Blogia
criticamedicina

Sobre el modelo de agronegocios industrial: Gonzalo Moyano y Jorge Rulli

Solo para ilustrar lo que dijimos en otro lado (ahora) reenvío algo que dijimos en otra hora (hace más de un año).Sinceramente creo que vale la pena recordar lo que decíamos. Ha pasado tiempo. Ha pasado tiempo?
Un saludo
Gonzalo


NOTA: Hay demasiadas cosas que estamos dejando pasar: la desaparición de Julio López, la Mortalidad Infantil, la desigualdad, la crisis de la vivienda, la impunidad, los indultos, el trabajo en negro, el gatillo fácil, las torturas de hoy, las torturas impunes de ayer, las minas a cielo abierto, el negocio de los medicamentos, la falta de acceso a la salud, la desnutrición en un país productor de alimentos, el enriquecimiento indignante de un grupito de parásitos, las presiones a la prensa, las presiones al INDEC, las presiones a los testigos de las causas, las presiones a las causas, los planes del Banco Mundial que se siguen aplicando, los planes del Banco Mundial en salud que se siguen aplicando, las críticas al Banco Mundial mientras se siguen aplicando los planes del Banco Mundial, el dibujo de los números, el dengue, el chagas, las sucesivas epidemias de coqueluche con una vacuna adecuada que no se usa, los muertos por coqueluche en epidemias mientras no se usa la vacuna, el aumento de los casos de sífilis, la falta de medicamentos para el VIH, el aumento de la deuda externa, el aumento de la deuda interna, las bravatas "contra" el "imperio", las bravatas contra las pasteras (que no deben pasar) mientras sigue la contaminación actual (que no debe pasar), las fumigaciones con tóxicos, las fumigaciones con tóxicos usando "niños bandera" que reciben los tóxicos mientras señalan los campos, las contaminaciones en las tierras del neoecologista de Busti, las tropas en Haití, la represión en Haití con las tropas que mandamos a Haití, la prostitución infantil, la corrupción policial y política que apaña la prostitución infantil, la trata, la Mortalidad Materna por abortos mal hechos, las gárgaras que se hace el ministro sobre la necesidad de legislar sobre el aborto, l@s legislador@s que se hacen los boludos con el aborto, los legisladores que se hacen los boludos con los indultos, los legisladores que se hacen los boludos, los negocios de la Barrick mientras se declama el amor por el ambiente, la liberación de Olvera Róvere, los trenes de mala muerte, los subtes de mala muerte, las gastadas de Aníbal Fernández, las represiones diciendo que no reprimen, los presos por luchar, los procesados por luchar, la crisis del Hospital de Clínicas, la falta de personal de salud, la crisis -que aun permanece- del Hospital Garrahan, la falta de enfermer@s, la estafa del Remediar, los manejos de la prensa de GGG a cambio de migajas a una prensa indigna, los secuestradores impunes de Gerez, la desparición de Julio López, la segunda desparición de Julio López, la tercera desparición de Julio López.
Y además están destrozando la tierra con la soja, y además se está dejando de desarrollar la ganadería por la soja, y además se está hipotencando el futuro con la soja, y además se siguen haciendo los boludos con la soja. Y podríamos seguir.......
Nos siguen quitando los recursos y el futuro y nosotros mirando Gran Hermano.
Un saludo
Gonzalo

 
 
 
http://www.argenpress.info/nota.asp?num=039579&Parte=0
  
Política | Mercosur | Situación | Economía | Internacional | Informes Especiales | Opinión
Argentina: No puede haber una población sana en un hábitat enfermo
El desierto verde de las Sojas transgénicas se ha impuesto sobre el paisaje entrerriano
Por: Jorge Eduardo Rulli (HORIZONTE SUR)
Esta semana estuvimos recorriendo la zona sur de la provincia de Entre Ríos, más concretamente: estuvimos en el Departamento de Concepción del Uruguay. O sea que estuvimos en el corazón de los antiguos pagos de Urquiza, en las cercanías del Palacio San José. Fuimos para verificar las denuncias que nos llegaban y la realidad que hallamos superó por lejos nuestras peores anticipaciones. El desierto verde de las Sojas transgénicas se ha impuesto sobre la complejidad del paisaje entrerriano, ha barrido los alambrados y hecho desaparecer la fauna y toda flora biodiversa que no sea la del yuyito verde que colma de alegría a los progresistas y a los exportadores. Ahora el panorama es una verdadera pinturita: solo sojales hasta el horizonte.
De vez en vez, y contrariando la monotonía y la regla generalizada de ocupar con soja las banquinas, aparecen algunas zonas bajas donde pervive el antiguo paisaje de pastos y vacunos; y algún arroyo con árboles y algún hombre de a caballo, nos recuerdan como una herida en los ojos, aquel país que fuimos alguna vez.. Ahora, no hay perdices, ni liebres, ya no quedan pájaros... El campo es un espacio hostil para la vida, el campo es el territorio de los agronegocios y la soja es su epítome inabarcable y glorioso. La soja es el nuevo paradigma de la globalización, la expresión de una monotonía implacable que no es más que la antelación de la muerte de los ecosistemas. El campo como los shopping de los nuevos conurbanos anonimizados y de los aeropuertos privatizados y sin alma, deviene rápidamente en reino de los no lugares, un reino acorde a la perspectiva brutal de los intereses corporativos hegemónicos del modelo de agricultura industrial de exportación.

Líbaros, Santa Anita, Herrera, y tantas otras pequeñas localidades entrerrianas y los barrios periféricos de Basabilvaso, que visitamos o de los que tuvimos testimonios, son la manifestación de una condena y de una crucifixión silenciada, una crucifixión que obliga a las poblaciones a desarraigarse y emigrar a las grandes ciudades o a permanecer en sus lugares de nacimiento bajo el encierro de las propias paredes, y bajo el peso de sucesivos males y enfermedades propios de un ambiente deletéreo en que la aspersión de venenos resulta constante y absolutamente impune por parte de los sojeros y las autoridades cómplices. En un pueblo como Líbaros de no mucho más de trescientas personas, bastante más de cincuenta se reunieron para ver Hambre de Soja y a escucharnos. No pudimos, sin embargo, por varios motivos explayarnos demasiado. Por una parte, porque nunca habíamos tenido que exponer ante vecinos que requieren una máscara para salir de sus casas y que la usaban para aspirar mientras veían la película de Marcelo Viñas, una película terrible en otros ámbitos y que en ese escenario parecía casi como un film de Walt Disney.

Que algunos de los que allí estaban viendo la película o escuchándonos, sabíamos tenían a alguno de los suyos postrados en la cama con gravísimos problemas neurológicos, sin duda causados por los tóxicos que emponzoñan el aire. Porque era tanta la angustia de esa gente que necesitaban hablar ellos, más que escuchar al que viene de afuera. Porque durante años han denunciado al Gobierno de la Provincia inútilmente su victimización por el modelo sojero, porque gran parte de los decisores y de los responsables del Estado en todos los niveles son sojeros o están vinculados con sojeros y son cómplices, y porque los expedientes y las denuncias se extravían sin excepciones en los laberintos burocráticos del Gobierno de Busti o se olvidan en los cajones de los que pasan sin dilación a los cestos de basura. Porque el farmacéutico de Santa Anita necesitaba decirnos que ya había agotado la crema de bismuto de que se disponía en la zona, y que es utilizada para detener las diarreas, que tampoco tenía debido a la demanda de antialérgicos ni colirios, y que ya no sabía que hacer con tanta gente enferma en el vecindario. Que el médico de la zona necesitaba contarnos de cómo fotografía los mosquitos cargados de veneno que circulan por las calles de los pueblos, que llegan a cargar agua en las mismas tomas en que abreva la gente, que tiene los congeladores llenos de gallinas y de patos muertos por envenenamiento y con los estómagos llenos de las isocas que escapan de los sojales y que ante tanta denuncia inútil ya no sabe qué hacer con esas pruebas que a nadie del poder interesan. Que unas bellas mujeres, vecinas de Santa Anita nos habían traído los certificados médicos que indican que debieron ser internadas reiteradamente por intoxicación con pesticidas órganoclorados y que la diarrea, las cefaleas, la rinitis, la gastroenteritis, el eritema facial que sufren y que evidenciaban ante nuestros ojos, era también, la consecuencia del paquete tecnológico de las Sojas de Monsanto.

Las anécdotas de tanto dolor que hemos recogido en estos días supera la capacidad en nosotros de registrar tanto sufrimiento. En un momento dado renuncié a visitar a una enferma de ELA a que me invitaban sus hijos hombres que la cuidan amorosamente. El ELA es una esclerosis lateral amiotrófica, una enfermedad neuromuscular progresiva similar a la que sufre el científico Stephen Hawking, afección de la que los familiares insistían en responsabilizar a las fumigaciones habidas años atrás, cuando comenzó en la zona el boom de la Soja. Este tipo de males y otros que reconocimos en la zona, responden sin duda, a un hábitat enfermo, un hábitat en que debido a las fumigaciones, es decir, a los tóxicos y disruptores hormonales que se asperjan continuamente, causa el desplome de los sistemas inmunitarios de la población, a la vez que genera en los ecosistemas microbianos, desequilibrios y disturbios que propician la generación de patógenos y la multiplicación de elementos de descomposición incompleta en el suelo.

Aceptemos que no puede haber una población sana en un hábitat enfermo, un hábitat en que el hombre vive sobre un suelo donde las colonias de bacterias con capacidad de humificar, o sea de digerir e incorporar, los restos orgánicos, tanto animales como vegetales, están seriamente disminuidas; donde la tierra está contaminada y las lombrices han desaparecido. La erisipela y otras infecciones que pudimos comprobar en el entorno humano, las neumonías, los problemas oculares, las diarreas intestinales, así como los casos de espina bífida de que nos hablaron, y en general las malformaciones congénitas en niños que se han convertido en una pesadilla, son por ello la consecuencia directa o indirecta de las fumigaciones y por lo tanto del modelo industrial de la Soja, no importa cuál haya sido la causa desencadenante de la patología visible. Los procesos de putrefacción incompletos del suelo, resultado de los desequilibrios profundos en la química y en la vida microbiana del suelo, y consecuencias de la contaminación, son generadores de complejos procesos de muerte, y atentan en forma persistente contra la vida del ecosistema en todas sus manifestaciones.

Y como si algo faltara para consumar estas batallas cósmicas del GRR en que sólo nos falta el arcángel justiciero para ayudar a que acosada por los procesos de muerte y de devastación logre sobrevivir la vida, debemos decir que en medio de tanto dolor y de tanto capitalismo salvaje y globalizado, reencontramos nada menos que a uno de los exponentes más crueles y aprovechados del modelo de la Soja: me refiero a nuestro viejo conocido Guillermo Grobocopatel. Sí, Grobocopatel, el dueño de la empresa Los Grobo, el sojero mayor de la Republiqueta, aquel que organizara en Venezuela junto con Cheppi, el Presidente del INTA, la exposición de maquinaria agrícola conque pagamos los primeros fuel oil que nos enviara el presidente Chávez, el mismo que una vez nos interrumpiera un debate en Carlos Casares gritándonos que la Soja es bolivariana, y que resultó ser el dueño de uno de los pooles de soja mayores de esa zona del departamento de Concepción del Uruguay. Sus flotas de centenares de camiones se llevan en cada cosecha la riqueza y los nutrientes del suelo entrerriano, para sus inmensos silos en la Provincia de Buenos Aires y luego de marcar las pautas de la agricultura industrial que, con escarnio para nuestra inteligencia, él gusta denominar como 'el poder del conocimiento', deja detrás de sí un escenario inenarrable de contaminación, de devastación y de muerte.

Los sojeros, los pooles y los políticos que los respaldan y les aseguran las reglas de juego, han transformado a esos pequeños pueblos antiguamente paradisíacos en un infierno difícil de describir. Han condenado a la vez, a las poblaciones y en especial a las generaciones futuras a un destino pavoroso. No tienen justificación alguna. No tienen perdón tampoco las autoridades y los funcionarios en su actual indiferencia, en la impunidad que les aseguran a los fumigadores y en la rentabilidad que le aseguran a las Corporaciones que producen los tóxicos. No tiene justificación ni perdón la progresía en ese entusiasmo por transformarnos en un país productor de Biocombustibles, en que todos y cada uno de los actuales problemas, habrá de multiplicarse exponencialmente hasta lo impensable.
Nos dicen que el modelo de la agroenergía transformará los campos agrícolas en campos de petróleo, pero ocultan que la opción de alimentar los motores europeos y norteamericanos, nos condena irremisiblemente al hambre, a la destrucción y a la definitiva contaminación de los ecosistemas. Por este camino de crecimiento y de progreso en el que vamos, en no mucho tiempo más, deberemos recordar las muchas tragedias argentinas como la antelación en la historia contemporánea, de la gran tragedia impuesta por los modelos de la neocolonización. Con el extravío de los sentimientos nacionales operado desde las usinas de los multimedios; en medio de una mutación civilizatoria y ante la catástrofe planetaria que anticipan los cambios climáticos, los modelos de la neocolonización son invisibilizados por los mismos progresistas y desarrollistas que han hecho de las políticas de los Derechos Humanos un discurso evasivo sobre el pasado; un discurso ideológico que maquilla el genocidio a que se nos somete: el del horror económico de la Globalización.
__._,_.___

0 comentarios