esteticas femeninas
En las nalgas me comienza algo
el miedo
por Rosalinda Hidalgo Ledesma
Este podría ser el titulo de una novela bizarra entre un género policíaco y erótico, pero tengo que decir que me encantaría que fuera eso, una novela que tuviera alguno de estos géneros, aunque fuera muy mala no importara. Pero la verdad es que es una realidad que padecemos miles de mujeres en la Ciudad de México, mujeres que diario trabajamos de obreras, cocineras oficinistas, trabajadoras sexuales o que también estudiamos. Vamos al cine, al mercado, vamos al hospital, cuidamos enfermos, hijos, hacemos la comida, etcétera. Mujeres ricas pobres o de clase media. Mujeres gordas, flacas, bonitas feas, jóvenes viejas, niñas, maduras, indígenas o mestizas, no importa, sino que el problema en el espacio público es el ser mujer.
En las nalgas me comienza el miedo, es lo que siento cuando salgo a la calle, cuando alguien se me acerca en el metro, en el camión, en la escuela, en la fábrica, al subir un puente, cuando atravieso una calle, ya sea de día o de noche, en un lugar solitario y oscuro o bien en uno donde haya mucha gente.
Es un miedo que me invade pero que comienza en mis nalgas, será por que estas no tienen ojos ni boca y no le pueden advertir a todo mi cuerpo que alguien lo quiere poseer a la fuerza, en el acto de la intimidación y de la vejación. Es un miedo que comienza en mis nalgas, pero después se traslada a mis senos, y aquellas partes de mi cuerpo que me han hecho creer que son eróticas y que puedo sentir y dar placer en esa parte.! Entonces y de manera inmediata, cierro fuerte el centro de mí que se mantiene entre mis piernas, con la fortaleza de la madre al parir.
El miedo me invade, cuando alguien se me acerca y siento un cuerpo fálico o una mano que me toca. Entonces el coraje me invade, y me pregunto ¿será mi cuerpo un bien común o público en el cual, cualquier cualquiera desconocido para mi, puede acceder estando en el camión, en el metro, en el micro, en la calle, en la escuela, atravesando un puente etcétera?.
Será que tengo que quedarme con el miedo, manteniendo la boca cerrada, porque si digo algo me hacen pasar como loca, o como la dejada o la pobrecita. Y en el peor de los casos que me digan que yo me busque eso, por mi forma de vestir o de andar hasta altas horas de la noche. ¿Me tengo que quedar acaso como la victima o en el mejor de los casos como la golpeadora de un hombre o sujeto inocente?. Será que a! caso me equivoque y juzgo o golpeo al que no usurpó mi cuerpo ya que no tengo pruebas que los compruebe, por que nadie vio nada. Y casualmente nadie vio nada a las 8 de la mañana u 8 de la noche, en la estación del metro Hidalgo, justo en el momento en el cual me voy a trabajar o regreso de trabajar. Y si lo llego a agarrar para denunciarlo, tampoco nadie ve nada, no existe una responsabilidad social, ni una solidaridad en la hora en la que todos y todas se les hace tarde para llegar a sus trabajos, a sus casas, o a ver la novela o el partido de fútbol. Siendo una ciudad de millones nadie dice nada porque la mayoría prefieren vivir en una ciudad de ciegos, sordos, mancos y mudos.
Por eso el coraje me invade aun más y me llega a la conciencia. Será qué acaso el cuerpo de la mujer no vale nada en el espacio público citadino, será que ven en mi cuerpo una especie de pos! esión o una invitación a practicas sexuales o insultos d isfrazados de piropos.
No por nada me agarran las nalgas, de casi todas las mujeres que hemos sido agredidas en la calle, lo primero que nos agarran, son las nalgas, segundo los senos y tercero nuestra pelvis. Pero las nalgas dentro de nuestra cultura, tienen un valor simbólico muy fuerte, no por nada en el lenguaje popular cuando los hombres se refieren al acto sexual es muy recurrente la frase; ya me dieron las nalgas; ya me dio las nalgas; esa, las nalga las afloja bien rápido o ahí va mi nalguita. Tal pareciera que las nalgas es el todo de la mujer mexicana, que le aquel que le pertenezcan las nalgas de su novia, amante, desconocida etcétera el tener el poder de control y posesión de la mujer.
Recuerdo que cuando iba en la secundaria mis compañeros pubertos platicaban cuales eran las estrategias para mast! urbarse o tener contacto sexual con alguna desconocida en la calle y que por supuesto no los agarrara o bien lo descubrieran. ¿Que acaso el cuerpo de las mujeres es un campo de experimentación sexual que se puede aplicar en el espacio público?
Que bueno podrá ser cuando pueda comenzar un titulo así, En las nalgas me comienza algo el deseo, el amor, el respeto, el compartir con quien y cuando yo quiera mis nalgas.
gabriela botbol
Asunto: las monedas son para el que barre
las monedas son para el que barre
A cada instante de mi sueño o de mi vigilia
corresponde otro de la ciega moneda.
A veces he sentido remordimiento
y otras envidia,
de ti que estás, como nosotros, en el tiempo y su laberinto
y que no lo sabes.
Jorge Luis Borges
Nada, salvo la sed de indiferencia
y la confianza suave
en la hora fugitiva.
Fernando Pessoa
( ) la esperanza que espera los trámites del trance
por mucho que se apoye en las coyunturas de lo fortuito
a mí a mí la plena íntegra bella a mí hórrida vida.
Oliverio Girondo
las visiones nocturnales siempre te despiertan agitado
suele haber sangre agolpada en el pecho
ante tan curiosa forma de cumplirse los sueños
limpie el parking de punta a punta los seiscientos metros
no se debe escapar ni una mota descubrir las monedas así es fácil
brillan tanto en el no desvelo como oxidadas están en la vigilia
otra diferencia estriba en que en el sueño se las ve como sembradas
es lo de menos aquí están helas aquí bajo mis pies bajo los pelos del
cepillo
dejadas caer por chavalines borrachos o ricos distraídos
maravilloso ver la realidad en el sueño desasosiego
maravilloso ver el sueño en la realidad dicha
aparecido un geiser en el parking
suben nubes líquidas desde la rejilla hacia los anhídridos azules
un magma de mugriento limo removido es el motivo
el agente de la ilusión es la hidrolavadora
en el segundo subsuelo no suele haber ilusiones para gente
qué suerte que desatasquen las tuberías
que oportuno en estos días
resultó ser un estanque umbrío
el recóndito y fenomenal desvelo
que escondía el albergue gigante
y viciado de los coches de alta gama
en lo alto del cuarto contra incendios
hay un atajo un ventanuco sin vidrio
es necesario subirse a la bomba
para asistir a la visión del embalse
tenebrosa masa de agua atesorada
entre cuatro paredes y techo
y una boya blanca en la superficie negra
solo un tabique delgado separa
la habitación de aire del habitáculo de agua
y el comunicante agujero estrecho
no es más que
el escaso trecho el paso
de todas las mentiras escuchadas
a la revelación indagada
oscurecida por el desuso
x moneda y geiser xy estanque
auto despejadas incógnitas
en la ecuación conducida por las disimulaciones
Gabriela Alia Botbol
por Rosalinda Hidalgo Ledesma
Este podría ser el titulo de una novela bizarra entre un género policíaco y erótico, pero tengo que decir que me encantaría que fuera eso, una novela que tuviera alguno de estos géneros, aunque fuera muy mala no importara. Pero la verdad es que es una realidad que padecemos miles de mujeres en la Ciudad de México, mujeres que diario trabajamos de obreras, cocineras oficinistas, trabajadoras sexuales o que también estudiamos. Vamos al cine, al mercado, vamos al hospital, cuidamos enfermos, hijos, hacemos la comida, etcétera. Mujeres ricas pobres o de clase media. Mujeres gordas, flacas, bonitas feas, jóvenes viejas, niñas, maduras, indígenas o mestizas, no importa, sino que el problema en el espacio público es el ser mujer.
En las nalgas me comienza el miedo, es lo que siento cuando salgo a la calle, cuando alguien se me acerca en el metro, en el camión, en la escuela, en la fábrica, al subir un puente, cuando atravieso una calle, ya sea de día o de noche, en un lugar solitario y oscuro o bien en uno donde haya mucha gente.
Es un miedo que me invade pero que comienza en mis nalgas, será por que estas no tienen ojos ni boca y no le pueden advertir a todo mi cuerpo que alguien lo quiere poseer a la fuerza, en el acto de la intimidación y de la vejación. Es un miedo que comienza en mis nalgas, pero después se traslada a mis senos, y aquellas partes de mi cuerpo que me han hecho creer que son eróticas y que puedo sentir y dar placer en esa parte.! Entonces y de manera inmediata, cierro fuerte el centro de mí que se mantiene entre mis piernas, con la fortaleza de la madre al parir.
El miedo me invade, cuando alguien se me acerca y siento un cuerpo fálico o una mano que me toca. Entonces el coraje me invade, y me pregunto ¿será mi cuerpo un bien común o público en el cual, cualquier cualquiera desconocido para mi, puede acceder estando en el camión, en el metro, en el micro, en la calle, en la escuela, atravesando un puente etcétera?.
Será que tengo que quedarme con el miedo, manteniendo la boca cerrada, porque si digo algo me hacen pasar como loca, o como la dejada o la pobrecita. Y en el peor de los casos que me digan que yo me busque eso, por mi forma de vestir o de andar hasta altas horas de la noche. ¿Me tengo que quedar acaso como la victima o en el mejor de los casos como la golpeadora de un hombre o sujeto inocente?. Será que a! caso me equivoque y juzgo o golpeo al que no usurpó mi cuerpo ya que no tengo pruebas que los compruebe, por que nadie vio nada. Y casualmente nadie vio nada a las 8 de la mañana u 8 de la noche, en la estación del metro Hidalgo, justo en el momento en el cual me voy a trabajar o regreso de trabajar. Y si lo llego a agarrar para denunciarlo, tampoco nadie ve nada, no existe una responsabilidad social, ni una solidaridad en la hora en la que todos y todas se les hace tarde para llegar a sus trabajos, a sus casas, o a ver la novela o el partido de fútbol. Siendo una ciudad de millones nadie dice nada porque la mayoría prefieren vivir en una ciudad de ciegos, sordos, mancos y mudos.
Por eso el coraje me invade aun más y me llega a la conciencia. Será qué acaso el cuerpo de la mujer no vale nada en el espacio público citadino, será que ven en mi cuerpo una especie de pos! esión o una invitación a practicas sexuales o insultos d isfrazados de piropos.
No por nada me agarran las nalgas, de casi todas las mujeres que hemos sido agredidas en la calle, lo primero que nos agarran, son las nalgas, segundo los senos y tercero nuestra pelvis. Pero las nalgas dentro de nuestra cultura, tienen un valor simbólico muy fuerte, no por nada en el lenguaje popular cuando los hombres se refieren al acto sexual es muy recurrente la frase; ya me dieron las nalgas; ya me dio las nalgas; esa, las nalga las afloja bien rápido o ahí va mi nalguita. Tal pareciera que las nalgas es el todo de la mujer mexicana, que le aquel que le pertenezcan las nalgas de su novia, amante, desconocida etcétera el tener el poder de control y posesión de la mujer.
Recuerdo que cuando iba en la secundaria mis compañeros pubertos platicaban cuales eran las estrategias para mast! urbarse o tener contacto sexual con alguna desconocida en la calle y que por supuesto no los agarrara o bien lo descubrieran. ¿Que acaso el cuerpo de las mujeres es un campo de experimentación sexual que se puede aplicar en el espacio público?
Que bueno podrá ser cuando pueda comenzar un titulo así, En las nalgas me comienza algo el deseo, el amor, el respeto, el compartir con quien y cuando yo quiera mis nalgas.
gabriela botbol
Asunto: las monedas son para el que barre
las monedas son para el que barre
A cada instante de mi sueño o de mi vigilia
corresponde otro de la ciega moneda.
A veces he sentido remordimiento
y otras envidia,
de ti que estás, como nosotros, en el tiempo y su laberinto
y que no lo sabes.
Jorge Luis Borges
Nada, salvo la sed de indiferencia
y la confianza suave
en la hora fugitiva.
Fernando Pessoa
( ) la esperanza que espera los trámites del trance
por mucho que se apoye en las coyunturas de lo fortuito
a mí a mí la plena íntegra bella a mí hórrida vida.
Oliverio Girondo
las visiones nocturnales siempre te despiertan agitado
suele haber sangre agolpada en el pecho
ante tan curiosa forma de cumplirse los sueños
limpie el parking de punta a punta los seiscientos metros
no se debe escapar ni una mota descubrir las monedas así es fácil
brillan tanto en el no desvelo como oxidadas están en la vigilia
otra diferencia estriba en que en el sueño se las ve como sembradas
es lo de menos aquí están helas aquí bajo mis pies bajo los pelos del
cepillo
dejadas caer por chavalines borrachos o ricos distraídos
maravilloso ver la realidad en el sueño desasosiego
maravilloso ver el sueño en la realidad dicha
aparecido un geiser en el parking
suben nubes líquidas desde la rejilla hacia los anhídridos azules
un magma de mugriento limo removido es el motivo
el agente de la ilusión es la hidrolavadora
en el segundo subsuelo no suele haber ilusiones para gente
qué suerte que desatasquen las tuberías
que oportuno en estos días
resultó ser un estanque umbrío
el recóndito y fenomenal desvelo
que escondía el albergue gigante
y viciado de los coches de alta gama
en lo alto del cuarto contra incendios
hay un atajo un ventanuco sin vidrio
es necesario subirse a la bomba
para asistir a la visión del embalse
tenebrosa masa de agua atesorada
entre cuatro paredes y techo
y una boya blanca en la superficie negra
solo un tabique delgado separa
la habitación de aire del habitáculo de agua
y el comunicante agujero estrecho
no es más que
el escaso trecho el paso
de todas las mentiras escuchadas
a la revelación indagada
oscurecida por el desuso
x moneda y geiser xy estanque
auto despejadas incógnitas
en la ecuación conducida por las disimulaciones
Gabriela Alia Botbol
2 comentarios
gabriela botbol -
Gabriela Botbol -
"Las monedas son para el que barre"
preguntita, ¿who are you?