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algunas relaciones entre capitalismo y medicina

Capitalismo y medicina: algunas relaciones recíprocas constituyentes

Los pensadores sociales alemanes antifascistas como Horkheimer, Adorno, Marcuse y Benjamin desarrollaron un análisis crítico del capitalismo avanzado y la sociedad norteamericana como su modelo exitoso.

Marcuse en el hombre unidimensional plantea la paradoja de una sociedad cerrada para adentro, sobre sí misma que disciplina e integra todas las dimensiones de la existencia: privada y pública al asimilar las fuerzas e intereses de oposición al sistema capitalista con la administración , movilización y dominio metódicos de los instintos humanos ( " el poder de lo negativo") transformados en factor de cohesión o de afirmación de lo económico político hegemónico.

La democracia formal desarrollada como sistema de dominación invisible, la libertad administrada y la represión instintiva que motorizan la agresión represiva sustento de las relaciones económico sociales dominantes.

La enorme productividad del aparato técnico de producción y distribución funciona como un sistema totalitario cuando la conquista científica de la naturaleza es utilizada para conquistar a los seres humanos mediante deferentes formas de cohesión y control social donde el producto determinado acompaña las operaciones para servirlo y extenderlo.

El progreso técnico es parte del sistema de dominación y coordinación creadores de formas de vida y poder y de contención del cambio social al integrar los opuestos y neutralizarlos.

La metrópolis con su brutalidad arquitectónica, la violencia de las palabras e imágenes y la impudicia de la política. La trivialidad del mal y la monstruosidad de la existencia asumida como necesaria.

La sociedad cerrada tiene una sociedad en expansión para afuera al exportar un modo de vida: el capital, las herramientas tecnológicas y un saber vivir, imperialismo económico político y militar que transforma al mundo en mercado único y controlado por el núcleo o centro económico: las corporaciones industriales tecnológicas y los aparatos de estado nacionales de los países centrales.

Hay un creciente aumento de relaciones libidinosas con las mercancías, con los artefactos que motorizan la agresividad y una estética falsa del supermercado y de los modelos de circulación capitalistas.

Las relaciones sociales están alienadas al fetichismo de las mercancías y su satisfacción transitoria y parcial necesita y depende de ellas ( micropolítica perpetuadora del sistema). La función social del nivel de vida creciente con sus formas racionalizadas e interiorizadas de dominación y el uso de la energía agresiva y destructora para mantener y perpetuar al mismo.

El capitalismo avanzado e imperial es una máquina de destrucción ecológica y humana internacional al mismo tiempo que expande su política, economía y militarismo para incrementar su ganancia y beneficios. La máquina de propaganda, de publicidad y de administración ayuda a paralizar la crítica de las fuerzas productivas y potenciales transformadoras. La tecnología amplía la dominación con su eficacia y aumento del nivel de vida las instituciones organizan y utilizan las fuerzas realizadoras para neutralizarlas manteniéndolas satisfechas y bien remuneradas en los centros del sistema. La periferia con sus "condenados de la tierra" o sub consumidores contribuye a la supervivencia del mismo.

La sociedad tecnológica es un sistema de dominación humanoy las ciencias y sus herramientas contribuyen al control y dominio social.

El pensamiento hegemónico refuerza las relaciones económicas del sistema de intercambio capitalista.

Los cuerpos son mercados para producir, circular y consumir salud como valor de cambio.

La industria de la salud o el conjunto de las corporaciones farmacéutico tecnológicas dominan esos cuerpos que consumen sus productos con satisfacción y dependencia.

Las relaciones sociales están medicalizadas, atravesadas por el discurso médico manipulado por los poderes gobernantes y su posición social depende de su asociación con mercancías: cosas y objetos que les otorgan valor social y cultural, identidad y pertenencia, aceptación social.

Hay una creciente toxicidad (fuerte dependencia) entre los cuerpos y sus objetos para tolerar y soportar la vida.

Los mensajes que ajustan las conductas a las pautas de consumo e intercambio capitalistas debilitan esos cuerpos al conducirlos al consumo incesante de productos para cubrir sus deseos.

El discurso médico está controlado por la fábrica a través de sus instituciones sociales y la maquinaria educativa y cultural que forma profesionales obedientes y sumisos a sus mandatos.

Las palabras son vigiladas y dominadas por la industria de muchas maneras.

El mercado de la salud cierra en enormes ganancias para pocos.

El capitalismo central enferma a sus consumidores y los mantiene y adapta con sus productos farmacéuticos.

La sociedad avanzada consume drogas farmacéuticas para controlar su creciente malestar e insatisfacción ( el malestar en/ de la cultura).

La medicina vende mejores cuerpos, más bellos y durables al alcance de un monto de dinero.

Una cultura de la salud manipulable y posible con intervenciones complejas y permanentes posesiona a esta medicina del capitalismo avanzado como discurso y práctica mercantil y a sus médicos como técnicos especializados en partes de esos cuerpos cambiables y adaptables a la cultura medicalizada: la juventud eterna, los cuerpos fantásticos y la belleza instrumental.

 

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