Mitos de los conquistadores
ALFREDO TORERO
I
Habría que decir que en lo inmediato
la vida se ha ido haciendo más difícil,
de rojo se mancharon nuestros sueños,
la boca ya no encuentra su palabra.
La noche envuelve el cielo y lo aprisiona
la patria va alejándose del hombre
y todas las banderas que flamearon
se han ido desgarrando con el tiempo
II
Habría que decir que ya no estamos
cantando por las grandes alamedas
de nuevo la guitarra está llorando,
de nuevo nuestro canto es una herida
Habría que afirmar valientemente,
que un mundo nos separa de ese mundo,
y un mundo es lo que queda destruido,
y un Mundo por hacer es la Tarea.
Desmontando mitos
El historiador Matthew Restall ha desglosado siete mitos recurrentes
en la historia de la conquista española en un libro que ha sido
considerado como una forma pionera de aproximarse a la conquista
española en América.
MARCELO SOMARRIVA Q.
El conquistador negro Juan Valiente murió en el enfrentamiento de
Tucapel en 1553. Había llegado por primera vez a Chile junto a Diego
de Almagro y participó luego en la compañía de Pedro de Valdivia.
Valiente contribuyó a fundar Santiago en 1546 y fue premiado con una
hacienda en las afueras de la ciudad. Cuatro años más tarde recibió
una encomienda y alcanzó a formar una familia con Juana de Valdivia,
con seguridad una ex esclava negra del gobernador. Valiente había
nacido -obviamente con otro nombre- en África occidental hacia 1505
y llegó como esclavo a México donde hacia 1530 fue comprado por un
español llamado Alonso Valiente, quien lo bautizó y lo llevó a
trabajar a su casa, en Puebla. Probablemente Juan se cansó de esta
vida doméstica, ya que en 1533 convenció a su amo que lo dejara ir
para buscar nuevas oportunidades como conquistador, por un periodo
de 4 años, al cabo del cual regresaría con las ganancias obtenidas.
Firmaron un acuerdo.
Guerreros invisibles
Juan llegó a Guatemala a tiempo para unirse a la expedición de Pedro
de Alvarado que se dirigía a Perú. Allí fue donde se unió a la
compañía de Almagro y puso rumbo hacia el sur. En Chile, Valiente
consiguió cierta fortuna y pudo vivir en libertad, pero a miles de
kilómetros de allí Alonso Valiente no había olvidado la inversión
que le significaba ser propietario de un conquistador. Le concedió
un nuevo plazo y, más tarde, en 1541 envió a un nieto suyo para que
cazara o negociara con su esclavo un buen precio para manumitirlo.
Sin embargo, Juan nunca olvidó su condición de esclavo y comisionó a
un oficial real en 1550 para comprar su libertad, que terminó
escapándose con los fondos. Alonso Valiente insistió en recuperar su
inversión, pero entonces ya era muy tarde. El cuerpo de Juan
Valiente descansaba en la Araucanía.
Para el historiador Matthew Restall en su libro "Los siete mitos de
la conquista española" la sorprendente historia de Juan Valiente es
una forma de acercarse a uno de los mitos que pueblan la historia de
la conquista española. Se trata del "mito del conquistador blanco"
que oculta detrás suyo a un enorme número de "aliados" nativos y
africanos, esclavos o libres que trabajaron por la conquista y cuyos
aportes han sido olvidados. Este es uno de los siete mitos
principales que según Restall ha producido la conquista de América,
un terreno fértil no sólo para el surgimiento de ilusiones como la
leyenda del "Dorado", sino que de gran cantidad de concepciones o
versiones más o menos erróneas de lo que sucedió o pudo haber
sucedido.
Restall revisó una asombrosa cantidad de testimonios de españoles,
nativos y africanos; libros académicos coloniales y modernos e
incluso abundante cantidad de cultura popular para observar como
estos siete mitos han logrado perpetuarse a lo largo de la historia.
Cada capítulo de su libro articula un mito, diseccionándolo y
poniéndolo en el contexto de fuentes de evidencia alternativas. No
se trata sólo de corregir los mitos, sino de yuxtaponer las
descripciones falsas con otras más ajustadas a lo que pudo haber
ocurrido y recordar que las interpretaciones históricas pueden
producir mitos que sean verdaderos para sus progenitores de acuerdo
con sus concepciones culturales y su agenda política. Lo interesante
es que Restall no se excluye de esto último. Está consciente de la
influencia que puedan tener sobre él los conceptos y el lenguaje de
su propio tiempo y cultura. El autor compara así dos formas de lo
que se dijo que ocurrió. Una creada en el momento histórico mismo y
la otra germinada en archivos y bibliotecas por historiadores
abocados a lograr la siempre escurridiza objetividad.
Ficciones
Para Restall los mitos serían algo ficticio que comúnmente se toma
por verdadero. A su juicio, la relación entre el mito y la historia
sería ambigua, pero ésta no se resuelve diciendo que la historia
reemplaza viejos mitos por otros más nuevos y que nuestras ideas de
la verdad son meras ficciones reconfortantes. "Podemos, afirma el
autor, examinar los contextos y los propósitos de tales ficciones y
comparar las verdades de los conquistadores con las que nosotros
tenemos acerca de ellos, y como resultado de esto obtener un mejor
entendimiento de la conquista, aun cuando este entendimiento no
pretenda ser la verdad en un sentido absoluto".
-De acuerdo a su libro, la expresión genérica de conquista disfraza
una situación más compleja, dirigiendo una serie de hechos
diversos "inexorablemente hacia el clímax de la victoria española".
¿El problema parte con el nombre?
"Sí, al denominar "sucesos complejos" como "conquista de México"
o "conquista de Perú" se enmarca todo en términos de la victoria
española. Dejando al margen algo tan importante como que una
victoria española no era inevitable, ni tan rápida o fácil como los
españoles decían. Tales frases también dejan de lado todas las otras
campañas españolas de exploración y conquista que fallaron -aquellas
que ni siquiera tienen nombre y no se incluyen en "la conquista", en
la medida en que no fueron más que invasiones fallidas".
Moraleja
-Una de las premisas de su libro es que a lo largo de los siglos han
perdurado una interpretación y una visión relativamente coherentes
de la conquista. ¿Por qué ocurrió esto?
"Hay un buen número de razones. Una de ellas es que esta visión
coherente hace una buena historia, sacando las contradicciones y
complicaciones, produciendo una narración clara y directa, con una
moraleja simple al centro. Una moraleja que diría más o menos así:
las civilizaciones superiores y/o la religión verdadera siempre
triunfan -algo así como el mito de que la democracia es la
manera "verdadera" o "correcta" y por eso Estados Unidos ganó la
guerra fría, que es otra de las grandes simplificaciones de la
historia. Una razón relacionada con la anterior es que la mayor
parte de los 500 años, desde el comienzo de la conquista española,
han estado dominados por la expansión imperial europea que se
complementa con el desarrollo de ideologías imperiales
justificativas del imperio. Este clima fue proclive a apoyar
visiones pro-imperiales como la de los españoles (incluso por los
enemigos de España) y sólo muy recientemente se ha hecho posible
encontrar una amplia audiencia para ideas que son escépticas de los
imperios y las ideologías que los respaldan".
-¿Cuáles serían las concepciones culturales o las agendas políticas
de nuestro tiempo?
"Bueno, por ejemplo, el sesgo antiimperial que acabo de mencionar y
también la idea posmoderna según la cual todos los textos deben
mirarse con sospecha, que ningún texto o fuente puede tomarse como
una simple reflexión de una verdad o realidad".
-¿Es posible para un historiador acercarse a algo semejante a la
verdad o la verdad histórica?
"Sí, pero con elcuidado de no creer que se tiene un monopolio sobre
la verdad. Las conclusiones históricas no son infalibles, pero
cuando están bien probadas y argumentadas cuidadosamente merecen ser
consideradas como si dijeran algo verdadero sobre el mundo. Podemos
cuestionar las pretensiones de verdad de una narrativa histórica sin
llegar a relegarla como una ficción más. Siempre va a haber
múltiples narraciones sobre un momento histórico, pero eso no quiere
decir que como interpretaciones no nos digan algo verdadero."
-Usted traza la historia de algunos mitos, considerando las
actitudes y disposiciones del público hacia ellos en su época. ¿Cómo
podría caracterizarse la situación del público contemporáneo hacia
la historia, considerando las miles de novelas y películas
históricas o el "history channel" y otros medios que han ayudado a
ventilar la imaginación histórica?
"Creo que la gente responde a la televisión y a las películas de la
manera como acostumbran a responder ante los diarios, creyendo que a
pesar de tratarse de ficciones, deberán ser en algún sentido
verdaderas o reales, porque están ahí en una película. Este medio
ayuda así a perpetuar viejas ideas que alguna vez circularon en
diarios o novelas".
-Usted habla también de muchos mini mitos. ¿Puede dar un ejemplo?
"Están a lo largo de todo el libro. Uno de los más interesantes es
el de las apoteosis, de Cortés o de los españoles en general, que
pudo haber sido un capítulo en sí mismo y es algo central a la
manera como los europeos reaccionaron a la conquista"
Falsos dioses
-Esta es una de las afirmaciones llamativas de su libro ya que hemos
crecido con la idea que los nativos creían que los conquistadores
españoles eran dioses. ¿Cómo concluyó eso?
"¡La evidencia! Me acerqué a este tema con la mente abierta.
Dispuesto a aceptar que esto no era cierto, o que el mito tenía algo
de verdad. Pero la evidencia me pareció, al final, que apuntaba sin
duda a que la apoteosis de los españoles era una total fabricación
española o europea. Por supuesto que los europeos y sus
descendientes mantuvieron vivo el mito y siguen reacios a
abandonarlo".
-De acuerdo con el tercer mito. ¿Cómo pudieron estos "guerreros
invisibles" haber permanecido invisibles por tanto tiempo? ¿Cómo fue
que usted los hizo visibles de nuevo?
"Bueno, ellos no eran verdaderamente invisibles. Toda la evidencia
estaba allí, incluso en los recuentos de los españoles, pero no se
habían sacado las conclusiones obvias ni habían sido debidamente
destacados. Es una cuestión de énfasis. Los españoles quitaron el
acento de los conquistadores no hispanos, lo que yo tuve que hacer
fue poner el foco de luz en la evidencia que había estado siempre
frente a nosotros. Resaltar el papel decisivo que jugaron los
africanos y los aliados nativos de los españoles, enriquece esta
historia y ayuda a explicar su desarrollo.
Juan Valiente es bastante ignorado en Chile. ¿Sucede lo mismo en
otras partes de América con otros conquistadores negros de similar
trayectoria?
"En mi opinión el papel que ocuparon los africanos en la conquista y
en la historia colonial generalmente ha sido muy ignorado o negado
en Chile, Argentina, Costa Rica, Guatemala, Yucatán, a lo largo de
toda Hispanoamérica. Las razones de esto se relacionan en parte con
la experiencia colonial de la esclavitud, pero también con temas que
están fuera de mi libro, como el desarrollo del nacionalismo en
Latinoamérica en el siglo XIX y al papel que jugaron las ideas
racistas en ese siglo. Valiente no es una excepción, están también
los casos de Juan Garrido y Sebastián Toral en México; Juan Bardales
en Honduras y Panamá; Juan García en Perú y Juan Beltrán también en
Chile y que fue encomendero y capitán del fuerte de Villarrica".
-¿En qué términos el mito de la conquista, como una tarea completa,
influyó en el proceso de construcción de identidades nacionales a lo
largo de Latinoamérica?
"Muchos de los mitos se consolidaron en el período moderno en orden
a construir tales identidades. Por ejemplo lo interesante de la
revolución mexicana es la forma como el mito de la conquista
completa fue reformulado para crear el mito de la "raza cósmica".
Completar la conquista tomó siglos, pero resultó en esta fusión
idealizada de las razas, que por supuesto no es en realidad cierta,
ya que los pueblos nativos en México, seguían oprimidos y se
olvidaron de incluir a los africanos."
-El mito de la desolación de los nativos perpetúa una interpretación
de ellos que no los favorece, es paradójico ya que esta
interpretación ha sido desarrollada por gente comprometida con los
indígenas. ¿Qué opina al respecto?
"Sí, esto es muy irónico. Aquellos simpatizantes de los pueblos
nativos han hecho lo posible en las décadas recientes por promover
esta visión que enfatiza la pérdida y la destrucción. Esto
inconscientemente perpetúa un mito que les hace un flaco favor a
estas culturas indígenas con la que estos académicos supuestamente
simpatizan.
Pienso que es cosa del balanceo del péndulo: demasiado a la derecha
y luego demasiado a la izquierda. Necesitamos un terreno intermedio
que se base en las evidencias, un detallado estudio de las
comunidades nativas desde la conquista, y no sólo en ideas
políticas. En mi punto de vista, mostrar en detalle cómo los pueblos
nativos sobrevivieron a la conquista e hicieron que el colonialismo
trabajara para ellos de alguna forma, les hace el mejor favor y
honor."
Paradojas
-De acuerdo a usted el llamado mito de la falta de comunicación ha
sido perpetuado para explicar la conquista afirmando la inferioridad
de los nativos . ¿Cuál es el problema de esta interpretación? Usted
afirma que hubo cierta comunicación.
Es otra vez el balance del péndulo. Creo que toda esta idea de la
falta de comunicación ha sido analizada en exceso. Ciertamente hubo
mucha incomunicación durante la conquista, pero argumentar que esta
incomunicación fue tan desequilibrada que favoreció a los españoles
al punto de explicar la conquista, ignora la complejidad de la
interacción entre ellos y los nativos. Más aún, los momentos de
incomunicación fueron igualados o superados por lecturas más o menos
exitosas de las afirmaciones y las intenciones españolas".
FICHA
Matthew Restall
Los siete mitos de la conquista de América
Paidós 2005.
Los siete mitos
"Hombres excepcionales"
Este mito se origina en la respuesta dada a una interrogante que se
ha repetido a lo largo de los siglos. ¿Cómo tan pocos hombres
pudieron haber terminado con imperios tan poderosos? Según Restall
esta pregunta está en el núcleo de su libro, no sólo por que sus
respuestas tienen elementos de cada uno de los siete mitos, sino
porque su misma formulación es errónea. Ni eran tan pocos y tampoco
acabaron con grandes imperios.
"El ejército real"
Los primeros invasores y colonos españoles suelen presentarse como
soldados y la historiografía utilizaría recurrentemente términos
militares para designar sus acciones. Sin embargo de acuerdo a
Restall, la conquista española no fue llevada a cabo por soldados
convocados por el rey. De acuerdo al historiador, la revolución
militar europea de los siglos XVI y XVII, alteró las percepciones
españolas de los primeros conquistadores y los historiadores
modernos siguieron influidos por visiones de hombres armados.
Restall concluye que la variedad de identidades, experiencias y
biografías hacen del concepto típico de conquistador algo sin
sentido. Los conquistadores fueron más bien "empresarios armados".
"El conquistador blanco"
Los españoles suelen representarse combatiendo contra hordas
innumerables de nativos. No cabe duda que los españoles fueron
superados en número por sus enemigos; pero muchas veces se ignora o
se olvida que los españoles también tendían a ser igualados e
incluso superados numéricamente por sus propios aliados nativos y
luego por guerreros africanos libres o esclavos, que los acompañaban
en sus campañas.
"La conquista completa"
Al designarse como "conquista" de manera genérica a todo un proceso
de exploración, expansión, descubrimiento e invasión española en
América, se inserta todo en un marco donde los eventos transcurren
de manera inexorable hacia el clímax inevitable de la victoria. La
frase "conquista española" y todo lo que ésta implica, ha seguido
utilizándose a lo largo de la historia porque los españoles estaban
muy preocupados de describir sus logros y conquistas como contratos
concluidos, como voluntad de la providencia o hechos consumados. A
pesar de estas pretensiones la conquista siguió y sigue todavía
incompleta.
"La incomunicación".
Los momentos del primer encuentro entre Cortés y Moctezuma y de
Atahualpa con Pizarro se han convertido en símbolos del choque de
culturas. De acuerdo a Restall las especulaciones en torno a la
forma como se efectuó este diálogo entre españoles y nativos ha
generado un mito que tiene dos variantes. Primero históricamente
prevaleció el mito de la comunicación efectiva con los nativos,
propagado por los propios conquistadores interesados en demostrar
que los nativos habían sido subyugados y convertidos. Luego, este
mito fue cuestionado por académicos modernos, como Tzvetan Todorov,
que a partir de fuentes del siglo XVI, principalmente los escritos
de Fray Bartolomé de las Casas, han planteado que no hubo tal
comunicación. Para Restall esto se ha vuelto tan común en las
últimas décadas que se ha convertido en su propio contratito al
explicarse la conquista española en términos de la habilidad
lingüística de los españoles. Según Restall los mitos de la
comunicación y la falta de comunicación han sido utilizados
erróneamente como explicaciones de la conquista.
"La desolación de los nativos"
A lo largo de los siglos los europeos han imaginado e inventado el
quiebre social y cultural de las sociedades nativas americanas. En
su forma más extrema, esta perspectiva no sólo pone énfasis en el
despoblamiento y destrucción, sino que percibe una desolación más
profunda llegando incluso al estado de anomia -en el cual los
nativos padecerían de un sentido de futilidad, vacío emocional,
desesperanza sicológica, y una confusión ante el aparente
desmoronamiento de sus antiguos sistemas de civilización. En
circunstancias que, según Restall, las culturas nativas respondieron
a la invasión, de manera altamente diversificada, probando ser
rescilientes y adapatativas.
"La superioridad española".
Restall sostiene que en tiempos coloniales los españoles intentaron
confinar la historia de la conquista comprimiéndola en el que puede
ser uno de los motivos más simples jamás inventados para explicar
los comportamientos humanos, el argumento de la superioridad. Los
cronistas coloniales y los historiadores modernos se contentaron con
exponer el siguiente argumento circular: los españoles conquistaron
a los nativos, porque eran superiores, y eran superiores porque
conquistaron a los nativos.
El mercurio.com
I
Habría que decir que en lo inmediato
la vida se ha ido haciendo más difícil,
de rojo se mancharon nuestros sueños,
la boca ya no encuentra su palabra.
La noche envuelve el cielo y lo aprisiona
la patria va alejándose del hombre
y todas las banderas que flamearon
se han ido desgarrando con el tiempo
II
Habría que decir que ya no estamos
cantando por las grandes alamedas
de nuevo la guitarra está llorando,
de nuevo nuestro canto es una herida
Habría que afirmar valientemente,
que un mundo nos separa de ese mundo,
y un mundo es lo que queda destruido,
y un Mundo por hacer es la Tarea.
Desmontando mitos
El historiador Matthew Restall ha desglosado siete mitos recurrentes
en la historia de la conquista española en un libro que ha sido
considerado como una forma pionera de aproximarse a la conquista
española en América.
MARCELO SOMARRIVA Q.
El conquistador negro Juan Valiente murió en el enfrentamiento de
Tucapel en 1553. Había llegado por primera vez a Chile junto a Diego
de Almagro y participó luego en la compañía de Pedro de Valdivia.
Valiente contribuyó a fundar Santiago en 1546 y fue premiado con una
hacienda en las afueras de la ciudad. Cuatro años más tarde recibió
una encomienda y alcanzó a formar una familia con Juana de Valdivia,
con seguridad una ex esclava negra del gobernador. Valiente había
nacido -obviamente con otro nombre- en África occidental hacia 1505
y llegó como esclavo a México donde hacia 1530 fue comprado por un
español llamado Alonso Valiente, quien lo bautizó y lo llevó a
trabajar a su casa, en Puebla. Probablemente Juan se cansó de esta
vida doméstica, ya que en 1533 convenció a su amo que lo dejara ir
para buscar nuevas oportunidades como conquistador, por un periodo
de 4 años, al cabo del cual regresaría con las ganancias obtenidas.
Firmaron un acuerdo.
Guerreros invisibles
Juan llegó a Guatemala a tiempo para unirse a la expedición de Pedro
de Alvarado que se dirigía a Perú. Allí fue donde se unió a la
compañía de Almagro y puso rumbo hacia el sur. En Chile, Valiente
consiguió cierta fortuna y pudo vivir en libertad, pero a miles de
kilómetros de allí Alonso Valiente no había olvidado la inversión
que le significaba ser propietario de un conquistador. Le concedió
un nuevo plazo y, más tarde, en 1541 envió a un nieto suyo para que
cazara o negociara con su esclavo un buen precio para manumitirlo.
Sin embargo, Juan nunca olvidó su condición de esclavo y comisionó a
un oficial real en 1550 para comprar su libertad, que terminó
escapándose con los fondos. Alonso Valiente insistió en recuperar su
inversión, pero entonces ya era muy tarde. El cuerpo de Juan
Valiente descansaba en la Araucanía.
Para el historiador Matthew Restall en su libro "Los siete mitos de
la conquista española" la sorprendente historia de Juan Valiente es
una forma de acercarse a uno de los mitos que pueblan la historia de
la conquista española. Se trata del "mito del conquistador blanco"
que oculta detrás suyo a un enorme número de "aliados" nativos y
africanos, esclavos o libres que trabajaron por la conquista y cuyos
aportes han sido olvidados. Este es uno de los siete mitos
principales que según Restall ha producido la conquista de América,
un terreno fértil no sólo para el surgimiento de ilusiones como la
leyenda del "Dorado", sino que de gran cantidad de concepciones o
versiones más o menos erróneas de lo que sucedió o pudo haber
sucedido.
Restall revisó una asombrosa cantidad de testimonios de españoles,
nativos y africanos; libros académicos coloniales y modernos e
incluso abundante cantidad de cultura popular para observar como
estos siete mitos han logrado perpetuarse a lo largo de la historia.
Cada capítulo de su libro articula un mito, diseccionándolo y
poniéndolo en el contexto de fuentes de evidencia alternativas. No
se trata sólo de corregir los mitos, sino de yuxtaponer las
descripciones falsas con otras más ajustadas a lo que pudo haber
ocurrido y recordar que las interpretaciones históricas pueden
producir mitos que sean verdaderos para sus progenitores de acuerdo
con sus concepciones culturales y su agenda política. Lo interesante
es que Restall no se excluye de esto último. Está consciente de la
influencia que puedan tener sobre él los conceptos y el lenguaje de
su propio tiempo y cultura. El autor compara así dos formas de lo
que se dijo que ocurrió. Una creada en el momento histórico mismo y
la otra germinada en archivos y bibliotecas por historiadores
abocados a lograr la siempre escurridiza objetividad.
Ficciones
Para Restall los mitos serían algo ficticio que comúnmente se toma
por verdadero. A su juicio, la relación entre el mito y la historia
sería ambigua, pero ésta no se resuelve diciendo que la historia
reemplaza viejos mitos por otros más nuevos y que nuestras ideas de
la verdad son meras ficciones reconfortantes. "Podemos, afirma el
autor, examinar los contextos y los propósitos de tales ficciones y
comparar las verdades de los conquistadores con las que nosotros
tenemos acerca de ellos, y como resultado de esto obtener un mejor
entendimiento de la conquista, aun cuando este entendimiento no
pretenda ser la verdad en un sentido absoluto".
-De acuerdo a su libro, la expresión genérica de conquista disfraza
una situación más compleja, dirigiendo una serie de hechos
diversos "inexorablemente hacia el clímax de la victoria española".
¿El problema parte con el nombre?
"Sí, al denominar "sucesos complejos" como "conquista de México"
o "conquista de Perú" se enmarca todo en términos de la victoria
española. Dejando al margen algo tan importante como que una
victoria española no era inevitable, ni tan rápida o fácil como los
españoles decían. Tales frases también dejan de lado todas las otras
campañas españolas de exploración y conquista que fallaron -aquellas
que ni siquiera tienen nombre y no se incluyen en "la conquista", en
la medida en que no fueron más que invasiones fallidas".
Moraleja
-Una de las premisas de su libro es que a lo largo de los siglos han
perdurado una interpretación y una visión relativamente coherentes
de la conquista. ¿Por qué ocurrió esto?
"Hay un buen número de razones. Una de ellas es que esta visión
coherente hace una buena historia, sacando las contradicciones y
complicaciones, produciendo una narración clara y directa, con una
moraleja simple al centro. Una moraleja que diría más o menos así:
las civilizaciones superiores y/o la religión verdadera siempre
triunfan -algo así como el mito de que la democracia es la
manera "verdadera" o "correcta" y por eso Estados Unidos ganó la
guerra fría, que es otra de las grandes simplificaciones de la
historia. Una razón relacionada con la anterior es que la mayor
parte de los 500 años, desde el comienzo de la conquista española,
han estado dominados por la expansión imperial europea que se
complementa con el desarrollo de ideologías imperiales
justificativas del imperio. Este clima fue proclive a apoyar
visiones pro-imperiales como la de los españoles (incluso por los
enemigos de España) y sólo muy recientemente se ha hecho posible
encontrar una amplia audiencia para ideas que son escépticas de los
imperios y las ideologías que los respaldan".
-¿Cuáles serían las concepciones culturales o las agendas políticas
de nuestro tiempo?
"Bueno, por ejemplo, el sesgo antiimperial que acabo de mencionar y
también la idea posmoderna según la cual todos los textos deben
mirarse con sospecha, que ningún texto o fuente puede tomarse como
una simple reflexión de una verdad o realidad".
-¿Es posible para un historiador acercarse a algo semejante a la
verdad o la verdad histórica?
"Sí, pero con elcuidado de no creer que se tiene un monopolio sobre
la verdad. Las conclusiones históricas no son infalibles, pero
cuando están bien probadas y argumentadas cuidadosamente merecen ser
consideradas como si dijeran algo verdadero sobre el mundo. Podemos
cuestionar las pretensiones de verdad de una narrativa histórica sin
llegar a relegarla como una ficción más. Siempre va a haber
múltiples narraciones sobre un momento histórico, pero eso no quiere
decir que como interpretaciones no nos digan algo verdadero."
-Usted traza la historia de algunos mitos, considerando las
actitudes y disposiciones del público hacia ellos en su época. ¿Cómo
podría caracterizarse la situación del público contemporáneo hacia
la historia, considerando las miles de novelas y películas
históricas o el "history channel" y otros medios que han ayudado a
ventilar la imaginación histórica?
"Creo que la gente responde a la televisión y a las películas de la
manera como acostumbran a responder ante los diarios, creyendo que a
pesar de tratarse de ficciones, deberán ser en algún sentido
verdaderas o reales, porque están ahí en una película. Este medio
ayuda así a perpetuar viejas ideas que alguna vez circularon en
diarios o novelas".
-Usted habla también de muchos mini mitos. ¿Puede dar un ejemplo?
"Están a lo largo de todo el libro. Uno de los más interesantes es
el de las apoteosis, de Cortés o de los españoles en general, que
pudo haber sido un capítulo en sí mismo y es algo central a la
manera como los europeos reaccionaron a la conquista"
Falsos dioses
-Esta es una de las afirmaciones llamativas de su libro ya que hemos
crecido con la idea que los nativos creían que los conquistadores
españoles eran dioses. ¿Cómo concluyó eso?
"¡La evidencia! Me acerqué a este tema con la mente abierta.
Dispuesto a aceptar que esto no era cierto, o que el mito tenía algo
de verdad. Pero la evidencia me pareció, al final, que apuntaba sin
duda a que la apoteosis de los españoles era una total fabricación
española o europea. Por supuesto que los europeos y sus
descendientes mantuvieron vivo el mito y siguen reacios a
abandonarlo".
-De acuerdo con el tercer mito. ¿Cómo pudieron estos "guerreros
invisibles" haber permanecido invisibles por tanto tiempo? ¿Cómo fue
que usted los hizo visibles de nuevo?
"Bueno, ellos no eran verdaderamente invisibles. Toda la evidencia
estaba allí, incluso en los recuentos de los españoles, pero no se
habían sacado las conclusiones obvias ni habían sido debidamente
destacados. Es una cuestión de énfasis. Los españoles quitaron el
acento de los conquistadores no hispanos, lo que yo tuve que hacer
fue poner el foco de luz en la evidencia que había estado siempre
frente a nosotros. Resaltar el papel decisivo que jugaron los
africanos y los aliados nativos de los españoles, enriquece esta
historia y ayuda a explicar su desarrollo.
Juan Valiente es bastante ignorado en Chile. ¿Sucede lo mismo en
otras partes de América con otros conquistadores negros de similar
trayectoria?
"En mi opinión el papel que ocuparon los africanos en la conquista y
en la historia colonial generalmente ha sido muy ignorado o negado
en Chile, Argentina, Costa Rica, Guatemala, Yucatán, a lo largo de
toda Hispanoamérica. Las razones de esto se relacionan en parte con
la experiencia colonial de la esclavitud, pero también con temas que
están fuera de mi libro, como el desarrollo del nacionalismo en
Latinoamérica en el siglo XIX y al papel que jugaron las ideas
racistas en ese siglo. Valiente no es una excepción, están también
los casos de Juan Garrido y Sebastián Toral en México; Juan Bardales
en Honduras y Panamá; Juan García en Perú y Juan Beltrán también en
Chile y que fue encomendero y capitán del fuerte de Villarrica".
-¿En qué términos el mito de la conquista, como una tarea completa,
influyó en el proceso de construcción de identidades nacionales a lo
largo de Latinoamérica?
"Muchos de los mitos se consolidaron en el período moderno en orden
a construir tales identidades. Por ejemplo lo interesante de la
revolución mexicana es la forma como el mito de la conquista
completa fue reformulado para crear el mito de la "raza cósmica".
Completar la conquista tomó siglos, pero resultó en esta fusión
idealizada de las razas, que por supuesto no es en realidad cierta,
ya que los pueblos nativos en México, seguían oprimidos y se
olvidaron de incluir a los africanos."
-El mito de la desolación de los nativos perpetúa una interpretación
de ellos que no los favorece, es paradójico ya que esta
interpretación ha sido desarrollada por gente comprometida con los
indígenas. ¿Qué opina al respecto?
"Sí, esto es muy irónico. Aquellos simpatizantes de los pueblos
nativos han hecho lo posible en las décadas recientes por promover
esta visión que enfatiza la pérdida y la destrucción. Esto
inconscientemente perpetúa un mito que les hace un flaco favor a
estas culturas indígenas con la que estos académicos supuestamente
simpatizan.
Pienso que es cosa del balanceo del péndulo: demasiado a la derecha
y luego demasiado a la izquierda. Necesitamos un terreno intermedio
que se base en las evidencias, un detallado estudio de las
comunidades nativas desde la conquista, y no sólo en ideas
políticas. En mi punto de vista, mostrar en detalle cómo los pueblos
nativos sobrevivieron a la conquista e hicieron que el colonialismo
trabajara para ellos de alguna forma, les hace el mejor favor y
honor."
Paradojas
-De acuerdo a usted el llamado mito de la falta de comunicación ha
sido perpetuado para explicar la conquista afirmando la inferioridad
de los nativos . ¿Cuál es el problema de esta interpretación? Usted
afirma que hubo cierta comunicación.
Es otra vez el balance del péndulo. Creo que toda esta idea de la
falta de comunicación ha sido analizada en exceso. Ciertamente hubo
mucha incomunicación durante la conquista, pero argumentar que esta
incomunicación fue tan desequilibrada que favoreció a los españoles
al punto de explicar la conquista, ignora la complejidad de la
interacción entre ellos y los nativos. Más aún, los momentos de
incomunicación fueron igualados o superados por lecturas más o menos
exitosas de las afirmaciones y las intenciones españolas".
FICHA
Matthew Restall
Los siete mitos de la conquista de América
Paidós 2005.
Los siete mitos
"Hombres excepcionales"
Este mito se origina en la respuesta dada a una interrogante que se
ha repetido a lo largo de los siglos. ¿Cómo tan pocos hombres
pudieron haber terminado con imperios tan poderosos? Según Restall
esta pregunta está en el núcleo de su libro, no sólo por que sus
respuestas tienen elementos de cada uno de los siete mitos, sino
porque su misma formulación es errónea. Ni eran tan pocos y tampoco
acabaron con grandes imperios.
"El ejército real"
Los primeros invasores y colonos españoles suelen presentarse como
soldados y la historiografía utilizaría recurrentemente términos
militares para designar sus acciones. Sin embargo de acuerdo a
Restall, la conquista española no fue llevada a cabo por soldados
convocados por el rey. De acuerdo al historiador, la revolución
militar europea de los siglos XVI y XVII, alteró las percepciones
españolas de los primeros conquistadores y los historiadores
modernos siguieron influidos por visiones de hombres armados.
Restall concluye que la variedad de identidades, experiencias y
biografías hacen del concepto típico de conquistador algo sin
sentido. Los conquistadores fueron más bien "empresarios armados".
"El conquistador blanco"
Los españoles suelen representarse combatiendo contra hordas
innumerables de nativos. No cabe duda que los españoles fueron
superados en número por sus enemigos; pero muchas veces se ignora o
se olvida que los españoles también tendían a ser igualados e
incluso superados numéricamente por sus propios aliados nativos y
luego por guerreros africanos libres o esclavos, que los acompañaban
en sus campañas.
"La conquista completa"
Al designarse como "conquista" de manera genérica a todo un proceso
de exploración, expansión, descubrimiento e invasión española en
América, se inserta todo en un marco donde los eventos transcurren
de manera inexorable hacia el clímax inevitable de la victoria. La
frase "conquista española" y todo lo que ésta implica, ha seguido
utilizándose a lo largo de la historia porque los españoles estaban
muy preocupados de describir sus logros y conquistas como contratos
concluidos, como voluntad de la providencia o hechos consumados. A
pesar de estas pretensiones la conquista siguió y sigue todavía
incompleta.
"La incomunicación".
Los momentos del primer encuentro entre Cortés y Moctezuma y de
Atahualpa con Pizarro se han convertido en símbolos del choque de
culturas. De acuerdo a Restall las especulaciones en torno a la
forma como se efectuó este diálogo entre españoles y nativos ha
generado un mito que tiene dos variantes. Primero históricamente
prevaleció el mito de la comunicación efectiva con los nativos,
propagado por los propios conquistadores interesados en demostrar
que los nativos habían sido subyugados y convertidos. Luego, este
mito fue cuestionado por académicos modernos, como Tzvetan Todorov,
que a partir de fuentes del siglo XVI, principalmente los escritos
de Fray Bartolomé de las Casas, han planteado que no hubo tal
comunicación. Para Restall esto se ha vuelto tan común en las
últimas décadas que se ha convertido en su propio contratito al
explicarse la conquista española en términos de la habilidad
lingüística de los españoles. Según Restall los mitos de la
comunicación y la falta de comunicación han sido utilizados
erróneamente como explicaciones de la conquista.
"La desolación de los nativos"
A lo largo de los siglos los europeos han imaginado e inventado el
quiebre social y cultural de las sociedades nativas americanas. En
su forma más extrema, esta perspectiva no sólo pone énfasis en el
despoblamiento y destrucción, sino que percibe una desolación más
profunda llegando incluso al estado de anomia -en el cual los
nativos padecerían de un sentido de futilidad, vacío emocional,
desesperanza sicológica, y una confusión ante el aparente
desmoronamiento de sus antiguos sistemas de civilización. En
circunstancias que, según Restall, las culturas nativas respondieron
a la invasión, de manera altamente diversificada, probando ser
rescilientes y adapatativas.
"La superioridad española".
Restall sostiene que en tiempos coloniales los españoles intentaron
confinar la historia de la conquista comprimiéndola en el que puede
ser uno de los motivos más simples jamás inventados para explicar
los comportamientos humanos, el argumento de la superioridad. Los
cronistas coloniales y los historiadores modernos se contentaron con
exponer el siguiente argumento circular: los españoles conquistaron
a los nativos, porque eran superiores, y eran superiores porque
conquistaron a los nativos.
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