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Mientras la irracionalidad neoliberal globalizada se pretendía Incuestionable, triunfadora, postmoderna, el grito desgarrador de los desposeídos se mantenía aferrada a la esperanza, remando contra los pregoneros del pensamiento único. Finalmente esa esperanza comenzó a agrietar los cantos de sirena de ese triunfalismo inmediatista. Primero este grito se expresó como resistencia y luego, además, como organización, como conciencia, y cada vez más, también como proyecto.

La experiencia acumulada en los sectores populares, el desenlace de las luchas que durante décadas han librado los diversos movimientos sociales

populares, la globalización presente en todos los niveles de la vida social, y la consiguiente transformación neoliberal de nuestras sociedades bajo el signo de `democracia', obligan a los sectores populares, a sus organizaciones e intelectuales orgánicos, a un repensar estratégico, no solo

acerca de los rumbos y las metas sino también acerca de los caminos a seguir y los medios a emplear para hacer posible una transformación social radical, para mantenerla y desarrollarla.

Para ello es necesario una lucha concreta por objetivos comunes donde se puede ir gestando esta unidad. Debemos de crear las condiciones para poner en práctica una nueva estrategia de lucha anticapitalista.

Se trata de una estrategia que toma en cuenta las importantes transformaciones sociales, políticas, económicas y culturales ocurridas en los últimos tiempos en el mundo.

Debemos de entender que las nuevas formas de dominación del capitalismo van mucho más allá del ámbito económico y estatal y que éstas se infiltran en todos los intersticios de la sociedad fundamentalmente a través de los

medios de comunicación de masas que invaden indiscriminadamente los hogares de todos los sectores sociales cambiando las condiciones de la lucha.

Debemos enfrentarnos no sólo a los aparatos de coerción política de las clases dominantes sino también a los mecanismos e instituciones presentes en la sociedad civil que generan una aceptación popular del orden social capitalista.

Nuestro desafío como profesionales es poder elaborar una estrategia revolucionaria dentro de las condiciones de una democracia burguesa que goza de un nivel suficiente de aceptación por parte de los sectores populares; es más, hay que partir por reconocer que extensos sectores populares aceptan de buen agrado la conducción capitalista del proceso.

 

Resulta fundamental dejar de pensar en minoría y como minoría, para entender la realidad social -su dinámica y transformaciones posible -, desde las mayorías, con las mayorías, como mayoría y para las mayorías

Es necesario que dentro de los hospitales podamos desarrollar procesos de construcción popular alternativos al capitalismo, que busquen romper con la lógica del lucro y las relaciones que ella impone, tratando de instalar lógicas solidarias, humanistas.

Debemos impulsar luchas que no se reduzcan a la simple demanda de reivindicaciones económicas ? sino que avancen en el desarrollo de un

proyecto social más global que gesten auténticos grados de poder desde la base.

Se trata de construir experiencias de democracia popular que sean tangiblemente superiores a la democracia burguesa. Por ejemplo, construir un proyecto agrupación de trabajadores en el hospital que defienda una participación democrática de los trabajadores en la gestión de una un hospital comprometida con la sociedad.

Urge, terminar con el coyunturalismo, con los brotes agitativos pasajeros la protesta por despidos , y enhebrar una práctica centrada en el impulso de

luchas democráticas de base, en la construcción local de formas de poder y de democracia popular, que permita definir el sentido accesorio y la

oportunidad de la lucha electoral, u otras formas de lucha.

De lo contrario, éstas últimas prácticas no superarán el largo hilo de inmediatismos de los últimos años.

 

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