el mate
Si bien no es una costumbre exclusivamente argentina sino compartida con algunos otros pueblos de América del Sur, ha tenido y aún conserva gran difusión en Argentina.
La zona de cultivo de la yerba mate se halla restringida a Paraguay, sur de Brasil y nordeste de Argentina (donde la provincia de Misiones concentra el 90% del cultivo) , por lo que es considerada planta nacional y regional.
La infusión se prepara en una forma que la distingue del resto de esa clase de bebidas. En un calabacín hueco se pone yerba, a veces un poco de azúcar y con una pava (utensilio de metal con pico vertedor) se vierte agua caliente. Se absorbe con una especie de tubo metálico (bombilla) que en su parte inferior tiene orificios que impiden el paso del polvo de yerba. Es una infusión muy concentrada debido a la escasa cantidad de agua en relación con la de yerba. El agua va reponiéndose, no así la yerba que dura varias infusiones, en especial si es de buena calidad. Cuando el conocedor detecta la necesidad de renovar la yerba, se cambia parcialmente la que venía utilizándose, por yerba fresca.
El mismo recipiente con su bombilla o cañita pasa de mano en mano y de boca en boca
Se ha afirmado que el gaucho podía recorrer alrededor de 180 kilómetros por día si disponía de un
trozo de asado y abundante mate; en la proporción inversa producía efectos negativos en su conducta.
Esta bebida produce efectos excitantes en la red ganglionar y cerebro espinal
Cebado del mate
El agua debe estar caliente pero sin llegar a hervir.
Al colocar la yerba, conviene golpear suavemente la base del mate para que el polvo no tape la bombilla. La yerba debe ubicarse de un lado y la bombilla del otro; el agua debe caer sobre la bombilla y no sobre la yerba: así el mate no se lava demasiado rápido.
Cómo se cura un mate
Se curan solamente los de calabaza, los de madera y los de asta o hueso.
En el caso de los de calabaza, hay que colocar un tercio de yerba y llenar el mate hasta el tope con agua en ebullición. Después de media hora en reposo se lo llena nuevamente con agua hirviendo, dejándoselo hasta el día siguiente en que debe vaciarse, raspándose el interior para eliminar el hollejo. Se lo lava con agua hirviendo y queda listo para usar.
En caso de ser de madera, será conveniente untarlo antes de comenzar el proceso, con aceite o manteca.
Si se trata de mate de palo santo debe dejárselo con yerba húmeda de la última vez o llenárselo con agua caliente, para que no se reseque y quiebre.
Los de asta o hueso deben dejarse en detergente durante 24 horas antes de curarlo con yerba.
Variantes del cebado
Puede agregarse canela para hacérselo más sabroso.
Algunos significados
El saborizado del mate habla por el cebador: con naranja: ven a buscarme; con canela: pienso en tí; con limón expresa disgusto; si está frío representa indiferencia; con café: se pide perdón; con azúcar quemada: simpatía.
Ofrecerlo con la bombilla hacia atrás significa desprecio; moverla hacia atrás es provocación; chupetear la bombilla es soncera.
Sólo se dice gracias cuando no se quiere más.
Algunas expresiones muy utilizadas
Ajustar la cebadura: Acomodar la yerba y hinchada
Bostear: Eliminar parte de la yerba usada (se utiliza la bombilla)
Cansar la yerba: Hacer que la yerba rinda al máximo
Cebadura: Yerba que se está usando
Cebar guarapos: Mate muy tibio y dulce
Cimarrón: Mate amargo
Colgar el mate: El cebador decide dejar de hacerlo
Cortar la cebadura: Arruinar la yerba con agua hirviendo
Curar el mate: Dejarlo preparado para su primer uso
Dar vuelta la yerba: Pasar la yerba seca de arriba, hacia abajo
Ensillar: Cambiar parte de la cebadura, luego de bostear
Lavativa: Se llama así al mate tibio que provocaría mover el intestino
Mate apreta o trancado: Bombilla tapada
Mate lavado: El que perdió el sabor al gastarse la cebadura
Mate llorón: El que rebasa el agua
Mate misqui (Stgo Estero): Se ceba agua con miel
Mate de resero o tropero: Cada tomador le ceba al de al lado
Tercio: Bolsa de cuero crudo para guardar la yerba
El mate y su sabor folklórico
El mate puede ser considerado el centro de un complejo de manifestaciones, no sólo folklóricas y culturales en general, sino también históricas, económicas, artesanales y hasta sociológicas y médicas. Costumbres y dichos, adivinanzas y coplas, supersticiones y modos de comportamiento giran en torno de esta bebida, tan discutida como insustituible; el recipiente a su vez ha estimulado variadas formas de la artesanía tradicional.
Huellas del mate en la historia
(Federico Oberti)
Algunos siglos de historia y múltiples hechos folklóricos han concedido a nuestra yerba, y a su recipiente, el mate, preeminencias americanas. En el Imperio Incásico fue dilecto recipiente para celebrar las ofrendas a los dioses y, con posterioridad, vehículo propiciatorio en las preces de los hechiceros guaraníes. De la verde y sustanciosa yerba se benefician: quechuas, guaraníes, araucanos, diaguitas, pampas, querandíes y charrúas.
Si en todo el transcurso de la historia de América quisiéramos establecer hitos determinantes, diríamos que su industrialización y uso es un probado hecho prehispánico.
En los primeros años de la fundación de Buenos Aires, entre los escasos bienes que se sacan a remate para deducir el derecho del quinto real, los hombres de Don Pedro de Mendoza, subastan un zurrón de hierva antedicha, la cual, aclara Juan Francisco Aguirre, en su Diario, era de trato entre los indios y entre ellos y los españoles. Es decir, guaraníes y querandíes, sospechosos de poseer una rica sustancia vegetal, son despojados de ella por los fundadores de la ciudad. Abandonada Buenos Aires y trasladados sus habitantes al Paraguay, muchos son los españoles que se aficionan a ella. Era más fácil alimentarse con los vegetales existentes que cultivar nuevas especies.
Por ser desconocido el aprovechamiento de un árbol aborigen, por ignorancia y por sospechársele de propiedades maléficas, muchos la niegan, otros la rechazan y algunos hubo, como el jesuita Diego de Torres (1615), que la proscribe con castigos y excomunión, extendiendo sus alcances a todos los que la usen en público o en privado.
En el transcurso de los dos siglos posteriores adquiere insospechada y favorable virulencia; se la industrializa, se la remite a países distantes, se la bebe con pasión y se comercia con ella de tal modo que, conjuntamente con el algodón, se convierte en la imprescindible moneda de la tierra. Y en un extraño maridazgo lingüístico, como elementos inseparables de una misma función, se la denomina yerba-mate, mientras se difunde por todos los pueblos del continente sudamericano, creando una costumbre de vigor secular.
Por su continente y su contenido, en los prolegómenos de nuestra nacionalidad se la exalta, en oposición al uso hispano, por medio de los versos satíricos del poeta Bartolomé Hidalgo, cuando dice: Cielo, cielito que sí, guárdense su chocolate, aquí somos puros indios y sólo tomamos mate.
El mate es, por sobre todo, una definición de raigambre aborigen, de argentinidad, de predilección costumbrista. Y como es tibio en la mano que la acoge, o en los delicados labios que besan la embocadura de su bombilla, como es fraternal en la rueda familiar y en las comunicaciones de los pueblos entre sí, diplomático sin credenciales, cumple entre los países de América, mandatos de hermandad y acercamiento. Por ello, adquieren categoría de himno los versos que se cantaban en Perú en el momento del triunfal arribo de su Libertador Don José de San Martín. Como si tuviese un poderoso influjo, capaz de desgarrar las fuertes ligazones de la opresión, o abrir precisa brecha como una lanza, cuando no exaltar los sentimientos de los pueblos sojuzgados; con aloja, con yerba o con chicha, por la inspiración de los versos del poeta Juan de Ugarte, el mate salta a la calle para lanzar su desafío, para proclamar su alegría, para terminar de ganar su libertad. Y dice: Patriotas, el mate de chicha llenad, y alegres brindemos por la libertad. Y dado que es esencialmente nuestro, por su recipiente y por su infusión, a través de los siglos, creó un vocabulario propio y fue revestido con los mejores ornamentos de una artesanía singular, suntuaria, única.
Como su funcionamiento involucra intimidad, acogida, amistad y cariño, él posee un lenguaje con variadas sutilezas; algunas de sus voces llegan a la declaración afectiva; otras, al rechazo definitivo.
Por sobre todo, el mate es siempre el compañero de la persona que se concentra y medita, del pueblo que alienta en todas las horas una verde esperanza vegetal, consustanciándose con sus tradiciones; en el mate encuentran incuestionada y permanente vitalidad los pueblos que hicieron suyo aquello que les gusta, les pertenece e identifica.
Bibliografía: Selecciones Folklóricas Codex: síntesis amena, documental e ilustrada de la Argentina tradicional y popular.Año 1-N°2. Nicolás J. Gibelli, director responsable y Augusto R. Cortazar, director literario. Buenos Aires: Amorrortu, 197-
Colaboración de M. T. Duprat
Fuente: http://www.elfolkloreargentino.com
La zona de cultivo de la yerba mate se halla restringida a Paraguay, sur de Brasil y nordeste de Argentina (donde la provincia de Misiones concentra el 90% del cultivo) , por lo que es considerada planta nacional y regional.
La infusión se prepara en una forma que la distingue del resto de esa clase de bebidas. En un calabacín hueco se pone yerba, a veces un poco de azúcar y con una pava (utensilio de metal con pico vertedor) se vierte agua caliente. Se absorbe con una especie de tubo metálico (bombilla) que en su parte inferior tiene orificios que impiden el paso del polvo de yerba. Es una infusión muy concentrada debido a la escasa cantidad de agua en relación con la de yerba. El agua va reponiéndose, no así la yerba que dura varias infusiones, en especial si es de buena calidad. Cuando el conocedor detecta la necesidad de renovar la yerba, se cambia parcialmente la que venía utilizándose, por yerba fresca.
El mismo recipiente con su bombilla o cañita pasa de mano en mano y de boca en boca
Se ha afirmado que el gaucho podía recorrer alrededor de 180 kilómetros por día si disponía de un
trozo de asado y abundante mate; en la proporción inversa producía efectos negativos en su conducta.
Esta bebida produce efectos excitantes en la red ganglionar y cerebro espinal
Cebado del mate
El agua debe estar caliente pero sin llegar a hervir.
Al colocar la yerba, conviene golpear suavemente la base del mate para que el polvo no tape la bombilla. La yerba debe ubicarse de un lado y la bombilla del otro; el agua debe caer sobre la bombilla y no sobre la yerba: así el mate no se lava demasiado rápido.
Cómo se cura un mate
Se curan solamente los de calabaza, los de madera y los de asta o hueso.
En el caso de los de calabaza, hay que colocar un tercio de yerba y llenar el mate hasta el tope con agua en ebullición. Después de media hora en reposo se lo llena nuevamente con agua hirviendo, dejándoselo hasta el día siguiente en que debe vaciarse, raspándose el interior para eliminar el hollejo. Se lo lava con agua hirviendo y queda listo para usar.
En caso de ser de madera, será conveniente untarlo antes de comenzar el proceso, con aceite o manteca.
Si se trata de mate de palo santo debe dejárselo con yerba húmeda de la última vez o llenárselo con agua caliente, para que no se reseque y quiebre.
Los de asta o hueso deben dejarse en detergente durante 24 horas antes de curarlo con yerba.
Variantes del cebado
Puede agregarse canela para hacérselo más sabroso.
Algunos significados
El saborizado del mate habla por el cebador: con naranja: ven a buscarme; con canela: pienso en tí; con limón expresa disgusto; si está frío representa indiferencia; con café: se pide perdón; con azúcar quemada: simpatía.
Ofrecerlo con la bombilla hacia atrás significa desprecio; moverla hacia atrás es provocación; chupetear la bombilla es soncera.
Sólo se dice gracias cuando no se quiere más.
Algunas expresiones muy utilizadas
Ajustar la cebadura: Acomodar la yerba y hinchada
Bostear: Eliminar parte de la yerba usada (se utiliza la bombilla)
Cansar la yerba: Hacer que la yerba rinda al máximo
Cebadura: Yerba que se está usando
Cebar guarapos: Mate muy tibio y dulce
Cimarrón: Mate amargo
Colgar el mate: El cebador decide dejar de hacerlo
Cortar la cebadura: Arruinar la yerba con agua hirviendo
Curar el mate: Dejarlo preparado para su primer uso
Dar vuelta la yerba: Pasar la yerba seca de arriba, hacia abajo
Ensillar: Cambiar parte de la cebadura, luego de bostear
Lavativa: Se llama así al mate tibio que provocaría mover el intestino
Mate apreta o trancado: Bombilla tapada
Mate lavado: El que perdió el sabor al gastarse la cebadura
Mate llorón: El que rebasa el agua
Mate misqui (Stgo Estero): Se ceba agua con miel
Mate de resero o tropero: Cada tomador le ceba al de al lado
Tercio: Bolsa de cuero crudo para guardar la yerba
El mate y su sabor folklórico
El mate puede ser considerado el centro de un complejo de manifestaciones, no sólo folklóricas y culturales en general, sino también históricas, económicas, artesanales y hasta sociológicas y médicas. Costumbres y dichos, adivinanzas y coplas, supersticiones y modos de comportamiento giran en torno de esta bebida, tan discutida como insustituible; el recipiente a su vez ha estimulado variadas formas de la artesanía tradicional.
Huellas del mate en la historia
(Federico Oberti)
Algunos siglos de historia y múltiples hechos folklóricos han concedido a nuestra yerba, y a su recipiente, el mate, preeminencias americanas. En el Imperio Incásico fue dilecto recipiente para celebrar las ofrendas a los dioses y, con posterioridad, vehículo propiciatorio en las preces de los hechiceros guaraníes. De la verde y sustanciosa yerba se benefician: quechuas, guaraníes, araucanos, diaguitas, pampas, querandíes y charrúas.
Si en todo el transcurso de la historia de América quisiéramos establecer hitos determinantes, diríamos que su industrialización y uso es un probado hecho prehispánico.
En los primeros años de la fundación de Buenos Aires, entre los escasos bienes que se sacan a remate para deducir el derecho del quinto real, los hombres de Don Pedro de Mendoza, subastan un zurrón de hierva antedicha, la cual, aclara Juan Francisco Aguirre, en su Diario, era de trato entre los indios y entre ellos y los españoles. Es decir, guaraníes y querandíes, sospechosos de poseer una rica sustancia vegetal, son despojados de ella por los fundadores de la ciudad. Abandonada Buenos Aires y trasladados sus habitantes al Paraguay, muchos son los españoles que se aficionan a ella. Era más fácil alimentarse con los vegetales existentes que cultivar nuevas especies.
Por ser desconocido el aprovechamiento de un árbol aborigen, por ignorancia y por sospechársele de propiedades maléficas, muchos la niegan, otros la rechazan y algunos hubo, como el jesuita Diego de Torres (1615), que la proscribe con castigos y excomunión, extendiendo sus alcances a todos los que la usen en público o en privado.
En el transcurso de los dos siglos posteriores adquiere insospechada y favorable virulencia; se la industrializa, se la remite a países distantes, se la bebe con pasión y se comercia con ella de tal modo que, conjuntamente con el algodón, se convierte en la imprescindible moneda de la tierra. Y en un extraño maridazgo lingüístico, como elementos inseparables de una misma función, se la denomina yerba-mate, mientras se difunde por todos los pueblos del continente sudamericano, creando una costumbre de vigor secular.
Por su continente y su contenido, en los prolegómenos de nuestra nacionalidad se la exalta, en oposición al uso hispano, por medio de los versos satíricos del poeta Bartolomé Hidalgo, cuando dice: Cielo, cielito que sí, guárdense su chocolate, aquí somos puros indios y sólo tomamos mate.
El mate es, por sobre todo, una definición de raigambre aborigen, de argentinidad, de predilección costumbrista. Y como es tibio en la mano que la acoge, o en los delicados labios que besan la embocadura de su bombilla, como es fraternal en la rueda familiar y en las comunicaciones de los pueblos entre sí, diplomático sin credenciales, cumple entre los países de América, mandatos de hermandad y acercamiento. Por ello, adquieren categoría de himno los versos que se cantaban en Perú en el momento del triunfal arribo de su Libertador Don José de San Martín. Como si tuviese un poderoso influjo, capaz de desgarrar las fuertes ligazones de la opresión, o abrir precisa brecha como una lanza, cuando no exaltar los sentimientos de los pueblos sojuzgados; con aloja, con yerba o con chicha, por la inspiración de los versos del poeta Juan de Ugarte, el mate salta a la calle para lanzar su desafío, para proclamar su alegría, para terminar de ganar su libertad. Y dice: Patriotas, el mate de chicha llenad, y alegres brindemos por la libertad. Y dado que es esencialmente nuestro, por su recipiente y por su infusión, a través de los siglos, creó un vocabulario propio y fue revestido con los mejores ornamentos de una artesanía singular, suntuaria, única.
Como su funcionamiento involucra intimidad, acogida, amistad y cariño, él posee un lenguaje con variadas sutilezas; algunas de sus voces llegan a la declaración afectiva; otras, al rechazo definitivo.
Por sobre todo, el mate es siempre el compañero de la persona que se concentra y medita, del pueblo que alienta en todas las horas una verde esperanza vegetal, consustanciándose con sus tradiciones; en el mate encuentran incuestionada y permanente vitalidad los pueblos que hicieron suyo aquello que les gusta, les pertenece e identifica.
Bibliografía: Selecciones Folklóricas Codex: síntesis amena, documental e ilustrada de la Argentina tradicional y popular.Año 1-N°2. Nicolás J. Gibelli, director responsable y Augusto R. Cortazar, director literario. Buenos Aires: Amorrortu, 197-
Colaboración de M. T. Duprat
Fuente: http://www.elfolkloreargentino.com
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