terapéutica. Entre
estos textos se encuentran, en nuestro rico idioma español, las Lecciones
de Patología Médica de Jiménez Díaz 6 y el Tratado de Clínica y Patología
Médicas de Pedro Pons 7 e, incluso, las viejas ediciones de los textos
multiautora-les anglosajones clásicos ya referidos, de Cecil, Harrison,
Nelson y Sabinston.
La identificación de este problema debe conducir a una toma de posición.
¿Qué hacer? Hay que alertar esta situación, especialmente a estudiantes y a
médicos jóvenes. No debemos permitir que se borren las huellas de una
clínica, que es tan válida hoy, como ayer y lo será mañana. El método
clínico es el mismo, lo que debe es per-feccionarse y adaptarse a las nuevas
formas de ejercer la medici-na. Las descripciones de los cuadros clínicos
son tan importantes para los nuevos médicos, como lo fueron para sus
profesores en el pasado.8 La realización de la historia clínica es tan
básica y tan compleja actualmente, como lo ha sido siempre... 9 ¡Y esto se
obvia y se da por sabido!. ¿O se pretende que no es necesario para una buena
atención médica?
Entonces, debemos defender lo que es realmente esencial en la clínica: el
abordaje holístico de su objeto de estudio -el más complejo que existe, pues
es la persona en su dimensión más humana-, a través del método
científico -¡el método clínico!- en nuestra práctica diaria de diagnóstico,
pronóstico y tratamiento con sanos y enfermos. 9 Si nos dejamos deslumbrar
sólo por lo secundario, lo instrumental, lo auxiliar, los aparatos, lo
inanimado, que en definitiva todo ello es la tecnología, por muy sofisticada
o de punta que sea el ropaje que vista, nos habremos quedado sin ciencia y
sin humanis-mo. 10 Por tanto, no es que estemos en contra de la técnica, ni
mucho menos, sino que estamos convencidos que ésta debe estar subordinada al
servicio de la ciencia y el humanismo de la práctica clínica y ser su
complemento apropiado, en correspondencia con nuestros principios e
hipótesis.
En los años de crisis económica que vivimos, cuando precisamente el
desarrollo de nuevas tecnologías en los países del Primer Mundo -y aún en el
nuestro- parece ser un sello de nuestro tiem-po, los que tenemos alguna
responsabilidad administrativa, asistencial o docente -aunque también todos
los que están imbuidos de los criterios antes expresados-, debemos "poner de
moda" y actua-lizar, más que nunca, el método clínico como base de nuestra
práctica profesional y enseñarlo con sabiduría, paciencia y amor, desde el
pregrado. 11 Sin esta base, no podremos comprender ni utilizar adecuadamente
ni las tecnologías disponibles en nuestros días, ni las nuevas que vendrán
que, por más complejas que sean, serán susceptibles de asimilarse a una
práctica profesional que se base en un pensa-miento científico, que es
decir, crítico y con raíces profunda-mente humanistas.
Jiménez Díaz nos alertaba, desde la década de los 50 del pasado siglo XX,
que esta es una tarea difícil, cuando afirmaba: "¿Cuál es la causa de la
creciente imperfección con que se maneja la exploración clínica por los
médicos? Es doble, en primer término, porque no se acierta a valorar lo
mucho que puede dar de sí en el camino del conocimiento de la enfermedad del
paciente; pero también por lo arduo de su aprendizaje" 12
De otra manera, puede ser que en el futuro -y quizás en el pre-sente- nos
encontremos con médicos que, en lugar de evaluar pacientes integralmente,
traten imágenes radiográficas, ingresen electrocardiogramas patológicos,
operen hemogramas o aconsejen conductas por el resultado de un monoclonal o
de un ensayo clínico aleatorizado. A las consecuencias negativas en el orden
de la satisfacción por la atención recibida por parte de los pacientes y sus
familiares, se unen los gastos por el uso ina-propiado de la tecnología, lo
que constituye una sobrecarga innecesaria sobre los servicios de salud, ya
de por sí afectados por la grave crisis económica que sufrimos. 13 En otras
palabras, la pregunta de hoy no debe ser si la medicina debe ser científica,
sino ¿cómo debe ser científica la medicina? 14
Por tanto, que sean bienvenidos los nuevos libros de texto de medicina
clínica. Nosotros los estamos esperando también. Personalmente pienso que
ellos no son dinosaurios y que los necesitamos.1 Sin embargo, cuando leamos
estos textos para mejorar nuestros conoci-mientos y práctica, debemos poner
cada cosa en su lugar: el método clínico primero y la tecnología después.
Indiscutiblemente será mejor para los pacientes, sus familiares, los
médicos, los estudiantes y la sociedad en general.
REFERENCIAS.
1. Wheatherall DJ, Ledingham JGG, Warrell DA. On dinosaurs and medical
textbooks. Lancet 1995; 346:4-5.
2. Bennett JC y Plum F. Tratado de Medicina Interna de Cecil, 20a ed.,
Vols. 1 y 2, New York: Mc Graw-Hill, 1997.
3. Fauci AS, Braunwlad E, Isselbacher KJ, Wilson JD, Martin JB, Kasper DL,
et al. Principios de Medicia Interna de Harrison. 14a ed., Vols. 1 y 2, New
York: Mc Graw-Hill, 1998.
4. Behrman RE. Tratado de Pediatría de Nelson. 15a ed., Vols. 1 y 2, New
York: Mc Graw-Hill, 1997.
5. Sabinston DC. Tratado de Patología Quirúrgica. 15ª ed., Vols. 1 y 2, New
York: Mc Graw-Hill, 1999.
6. Jiménez Díaz C. Lecciones de Patología Médica. 5a ed., Tomos I-VI.
Madrid: Ed. Científico Médica, 1950.
7. Pedro Pons A. Tratado de Patología y Clínica Médicas, 3a ed., Tomos
I-VI. Barcelona: Salvat, 1963.
8. Ilizástigui F. El método clínico; muerte y resurrección. Rev Cubana Educ
Med Super 2000; 14 (2): 109-27
9. Espinosa A. Medicina Interna: ¿Qué fuiste, qué eres, qué serás? Rev
Cubana Med 1999; 38 (1): 79-90.
10. Lolas F. Los progresos de la medicina. En su: Más allá del cuerpo.
Santiago de Chile: Ed. Andrés Bello, 1997: 49-52.
11. Rodríguez L. La práctica clínica actual y el legado humanitario
hipocrático. ¿Dónde fallamos? . Bol Ateneo "Juan César García" 1996; 4
(1-2): 104-112.
12. Jiménez Díaz C. Los métodos de exploración clínica y su valoración.
Madrid: Ed. Paz Montalvo, 1954:11.
13. Espinosa AD. La unicidad en la diversidad. Factores en cuestión. Bol
Ateneo "Juan César García" 1996; 4 (1-2): 93-103.
14. Lolas F. Bioética y Antropología Médica. Santiago de Chile:
Mediterráneo, 2000: 159.
CIENFUEGOS
TITULO:
"LOS NUEVOS LIBROS DE TEXTO DE CLINICA"
AUTOR:
Dr. Alfredo Darío Espinosa Brito*
* Especialista de Segundo Grado en Medicina Interna, Profesor Titular,
Doctor en Ciencias Médicas
.
Con frecuencia he comentado con mis colegas acerca de un peligro que se
cierne sobre el presente y el futuro la medicina clínica, introducido casi
inadver-tidamente a lo largo de los últimos decenios. Con la razonable
justificación de actualizar lo que algunos han llamado "el estado del arte"
(traducción del original en inglés "the state of art") en las diferentes
disciplinas clínicas, se han publicado edicio-nes periódicas de textos que
ya se han hecho clásicos para ser consultados por los clínicos -en sentido
amplio- de nuestra época.1 Generalmente se esperan con impaciencia las
nuevas edi-ciones de Cecil,2 Harrison,3 Nelson,4 Sabinston ,5 entre los más
connotados y divulgados entre nosotros.
El propósito fundamental de los libros antes mencionados consiste en
presentar de manera organizada, habitualmente por aparatos y sistemas, las
entidades nosológicas reconocidas y, en cada una de ellas, describir los
epígrafes de: concepto, etiología, patoge-nia, fisiopatología,
epidemiología, manifestaciones clínicas, diagnóstico, evolución, pronóstico,
clasificación y tratamiento.
Pero sucede un fenómeno peculiar: el número total de páginas de estos
textos no se ha incrementado sustancialmente en 40 años. Probablemente esto
responde a un acuerdo de los autores con las casas editoria-les. Lo cierto
es que para actualizar estos libros, cada día se profundiza y crecen más los
acápites de etiología, patogenia y fisiopatología, debido al descubrimiento
de nuevos agentes causales, factores de riesgo, mediadores químicos, avances
genéticos e inmunológicos, etc. Igualmente se dedica más espacio a los
nuevos métodos de diagnóstico, desde los que forman parte del "boom" de la
imagenología, hasta los anticuerpos monoclonales, los aportes de la medicina
nuclear, además de modernas técnicas de laboratorio, anatomopa-tológicas y
microbiológicas. Si de terapéutica se trata, ése es un epígrafe que se
incrementa diariamente y se actualiza bien: esquemas terapéuticos con nuevas
drogas, la introducción de la biotecnología, métodos quirúrgicos que van
desde la cirugía endoscópica y de mínimo acceso hasta la transplantología,
evaluaciones sobre la eficacia, seguridad y costos de los trata-mientos,
etc.
En medio de toda esta "modernización del conocimiento", ¿qué es lo que se va
"comprimiendo"?, ¿qué es lo que se va quedando olvidado y, a veces, se
redacta sólo de manera "telegráfica", o en porcentajes fríos de frecuencias
de síntomas y signos? Pues... nada menos que la Clínica (con mayúsculas), en
especial la Semiología, que aparece como la Cenicienta, la pariente pobre en
medio de todo este oropel de tecnología que ha ido plagando nuestros
principales libros de consulta de... ¡Clínica! Estimamos que el impacto
negativo de este fenómeno para las actuales y las futuras generaciones de
médicos no se hará esperar.
Muchos de los clínicos que se formaron hace algu-nos años ya, continúan
suspirando y añorando los libros que en épocas anteriores reflejaban mucho
mejor la clínica de los enfermos, pero que se quedaron atrás en cuanto a su
actualiza-ción etiológica, diagnóstica y, sobre todo, terapéutica. Entre
estos textos se encuentran, en nuestro rico idioma español, las Lecciones
de Patología Médica de Jiménez Díaz 6 y el Tratado de Clínica y Patología
Médicas de Pedro Pons 7 e, incluso, las viejas ediciones de los textos
multiautora-les anglosajones clásicos ya referidos, de Cecil, Harrison,
Nelson y Sabinston.
La identificación de este problema debe conducir a una toma de posición.
¿Qué hacer? Hay que alertar esta situación, especialmente a estudiantes y a
médicos jóvenes. No debemos permitir que se borren las huellas de una
clínica, que es tan válida hoy, como ayer y lo será mañana. El método
clínico es el mismo, lo que debe es per-feccionarse y adaptarse a las nuevas
formas de ejercer la medici-na. Las descripciones de los cuadros clínicos
son tan importantes para los nuevos médicos, como lo fueron para sus
profesores en el pasado.8 La realización de la historia clínica es tan
básica y tan compleja actualmente, como lo ha sido siempre... 9 ¡Y esto se
obvia y se da por sabido!. ¿O se pretende que no es necesario para una buena
atención médica?
Entonces, debemos defender lo que es realmente esencial en la clínica: el
abordaje holístico de su objeto de estudio -el más complejo que existe, pues
es la persona en su dimensión más humana-, a través del método
científico -¡el método clínico!- en nuestra práctica diaria de diagnóstico,
pronóstico y tratamiento con sanos y enfermos. 9 Si nos dejamos deslumbrar
sólo por lo secundario, lo instrumental, lo auxiliar, los aparatos, lo
inanimado, que en definitiva todo ello es la tecnología, por muy sofisticada
o de punta que sea el ropaje que vista, nos habremos quedado sin ciencia y
sin humanis-mo. 10 Por tanto, no es que estemos en contra de la técnica, ni
mucho menos, sino que estamos convencidos que ésta debe estar subordinada al
servicio de la ciencia y el humanismo de la práctica clínica y ser su
complemento apropiado, en correspondencia con nuestros principios e
hipótesis.
En los años de crisis económica que vivimos, cuando precisamente el
desarrollo de nuevas tecnologías en los países del Primer Mundo -y aún en el
nuestro- parece ser un sello de nuestro tiem-po, los que tenemos alguna
responsabilidad administrativa, asistencial o docente -aunque también todos
los que están imbuidos de los criterios antes expresados-, debemos "poner de
moda" y actua-lizar, más que nunca, el método clínico como base de nuestra
práctica profesional y enseñarlo con sabiduría, paciencia y amor, desde el
pregrado. 11 Sin esta base, no podremos comprender ni utilizar adecuadamente
ni las tecnologías disponibles en nuestros días, ni las nuevas que vendrán
que, por más complejas que sean, serán susceptibles de asimilarse a una
práctica profesional que se base en un pensa-miento científico, que es
decir, crítico y con raíces profunda-mente humanistas.
Jiménez Díaz nos alertaba, desde la década de los 50 del pasado siglo XX,
que esta es una tarea difícil, cuando afirmaba: "¿Cuál es la causa de la
creciente imperfección con que se maneja la exploración clínica por los
médicos? Es doble, en primer término, porque no se acierta a valorar lo
mucho que puede dar de sí en el camino del conocimiento de la enfermedad del
paciente; pero también por lo arduo de su aprendizaje" 12
De otra manera, puede ser que en el futuro -y quizás en el pre-sente- nos
encontremos con médicos que, en lugar de evaluar pacientes integralmente,
traten imágenes radiográficas, ingresen electrocardiogramas patológicos,
operen hemogramas o aconsejen conductas por el resultado de un monoclonal o
de un ensayo clínico aleatorizado. A las consecuencias negativas en el orden
de la satisfacción por la atención recibida por parte de los pacientes y sus
familiares, se unen los gastos por el uso ina-propiado de la tecnología, lo
que constituye una sobrecarga innecesaria sobre los servicios de salud, ya
de por sí afectados por la grave crisis económica que sufrimos. 13 En otras
palabras, la pregunta de hoy no debe ser si la medicina debe ser científica,
sino ¿cómo debe ser científica la medicina? 14
Por tanto, que sean bienvenidos los nuevos libros de texto de medicina
clínica. Nosotros los estamos esperando también. Personalmente pienso que
ellos no son dinosaurios y que los necesitamos.1 Sin embargo, cuando leamos
estos textos para mejorar nuestros conoci-mientos y práctica, debemos poner
cada cosa en su lugar: el método clínico primero y la tecnología después.
Indiscutiblemente será mejor para los pacientes, sus familiares, los
médicos, los estudiantes y la sociedad en general.
REFERENCIAS.
1. Wheatherall DJ, Ledingham JGG, Warrell DA. On dinosaurs and medical
textbooks. Lancet 1995; 346:4-5.
2. Bennett JC y Plum F. Tratado de Medicina Interna de Cecil, 20a ed.,
Vols. 1 y 2, New York: Mc Graw-Hill, 1997.
3. Fauci AS, Braunwlad E, Isselbacher KJ, Wilson JD, Martin JB, Kasper DL,
et al. Principios de Medicia Interna de Harrison. 14a ed., Vols. 1 y 2, New
York: Mc Graw-Hill, 1998.
4. Behrman RE. Tratado de Pediatría de Nelson. 15a ed., Vols. 1 y 2, New
York: Mc Graw-Hill, 1997.
5. Sabinston DC. Tratado de Patología Quirúrgica. 15ª ed., Vols. 1 y 2, New
York: Mc Graw-Hill, 1999.
6. Jiménez Díaz C. Lecciones de Patología Médica. 5a ed., Tomos I-VI.
Madrid: Ed. Científico Médica, 1950.
7. Pedro Pons A. Tratado de Patología y Clínica Médicas, 3a ed., Tomos
I-VI. Barcelona: Salvat, 1963.
8. Ilizástigui F. El método clínico; muerte y resurrección. Rev Cubana Educ
Med Super 2000; 14 (2): 109-27
9. Espinosa A. Medicina Interna: ¿Qué fuiste, qué eres, qué serás? Rev
Cubana Med 1999; 38 (1): 79-90.
10. Lolas F. Los progresos de la medicina. En su: Más allá del cuerpo.
Santiago de Chile: Ed. Andrés Bello, 1997: 49-52.
11. Rodríguez L. La práctica clínica actual y el legado humanitario
hipocrático. ¿Dónde fallamos? . Bol Ateneo "Juan César García" 1996; 4
(1-2): 104-112.
12. Jiménez Díaz C. Los métodos de exploración clínica y su valoración.
Madrid: Ed. Paz Montalvo, 1954:11.
13. Espinosa AD. La unicidad en la diversidad. Factores en cuestión. Bol
Ateneo "Juan César García" 1996; 4 (1-2): 93-103.
14. Lolas F. Bioética y Antropología Médica. Santiago de Chile:
Mediterráneo, 2000: 159.
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