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Textos de E. Marzo

En Critica medicina conseguimos las satisfacciones que, debido a nuestra inadaptación crónica, la ferocidad que el mundo hospitalario nos niega. Trabajamos porque no hay mas remedio, por una cuestión de supervivencia, no porque nos entretenga. Critica Medicina es nuestro refugio: aquí sí podemos jugar, tenemos permiso para hacer lo que nos gusta y hay cabida para los desafíos personales. Acá paradójicamente, somos personas, y no máquinas o recursos humanos. Aquí crecemos en la dirección que anhelamos, sin tener que hipotecar por ello nuestro albedrío.

En Critica Medicina nuestras ideas las ponemos a disposición de los demás, gratis y de manera desinteresada. Los artículos se pueden reproducir sin necesidad de que nadie nos pague y sólo pedimos la cortesía de citar la fuente. Cada vez hay más medios en Internet que apuestan por esta liberalización de las ideas. Resulta obvio: las ideas son un bien común. Las nuestras tampoco son propias, estan decantadas a partir de las de otros; sería estúpido querer lucrar con ello en esta red solidaria. En todo caso, queremos contribuir a levantar esa escalera al cielo que parece ser Internet.

Frente a la corrosiva ética del consumo que nos circunda, no queda mas remedio que definirse para no ser disuelto por su vorágine. Aspiramos a ser una revista capaz de referirse con palabras sencillas a nuestro entorno. Eso en formato electrónico y gratuito, a la espera de que algún día encontremos dinero y tiempo para fabricarnos un segundo juguetito, uno de papel. En el fondo, aunque somos niños, también tenemos casi estatura de adultos, y de vez en cuando nos ataca la nostalgia, el gusto por la papiroflexia, y hasta la avaricia: quisiéramos publicar dos revistas. Queremos divertirnos el doble

Algunos preguntan y que ganan al publicar CRITICA MEDICINA Pocos entienden que pagar la cuenta del teléfono o el alquiler de nuestras casas no figuran como objetivos de la revista. Publicamos CRITICA MEDICINA por diversión, así de fácil; creemos firmemente en pasarlo bien mientras la escribimos; las consecuencias que se deriven de este acto serán……………….. bienvenidas.

Un par de factores pueden ayudar a que una parte de los lectores nos tomen en serio y la mitad, quizás, nos tomen en broma: ser electrónicos y gratuitos. Los medios electrónicos aún no superaron el tabú que supone el papel: una revista en couche actúan mejor como ansiolítico cultural. Para muchos supersticiosos, el papel viene a ser como un oráculo: si no lo leíste en pergamino, no es verdad, no existe.

Por otro lado, la gratuidad genera desconfianza; quien más y quien menos se obstina en creer que hay gato encerrado: ¿qué quieren a cambio estos médicos ? La sociedad tardocapitalista, que adora la imagen y no el contenido, que exhorta la productividad abnegada y no la diversión laboral, que promueve el hedonismo siempre que vaya etiquetado y con margen de beneficio, y que confunde la felicidad con el éxito, ve como subversivos a quienes no se encaprichan de su lujosa iconografía: Mercedes, Mont-Blanc, barquito y casas de campo o playa, restaurantes y viajes caros, etc. Ante esta inversión del ser por el tener, es decir, confundir la tortilla con los frijoles, evidentemente resulta difícil apreciar que publiquemos CRITICA MEDICINA porque nos divierte. Es más, porque nos divierte con D mayúscula

Les debo una canción a los pecados,
a los pecados que no gasté, los que no pude:

Le debo una canción a lo que supe,
a lo que supe y no pudo ser más que silencio

Le debo una canción a una bala,
a un proyectil que debió esperarme en aquella guerra
le debo una canción desesperada,
desesperada por no poder llegar a verla.

Le debo una canción al compañero,
al compañero de riesgos, al de la victoria,al de Critica Medicina
le debo una canción de canto nuevo,
una bandera común que vuele con la historia.

Le debo una canción, una, a la muerte,
una a la muerte voraz que se comerá tanto:
le debo una canción en que hunda el diente
y luego esparza con la explosión fuegos del canto.

Le debo una canción a lo imposible,
a la mujer, a la estrella, al sueño que nos lanza:
le debo una canción indescriptible
como una vela inflamada en vientos de esperanza.

 

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