Blogia
criticamedicina

Jorge Rulli

EDITORIAL DEL DOMINGO 2 DE SETIEMBRE 2007



En la Argentina hay un tren bala que no es precisamente un ferrocarril, pero
que funciona como si lo fuera y que se nos viene encima a una velocidad
espeluznante; un tren bala que habitualmente no queremos ver,  o que nos
cuesta ver, pero cuyos impactos están en cada uno de los aspectos de nuestra
vida cotidiana, aún los más pequeños, aún aquellos que nos parecen más
intrascendentes. Me refiero al modelo biotecnológico. Basta caminar un
poquito la geografía para comprobar sus efectos devastadores. Los
monocultivos ocupan todo el espacio hasta el horizonte. Ya no vive nadie en
las zonas rurales, los alambrados se han levantado, los montes desaparecen
uno detrás de otro. Tampoco son un refugio para la biodiversidad las
banquinas, porque están ocupadas por los mismos monocultivos o quemadas por
herbicidas. No hay más pájaros ni fauna. Lo que sobrevive del reino animal
esta refugiado como puede en las ciudades. Los que permanecen en el campo
atados a los enormes negocios de la Soja, también agonizan y en los pueblos,
la leucemia es hoy más frecuente que la gripe. Mientras vamos viajando se
ven por todas partes las máquinas autopropulsadas que se denominan
vulgarmente mosquitos, haciendo la pasada de herbicidas de post emergencia
sobre el trigo que verdea los campos en el sur de Córdoba, o sobre los
barbechos químicos que preceden los próximos cultivos de soja. Los camiones
que transitan las rutas hacia o desde los puertos, demoran los viajes y es
preciso acomodarse al ritmo que se impone y que cuando aún no comenzó el
ciclo de la soja ya colapsa las rutas…. Este año llegaremos a unas veinte
millones de Hectáreas de cultivos transgénicos. Sin embargo, el tema no
pertenece a los discursos de la política y menos aún al de la política
electoral, como si hubiésemos dado por cierto que son las Corporaciones las
que imponen los planes y fijan el destino argentino, mientras los
administradores del modelo y los que pelean por reemplazarlos, se remiten
simplemente a eso, a administrarlo…



La Secretaría de Agricultura acaba de aprobar el primer evento múltiple en
semillas genéticamente modificadas, un evento que reúne el RR o sea la
capacidad de resistir el herbicida Roundup, con el BT o sea con la capacidad
de convertir al vegetal en pesticida mediante la incorporación a su sistema
biológico de una toxina que es propia de una bacteria del suelo, me refiero
al bacilus tunigensis. Una doble suma de modificaciones y añadidos genéticos
recombinantes en la misma semilla. En un país donde no ya el común de los
argentinos, sino también el común de los dirigentes políticos y de los
funcionarios,  ignoran qué cosa es un transgénico, el Secretario de
Agricultura que hasta hace algunos años, cuando llegó de Santa Cruz es
probable que no supiera mucho más que de ovinos y que durante la gestión en
que acompañó al Ex secretario Campos se especializó en dirimir las luchas
palaciegas mediante los recursos del pugilato, ha dado un paso más y
decisivo en la consolidación del modelo biotecnológico que determinará no
solo nuestra suerte sino también la de nuestros hijos y la de nuestros
nietos..



En la localidad de Río Cuarto, provincia de Córdoba se ha puesto en
funcionamiento la planta de Avex S.A. de los Grobo, que producirá ciento
veinte mil pollos faenados por día y que se precia de inaugurar un método
industrial integrado de cría y de engorde de pollos, que incluye los
reproductores, la incubación, la fabricación del balanceado, el engorde y la
faena. Y que además, tal como alguna vez hacia Cargill,  se propone integrar
al proceso a personas sin capital que hagan el engorde bajo las reglas y las
tecnologías de la empresa, pero a su propio riesgo. Avex, como emblemático
sistema de industrialización de carne de pollos, los innumerables talleres
de maquinaria agrícola para siembra directa, que se ven a los largo de las
rutas en el sur de Córdoba y el sur de Santa Fe, y tal vez el polo
biotecnológico generado desde el CONICET  en Rosario con la inteligencia y
la guía de Bioceres, conforman la base de un universo que el modelo colonial
se propone como nueva etapa para la Argentina, con fines de exportación a
países más pobres y para dar trabajo a parte de los muchos argentinos
desempleados de la agricultura o por la invasión del bazar chino.



En el esquema de país que las corporaciones nos proponen e implementan, el
grueso del territorio quedará ocupado por la agricultura industrial, las
zonas de cría serán las de la cuenca del Salado en la provincia de Buenos
Aires y las zonas de ganadería pese a la crisis energética de la que tanto
hablan, deberán emigrar a la lejana frontera agropecuaria en el noroeste,
pero nos aclaran, tan solo se realizará esa ganadería mediante técnicas de
corral de engorde o sea de feed lot. Que todos se informen de lo que viene,
porque no solo será más de lo mismo, sino que puede llegar a ser el paroximo
de lo que hasta aquí venimos sufriendo. No nos hemos referido aún a los
Biocombustibles que, en realidad, son los que están traccionando, todas
estas innovaciones y modificaciones del mercado, y que son el horizonte
detrás del cual se mueven las políticas oficiales. Las plantas para fabricar
combustibles desde la agricultura se levantan por doquier, mientras que la
planificación de las nuevas semillas híbridas de las corporaciones, se
adaptan a las necesidades industriales que exigirá la producción de etanoles
y biodieseles, y muchos políticos  se aferran a la esperanza de un horizonte
de producción de combustibles desde la agricultura con una pasión que los
pone al descubierto en su absoluta desinformación al respecto.



Mientras el tren bala se nos viene encima, al común nos preocupa el precio
de la verdura y algunos, no demasiados, comienzan a notar que la carne
vacuna ya no sabe a carne como antes, que falta leche, que la leche ya no es
leche, que los tomates no saben a nada, etc... En los debates que suscitamos
como grupo, noto que a la mayor parte de aquellos que tienen formación
política anterior les cuesta aceptar que desde el modelo rural podría
habérsenos impuesto un modelo neocolonial, que se extienda el resto del
país. Les es asimismo, relativamente accesible repetir el concepto complejo
de que la tierra para los pueblos aborígenes entraña una concepción de
territorialidad, sin embargo, son incapaces de comprender lo profundamente
injusto de que por falta absoluta de planificación, alguien que pretenda
hacer agricultura orgánica no pueda hacerlo por tener transgénicos o
fumigaciones en su vecindad, o lo que es aún mucho peor, son incapaces de
solidarizarse con quienes se marcharon al campo buscando calidad de vida y
ahora se encuentran rodeados por la soja y son fumigados impiadosamente con
los venenos del paquete tecnológico. Supongo que en este caso más de alguno
de la izquierda progre podría hacer un comentario digno de aquella María
Antonieta que ante el pueblo hambriento comentó: ¿y si no tienen pan, por
qué no comen croissant?…  En este caso, nos lo podemos imaginar: ¿quién los
manda a vivir en el campo?



Cuesta reconocerlo, pero es evidente que este modelo biotecnológico se
impuso con el respaldo del grueso de la izquierda progresista. Los diarios
sin embargo nos traen la queja del secretario general de la Central de los
trabajadores, el actual crecimiento, dice el dirigente, llega a los más
bajos apenas como un goteo… Parece que la central de los trabajadores no
reconoce todavía diferencias entre crecimiento y desarrollo, tampoco parece
capaz de comprender que más acá de las injusticias sociales, existen modelos
que se nos imponen y que la mejor manera de ser cómplice de ellos resulta
simplemente protestar por sus consecuencias sin jamás mencionarlos.



Cantidad de brillantes intelectuales  se dedican a estudiar los movimientos
sociales, en una Argentina caótica que lucha y se resiste, y ello posibilita
que la facultad de Sociología pueda ocupar a buena parte de tantos miles de
jóvenes que egresan de sus aulas. Todo nuevo movimiento, sea vecinal o
ecologista, piquetero o de empresas recuperadas, resulta estudiado en sus
más mínimos detalles, los libros y los ensayos sobre estos nuevos
movimientos llenan los estantes y las mesas de las librerías, se sopesan los
aciertos y los errores de las luchas, se hacen balances de la conciencia que
las acompaña, se prevén las reacciones del movimiento popular en todas sus
probabilidades frente a lo porvenir, en algunos casos con una pasión
entomológica conmovedora. No hay sin embargo, en esas mismas mesas de
librería un solo trabajo que nos explique quien es Cargill, qué cosa es
Monsanto, qué cosa Syngenta, quién es Urquía y la General Dehesa o quienes
son los Grobo. El imperio con tanto estudioso y en especial con FLACSO, no
necesita ni siquiera de pagar a sus propios agentes.



En cada una de las conferencias que damos sobre estos temas surge la misma
duda de alguien de entre el público: no se comprende por qué razón
insistimos en que la Globalización es algo conceptualmente diferente del
imperialismo, acaso no todo el mundo sabe que las cosas que ahora ocurren
ocurrieron siempre, aun desde épocas remotas… no será esa obstinación mía de
tratar de probar que con las doctrinas del siglo diecinueve no podemos
enfrentar los desafíos actuales del siglo veintiuno. Como me dijeron alguna
vez algunos estudiantes argentinos en la escuela de los sin tierra del
Brasil: el marxismo comprendió el saber ecológico a través del materialismo
dialéctico y por lo tanto no podía yo afirmar que los nuevos conocimientos
pueden escapar al conocimiento que ellos incorporaban gracias a los manuales
de Marta Harnecker… y tal cómo imagino algunos arguyeron para sí, frente a
mi discurso, en mi reciente experiencia en la provincia de Córdoba: de dónde
saca éste que al modelo no pueda vencérselo cortando alambres en la
provincia de Santiago, si lo que la experiencia del Socialismo indica es que
Mao se hizo fuerte en las periferias de China y luego avanzó mediante la
Larga Marcha hasta encontrar el corazón del conflicto nacional en la
confrontación con los japoneses. Si, muchachos, está bien, puede que tengan
razón, sigan leyendo sus manuales, mastiquen bien sus milanesas de soja, y
aprovechen el tiempo que nos queda antes que el tren bala nos aplaste. Al
tren bala no se lo para lamentablemente poniéndose delante, sino
descomponiéndolo y desarmándolo, y para ello lo primero y más elemental es
comprenderlo y tomar de él una conciencia que, lamentablemente aún no
tenemos. Para detenerlo, seguramente la crisis financiera que azota las
bolsas y los mercados internacionales nos ayudará, pero en ese caso
tendríamos que saber qué vamos a proponernos hacer luego, no sea cosa que
este modelo corporativo se caiga y luego queramos reproducirlo nosotros
mismos desde un discurso supuestamente popular… No, por favor, algunas de
esas cosas ya las vivimos, discutamos ahora cuando las escalas se están
escapando a todo control, discutamos ahora cuál es nuestra concepción de las
ciencias y de las tecnologías, conversemos ahora esta idea perversa que
tenemos de que solo se vive en las ciudades y de que no importa mayormente
lo que ocurra en el campo, y veamos por fin, de qué se trata cuando desde el
GRR insistimos en el  repoblamiento del territorio, en la reconstrucción del
Estado y en la necesidad de generar un Proyecto Nacional.



Jorge Eduardo Rulli

www.grr.org.ar

0 comentarios